El discurso de Cristina Kirchner y las interpretaciones de dirigentes y militantes.
«Tranquilos, paciencia, no se hagan los rulos», atajó, tajante, Cristina Fernández de Kirchner, cuando las dos mil personas que estaban en el Teatro Argentino de La Plata comenzaron a corear por primera vez «Cristina presidenta». Toda la política estaba mirando La Plata, pero especialmente un cristinismo hambriento de una señal –cualquier señal– sobre los alineamientos y candidaturas en medio de un operativo clamor que insiste en subirla a un ring del que ella misma ya se había bajado. Al igual que los últimos actos, sin embargo, la vicepresidenta ejercitó una ambigüedad que dejó a la dirigencia ensayando distintas interpretaciones.
Mientras que un sector tradujo sus palabras –especialmente cuando dijo «Presidenta no, yo ya di todo»– como un paso al costado, otro percibió que, detrás de su propuesta de presentar un programa de gobierno, se escondía otra realidad: «¿Qué otra persona que no sea ella puede encabezar ese plan?, se esperanzó, a la salida del acto, más de un dirigente.>
Fuente: Pagina12
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