24 de Diciembre – Capítulo nº 13 de las “Memorias de un niño peronista”, de Teodoro Boot.

Esta vez al doctor Rofo no le resultaría fácil proseguir con su clase magistral sobre la corrupción, la venalidad y el oprobio del Gran Embaucador, como a veces llamaba al Tirano Prófugo.
Lo primero sería tranquilizar a Pablito Serún, que manifestaba una creciente irritación contra los curas, quienes -según había podido comprender- habían obligado a Perón a casarse con un paralítico, y con ánimo belicoso, revoleaba el largo cuchillo con que mi tío Rodolfo cortaba el pan de miga. Para agravar las cosas, se le había metido entre ceja y ceja que el diariero Miguel era uno de esos curas, lo que no hizo más que incrementar la natural indignación que el diariero Miguel llevaba como estandarte en su tránsito por la vida.
Finalmente, mi tío consiguió tranquilizar al rumano o húngaro o vaya uno a saber, y una vez que Carlitos y Alberto Culacciati dejaron de reír, el doctor trató de retomar el hilo de su explicación.>
Fuente: Revista ZOOM

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