1º de Feb. 2022 Boletín Nº 251 de la CEAM. 3 de Feb Batalla de San Lorenzo

Boletín Nº 251 de la CEAM. Para verlo sigue el enlace más abajo.
Secciones: Editorial de la Comisión de Exiliados Argentinos en Madrid, Leyes Reparatorias, Argentina, Juicios, España, Internacional, Opinión, Cultura/Historia Popular. Ver nuestra página. 251-Boletin Nº 251
Editorial del Nº 251: “Un escritor y periodista inolvidable Por Cristian Vitale
25 años se cumplen hoy sin Osvaldo Soriano, y se podría seguir abundando en las huellas estéticas de su literatura popular. Pero lo más profundo no hubiese sido tal sin el hombre que estaba detrás. Y el hombre que estaba detrás no era más que uno de nosotros, con el plus de saber imaginar, crear y escribir. ¿Qué más sino para ser un escritor del pueblo? Qué más, que recordar que hubo un tiempo en que sus libros se vendían como helados en verano. Que el teatro, pero sobre todo el cine, lo adoptaron como fuente inagotable de historias para contar.
     Inserto a fuego en el imaginario argento está el traspaso a la pantalla grande de No habrá más penas ni olvido. Facilitadora de actuaciones memorables como las del delegado municipal Ignacio Fuentes (Federico Luppi), del loco Juan (Miguel Ángel Solá) y del fumigador Cerviño (Ulises Dumont), los compañeros que intentaron salvar las banderas del peronismo en la mítica Colonia Vela, algo que ni Calvino ni el prologuista del libro lograron entender.
     Novela clave para evocarlo, claro… necesaria para desentrañar sus intenciones desde la parte hacia al todo. Cierto es que la forma en que el marplatense puso a los personajes en acción dio pié a algunas interpretaciones que, subidas a la ola de la teoría de los dos demonios paradigmática de la década del ochenta y utilizada en favor de la candidatura de Alfonsín en desmedro de la de otro Italo (Luder), intentaron poner al peronismo del momento en ridículo. Pero no es eso lo que aparece cuando se la lee en fino la historia, al margen del prejuicio antiperonista. De una relectura más acorde al propósito del autor, surge que la novela es más bien una impecable síntesis de las diferencias ideológicas que llevaron al enfrentamiento, sin la necesidad de ejercer análisis eruditos, academicistas o sesudos. Están los traidores, y la “oligarquía marxista”. Está el policía bueno, y los malos. Están los peronistas genuinos acusados del bolches, la JP, las manoplas de acero, y los engaños típicos de la derecha en connivencia con la prensa –más actual, imposible— que el bandido Guglielmini, encarnado genialmente por Lautaro Murúa –luego director de Cuarteles de invierno– prepara ante los suyos: “Ya saben lo que hay que decir.         Comunistas, armas, la bomba de la CGT, el atentado –autoinfligido—contra mi auto, y que me salvé porque hay Dios” (pag 72). O el simbolismo sin matices de veinte páginas atrás, cuando el bando reaccionario tirotea el municipio donde se parapetaban los otros, y le pegan al cuadro de Perón que primero se tambalea, y luego cae al suelo. Impecable analogía.
     Primero obrero metalúrgico y embalador de manzanas. Luego “bicho de redacción”, con alto peregrinaje por diarios y revistas –El Eco de Tandil, La Opinión, Primera Plana, Noticias, El Cronista Comercial–, sufrió el exilio al igual que cualquiera que osara ser como él, así de popular, así de querible, así de atrevido. Así de comprometido, como esa pluma que no pudieron callar de arrebato.
     Que siguió deslizándose sobre papeles en blanco en la París que lo recibió. Ahí están, para quien los quiera ver, sus artículos en la revista Sin censura, en los diarios El país o Le Mondé. O más acá en el tiempo sus inolvidables artículos en PáginaI12. Uno en particular que da por tierra con cualquiera de las acusaciones de gorila que se posaron sobre él. “Mandaba el General y a mí me resultaba incomprensible que alguien se opusiera a su reino de duendes protectores (…) Aquel año en que empezó la tragedia (1955) escuchaba por la radio la `Marcha de la Libertad` y las bravuconadas de ese miserable que se animaba a levantarse contra la autoridad del General. El tipo todavía era contraalmirante y no se sabía nada de él. Ni siquiera que había sido cortesano de Eva. Todavía no había fusilado civiles ni prohibido a la mitad del país. Era apenas un fantasma de anteojos negros que bombardeaba Puerto Belgrano y avanzaba en un triste barco de papel”… escribió por caso en un artículo llamado precisamente “Gorilas”, donde Perón es el bueno; e Isaac Rojas, el traidor.
…Vale recordar –pese a sus giros– para recordarlo bien
Fuente: Pagina 12
CEA-Madrid 31 de Enero 2022