Ana María Ponce escribía poemas cuando podía. Estaba cautiva en la ESMA pero se las ingeniaba para garabatear versos a escondidas que le salían desde el alma. Ella no sobrevivió al horror, pero sus escritos llenos de vida pudieron ser rescatados. Este sábado un homenaje en el Museo Sitio de Memoria la recordará en toda su hondura.
«Para que la voz no se calle nunca,
para que las manos no se entumezcan,
para que los ojos vean siempre la luz,
necesito sentarme a escribir
en este preciso momento en que
todo comienza a ser silencio»…
Ana María Ponce escribía poemas cuando podía, a escondidas. No era su cautiverio en la ESMA un lugar propicio, pero aún así encontró cómo garabatear letras que le salían desde el alma. Algunos están escritos a mano y otros mecanografiados; muchos tienen correcciones, tachaduras.>
Fuente: Revista Haroldo
http://revistaharoldo.com.ar/nota.php?id=235