Una de Hitchcok. Por Juan Sasturain

Se padece, haciéndole el aguante
al equipo. Sufrir, cada partido,
el miedo de que esté todo perdido
y al final, zafar en un instante.
Pero hay placer también en la flagrante
angustia que despierta la libido.
Del gordo Hitchcock hemos aprendido
a gozar del suspenso, una constante.
De sus películas, recuerdo una
con Tippi Hedren de hace muchos años
que hoy vuelve, memoria inoportuna.
Bajo el sol cenital hay algo extraño:
sombras que giran sobre la tribuna,
buitres posados en el travesaño.

Forges El Pais 23 de Junio 2014