
Hace unos meses, Eduardo Pulega narró al tribunal cómo sucedió su secuestro el 28 de agosto de 1976. Estaba en su puesto, en la planta de sub-armado de la Ford, cuando le avisaron que lo buscaban. El superintendente y el capataz general lo llevaron hasta la Oficina de Personal, de donde salió encapuchado, maniatado, golpeado y escoltado por soldados. Ahora, habló su supervisor: “Yo lo entregué”.
En la nueva audiencia del Juicio a Ford, declararon cuatro testigos, dos de los cuales, por su rol dentro de la estructura jerárquica, hicieron brillar los colmillos de los abogados querellantes y la fiscalía. Bien aprovechados, estos testimonios suman material para explicar cómo funcionó la cadena de mando de la empresa al decidir y operativizar las detenciones de los trabajadores y delegados gremiales durante el terrorismo de Estado.>
En la nueva audiencia del Juicio a Ford, declararon cuatro testigos, dos de los cuales, por su rol dentro de la estructura jerárquica, hicieron brillar los colmillos de los abogados querellantes y la fiscalía. Bien aprovechados, estos testimonios suman material para explicar cómo funcionó la cadena de mando de la empresa al decidir y operativizar las detenciones de los trabajadores y delegados gremiales durante el terrorismo de Estado.>
Fuente: La Tinta (original de El Cohete a la Luna)
https://latinta.com.ar/2018/09/yo-lo-entregue/