Primer movimiento. El 22 de junio de 1986 fue un domingo soleado, frío e inquietante para mí, esencialmente por dos motivos: Argentina jugaba los cuartos de final del campeonato mundial de fútbol contra Inglaterra en el Estadio Azteca de la Ciudad de México, y mi editor de la editorial Contrapunto, Eduardo Luis Duhalde, me perseguía para que le entregara el prólogo a La noche de los lápices que yo había demorado. >
Fuente: Caras y Caretas
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