6 de Octubre – España: más pobres, más ricos. Por Héctor Anabitarte (*).

Esta vez España no es diferente, se trata esta vez de un fenómeno mundial: se aprovechó la crisis para aplicar un proyecto que se basa en aumentar la desigualdad económica y social. Los datos indican que en España en los últimos años hay  más ricos y más pobres. En el «altar» del crecimiento casi un treinta por ciento se ha empobrecida, una parte significativa de personas, de familias, no sólo han sido excluidas, no tienen posibilidades de salir de esta situación. Según Cáritas en su informe anual asegura que la exclusión se volvió crónica. Este informe dice que las probabilidades de que aumente la exclusión social es «tremendamente elevada».

Este panorama desolador se está dando en toda Europa, en todo el mundo, y la sociedad se está acostumbrando a esta situación como algo inevitable. Desde hace unos años se habla de una Europa a dos velocidades, y lo que se ha impuesto es una sociedad a dos velocidades, quizá pueda decirse a tres, una tercera parte se mueve hacia abajo. Una de cada seis personas que trabajan en España son pobres, un 15% aproximadamente. Los ingresos de los hogares han caído desde el primer impacto de la crisis cerca de un 10%. La tasa de pobreza, y lo dice Cáritas, entre las personas sin trabajo alcanza el 44%. Esta organización el año pasado auxilio a cuatro millones de personas, 200.000 menos que en 2014, pero la situación de muchas familias empeoró. Un millón de menores «vive bajo el yugo de la pobreza crónica», y otros tres millones están riesgo. Las consecuencias de esta pobreza tendrá consecuencias muy graves. Hay que tener en cuenta que estos datos de Cáritas no incluyen la labor de Cruz Roja y de otras organizaciones sociales empeñadas, de manera solidaria, en que la desigualdad disminuya. Diversas administraciones públicas, ayuntamientos, comunidades autónomas, desarrollan diversas iniciativas para mitigar este drama, drama que pasa desapercibidos, un 30% por ciento de la población se puede decir que es invisible. La imagen pública del país, en general, es «aquí no pasa nada». Millones de personas aprovechan vacaciones y  puentes, se desplazan dando la impresión de que en España todas y todos comen tres veces por día. El turismo crece vertiginosamente pero el personal que trabaja en los hoteles cobra salarios miserables. Crece en parte gracias al terrorismo. Las reformas laborables han dado resultado beneficiando a los empleadores. A todo esto es un tabú proponer aumentar la recaudación y recuperar lo perdido por los sucesivos recortes., y ni hablar de desarrollar el llamado Estado del Bienestar.

(*)Reproducido con autorización de Héctor Anabitarte