En 1999, la FAO anunció en uno de sus documentos[1] que la humanidad había perdido, a lo largo del siglo veinte, el 75% de sus recursos fitogenéticos. Es decir, las semillas que heredamos de nuestros ancestros.
La semilla agrícola es siempre el resultado de largos procesos de adaptación. Tomemos el caso del maíz: la necesidad y el gusto hizo que, hace unos diez mil años, campesinos en México le pusieran esperanza a una hierba silvestre que crecía en la zona, el teosinte.>
Fuente: ALAINET
http://www.alainet.org/es/articulo/176918