En Moreno al 500 encontraron la mayor cisterna de lluvia de la ciudad, una pieza ya rara de dos siglos o más. Era del caserón de Rosas, pero molestaba para hacer catorce pisos con cocheras en pleno casco histórico. Y fue destruida con excavadoras.
Es un clásico de fin de año, el de la demolición artera y a contramano, la del desastre en una obra que no cumple la ley. Es como si el calor y las fiestas le hicieran sentir a los profesionales del rubro que van a zafar mejor, que nadie mira. Este año, la tradición se repitió de una manera más complicada y matizada, como para demostrar la debilidad de las leyes vigentes, la placidez hacia los especuladores y la demencial falta de conciencia de que perdemos todo nuestro pasado. >
Fuente: Pagina 12
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