Aunque no se lo admita abiertamente, la guerra de Malvinas es, para buena parte de nuestra opinión ilustrada, una vergüenza. Un episodio despreciable, promovido por un militar borracho y sostenido por un pueblo inconsciente que llenó la Plaza de Mayo. Hay argentinos que aun sostienen una posición muy negativa sobre la guerra de 1982 y persisten en interpretarla como un intento de la dictadura criminal de salvarse de su terrible gestión. Esta perspectiva fue reforzada con los argumentos humanitarios de lástima para con los combatientes: “jóvenes soldados víctimas de la dictadura”, la imagen de los “chicos de la guerra”, una generación de “antihéroes” empujada al matadero o al suicidio. >
Fuente: La Baldrich