Una tarde de invierno –acaso del año 1969– un pequeño grupo de estudiantes de Filosofía de la UBA, tocamos el timbre del departamento 7° “30” de la avenida Rivadavia 2341, a pocas cuadras de la vieja Plaza Once. Nos abrió la puerta su mujer (Elbia) y un poco detrás nos estaba sonriendo –con la bonomía de siempre- don Leopoldo Marechal.
Ninguno de nosotros lo conocía personalmente, pero todos éramos ya fervientes lectores suyos y su “Adán Buenosayres” (publicado en 1948) era para nosotros una mixtura impecable de literatura, poesía y filosofía. Novela ésta donde las tres cuerdas mayores de la lírica marechaleana aparecieron en todo su esplendor.
Pero nos era mucho más cercana en el tiempo y más explícitamente política, su segunda novela “El Banquete de Severo Arcángelo” (1965). El “Adán” le costó a Marechal la excomunión de las grandes cofradías literarias porteñas, “El Banquete” marcaba un cierto regreso.>
Fuente: Punto UNO
Ninguno de nosotros lo conocía personalmente, pero todos éramos ya fervientes lectores suyos y su “Adán Buenosayres” (publicado en 1948) era para nosotros una mixtura impecable de literatura, poesía y filosofía. Novela ésta donde las tres cuerdas mayores de la lírica marechaleana aparecieron en todo su esplendor.
Pero nos era mucho más cercana en el tiempo y más explícitamente política, su segunda novela “El Banquete de Severo Arcángelo” (1965). El “Adán” le costó a Marechal la excomunión de las grandes cofradías literarias porteñas, “El Banquete” marcaba un cierto regreso.>
Fuente: Punto UNO