«Hoy por hoy, el punto de partida de la reconstrucción nacional argentina no puede ser Perón sino Yrigoyen, aunque Perón haya llegado mucho más lejos que Yrigoyen… o tal vez justamente por eso», afirma el autor. El espejo López Obrador.
El discurso de Andrés Manuel López Obrador fue (es) un “discurso yrigoyenista” de alcance casi universal: se trata de regenerar la moral de una nación, lo cual equivale a decir, de los seres humanos que viven en ese espacio geográfico y político.
Es un discurso de una potencia inusitada, especialmente proviniendo de un hombre que es tal y cómo es y parece que es. Y (dicho sea para ilustración de quienes simplifican y generalizan hasta la exasperación sucesos, discusiones y conceptos) que profesa un protestantismo evangelista –ignoro si adherente a la iglesia pentecostal, como lo fue el del admirado Leopoldo Marechal. Y que así vive, ya que así es AMLO, y así ha recorrido más de 40 años de vida política: nunca fue ni pretendió ser un hombre que proviniera desde fuera de la política. Por el contrario: reivindicó la política, en tanto la política es idea, es proyecto, pero también es conducta. Y es (y tantos zonzos de los nuestros descalifican el concepto) ética, que es colectiva pero que para ser colectiva, para existir como colectiva, necesita previamente ser individual. Es decir, ser moral.>
Fuente: Revista ZOOM