(Capriasca, Suiza, 29 de mayo de 1892-Mar del Plata, 25 de octubre de 1938)
A los cuatro años de edad, la pequeña Alfonsina, llega junto a su familia desde Suiza a la ciudad de San Juan en Argentina. Tras la muerte de su padre, se muda a Rosario. Allí su madre, funda el “Café Suizo”, donde con solo diez años, Alfonsina trabajó lavando platos y atendiendo mesas.
Años después se emplea como obrera en una fábrica de gorras y en 1907, por una vuelta del destino, reemplaza a una actriz en la compañía de teatro Manuel Cordero, y recorre Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán junto con un elenco de artistas.
“A los trece años estaba en el teatro. Este salto brusco, hijo de una serie de casualidades, tuvo una gran influencia sobre mi actividad sensorial, pues me puso en contacto con las mejores obras del teatro contemporáneo y clásico (…). Pero casi una niña y pareciendo ya una mujer, la vida se me hizo insoportable. Aquel ambiente me ahogaba”.
Finalizada la recorrida teatral decide estudiar la carrera de maestra e inicia sus primeros pasos en la literatura.
El 21 de abril de 1912, a los 20 años, nace su hijo Alejandro. Este es un momento bisagra de su vida, que la convertirse en madre soltera en medio una sociedad machista. En esta época, Argentina ha sancionado recientemente la Ley Sáenz Peña que extiende el derecho al voto. Pero continúa discriminando de la posibilidad política a las mujeres y a los inmigrantes. En esta coyuntura Alfonsina escribe:
“La mujer podrá no desear participar en la lucha política, pero desde el momento que piensa y discute en voz alta las ventajas o errores del feminismo, es ya feminista, pues feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujer, en cualquier campo de la actividad”.
Los próximos años de Alfonsina se mezclan entre miserias agudas y unas poco menos terribles. Reuniones de artistas que construyen la vanguardia post moderna, que hace eco en América Latina retomando en la escritura una nutrida expresión de sentimientos propios del neo romanticismo.
Sumando años, Alfonsina se alimenta de una importante participación en el gremialismo literario, y escribe colaboraciones en el diario Crítica y en La Nación.
Con las canas cubriendo su cabeza, es nombrada jurado por el Intendente Municipal, y al ser la primera vez que esa posición es ocupada por una mujer, la escritora expresó:
“La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina”.
En 1935 es operada de un cáncer de mama, y en 1938 abrumada por el dolor que le causa la enfermedad, se lanza hacia el mar desde un acantilado de la costa de Mar del Plata.
Al día siguiente de su muerte se publica en el diario La Nación su último poema llamado “Voy a dormir”:
“Déjame sola: oyes romper los brotes…
Te acuna un pie celeste desde arriba
Y un pájaro te traza unos compases
Para que olvides… Gracias… Ah, un encargo:
Si él llama nuevamente por teléfono
Le dices que no insista, que he salido”
Fuente: Once-ida
http://once-ida.blogspot.com/2010/11/programa-31-alfonsina-storni.html