18 de diciembre – “Es una revuelta popular de una Francia que no llega a fin de mes. Por Eduardo Febbro. Desde París.

El autor francés Kempf destaca que, lejos de centrarse en una sola exigencia, la revuelta amarilla puso en foco las grandes desigualdades y colocó la ecología y su relación con la justicia social en el ojo de la tormenta.
¿Fin de todo? O apenas una estación más en el amplio movimiento de lucha de los pueblos contra el poder que los oprime, contra la injusticia y la desigualdad. El llamado quinto acto (manifestaciones durante el fin de semana) del movimiento de los chalecos amarillos parece anticipar una pausa en lo que fue la revuelta más poderosa que ha explotado en Francia en el último cuarto de siglo. Luego de que el gobierno cediera y retirara para 2019 las medidas fiscales sobre los combustibles que desencadenaron la revuelta, aplazara el aumento de la luz y el gas y, más tarde, según anunció el presidente Emmanuel Macron decidiera un aumento del salario mínimo, la pujanza de la insurgencia se diluyó sin apagarse por ello. Lejos de haberse aplacado, la rabia contra el jefe del Estado sigue presente. >
Fuente: Pagina 12