Imagen: Marcos.
Los sucesos de junio de 1956 en fragmentos de la novela de Teodoro Boot, «Sin árbol sombra ni abrigo». Segunda parte: Cabeza, músculo y corazón
“A mi adorable Nélida
Al escribir estas líneas ya estamos a sólo minutos de la Revolución Peronista que se levanta contra la más grande tiranía que avasalló con todas las garantías constitucionales de nuestra querida Patria. Sé que cuando las recibas yo estaré muy lejos de esta tierra y te habré causado el dolor más grande de mi vida, pero tú sabes cuánto te adoro. Precisamente porque te quiero con locura, a ti y a nuestro adorado Carlitos, es que voy a esta lucha; porque no concibo la esclavitud de mi pueblo que sería nuestra misma esclavitud y miseria.
Tal vez no alcance a ver el maravilloso sol de la victoria, pero sí lo verás tú y el pequeño.
Que me perdonen mis padres por tanta lucha, pero quiera Dios que sirva de Paz y de Gloria para todos los argentinos.
Siempre tuyo.
Osvaldo Albedro”
El comando L 113
En la esquina de avenida Mitre y Vélez Sarfield, el joven Rubén Mouriño esperaba la camioneta con la que iría a buscar un radiotransmisor. Debía llevarlo hasta la escuela técnica de Avellaneda.
–Le llevás el trasmisor a Lugo y te vas –le ordenó Miguel Ángel, su padre, mirándolo fijamente como para que le quedara grabado el “te vas”.
Rubén tenía quince años y era la primera vez que participaba de un movimiento revolucionario. Miguel Ángel, principal impulsor del misterioso comando L113, tenía poco más de 40 años y también era nuevo en eso de formar parte de un movimiento revolucionario.>
Fuente: Revista ZOOM