Cuando en la mañana del lunes Cristina Fernández de Kirchner compareció por segunda ocasión frente a la justicia federal por causas que empiezan a perder sustento estuvo a punto de terminar sus días apachurrada por la marea humana que, vaya donde vaya, la acompaña con devoción y fervor militante.
Al salir de los tribunales, el coche que transportaba a Cristina, a vuelta de rueda, se detuvo. Cientos de gendarmes habían empezado a repartir golpes de tolete para dispersar a sus seguidores. La ex presidenta bajó del automóvil y, sumergiéndose temerariamente entre la multitud, puso el cuerpo frente a los uniformados: «¡No le peguen a la gente, péguenme a mí, cobardes!», exclamó.>
Fuente: La Jornada, mx
Al salir de los tribunales, el coche que transportaba a Cristina, a vuelta de rueda, se detuvo. Cientos de gendarmes habían empezado a repartir golpes de tolete para dispersar a sus seguidores. La ex presidenta bajó del automóvil y, sumergiéndose temerariamente entre la multitud, puso el cuerpo frente a los uniformados: «¡No le peguen a la gente, péguenme a mí, cobardes!», exclamó.>
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