27 de Marzo – Cortázar, París y la cuarentena. Por Eduardo Febbro

Imagen: Retrato de Cortazar por Claudio Tomassini
Desde París. A veces las cosas se lanzan por ahí, sin que nadie las convoque o las organice. Hace rato que atraviesa la ciudad y se cruza en el camino, como si me golpeara el hombro para que me acordara de algo. Por eso hoy me acerqué hasta su casa. Siempre me ha costado volver. El recuerdo del último encuentro con Cortázar me estremece aún.Desde París. A veces las cosas se lanzan por ahí, sin que nadie las convoque o las organice. Hace rato que atraviesa la ciudad y se cruza en el camino, como si me golpeara el hombro para que me acordara de algo. Por eso hoy me acerqué hasta su casa. Siempre me ha costado volver.
https://gatosyrespeto.files.wordpress.com/2014/07/osvaldo_soriano_3.jpg«El Negro» de Osvaldo Soriano
El recuerdo del último encuentro con Cortázar me estremece aún. Estaba solo en su departamento, ya había fallecido Carol, su compañera, y unos días antes se le había roto el grabador de cinta Uher donde, como buen melómano, grababa los discos. Tenía los ojos tristes y pesados como esos niños que extrañan a sus padres. Recordar una tristeza también puede ser entrañable.Unas semanas antes de ir, apareció en un restaurante, después en el Métro con aquella mujer que iba leyendo un libro suyo, luego se asomaron esos chicos argentinos delante de la estatua de San Martin y el comentario que hacían sobre su obra, un tiempo más tarde la rayuela pintada sobre la vereda de la rue Faidherbe, delante de un negocio que vende discos usados y cuya vitrina está enteramente cubierta con discos de vinilo, en su mayoría de jazz. El negocio se llama Le Silence de la Rue (El silencio de la calle). Luego surgieron las dos rayuelas, una azul y otra amarilla, trazadas en la vereda de la Cité Chabrol, donde me mudé unos días cuando empezó el confinamiento para estar cerca de los hospitales y poder realizar reportajes sobre el trabajo de los médicos. Antes de que París se asemejara a un imperio abandonado hubo aquella inaudita secuencia en el bar de Maurice, en la Rue Froidevaux. El siempre pensó que esos encuentros eran mensajes exclusivos del destino.
Imagen: Rocco observando el mundo desde la buhardilla
A fuerza de sumar coincidencias tan conectadas entre si, con esa frescura cargada de sentidos que tiene el azar, era necesario prestarle atención. Por eso fui hasta su última casa. Lo que pasó en la puerta del edificio fue un epilogo mágico que vino a completar todos los demás azares, y el previo, el más contundente.>>>Cortázar tenía una gata, Flanelle, cuyo cuidado, cada vez que se iba de viaje, recaía en otro de los escritores-gatos argentinos que vivieron en París, Osvaldo Soriano. Oops y Flanelle y Cortázar y París escondida en si misma y Buenos Aires y el mundo y los duendes de las palabras y la puerta de la casa del escritor-gato donde se había perdido un gato.>>>
Fuente: Pagina 12
https://www.pagina12.com.ar/255564-cortazar-paris-y-la-cuarentena