31 de Octubre – documental: «Argentina, 1985».

Imagen: AFP (Fuente: AFP)
Para salvaguardar la memoria y el legado de Víctor Basterra
Es una película que dispara muchas sensaciones y opiniones, pero podría haber sido más amable con la historia de nuestro viejo, sobreviviente del horror y la tortura y luchador incansable para que los genocidas “no se la lleven de arriba”.
Dos días después del estreno de Argentina, 1985, compañeres de La Retaguardia nos invitaron a Teresa Laborde Calvo, la hija de Adriana Calvo y a mí (Eva, hija de Víctor Basterra) a ver la película al cine para después hacer una crónica y un vídeo/entrevista de nuestras impresiones. A medida que transcurría el film pasaban muchas cosas por mi cabeza. En este relato nos atrevemos a plasmar algunas pocas sensaciones o las que nos van atravesando a medida que el tiempo avanza y la temática va creciendo.>
Fuente: Pagina12
https://www.pagina12.com.ar/492978-para-salvaguardar-la-memoria-y-el-legado-de-victor-basterra
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El texto que Borges escribió a partir del testimonio de Víctor Basterra. Por Juan Pablo Csipka
El escritor presenció la declaración del obrero gráfico en el Juicio a las Juntas.
Víctor Basterra fue secuestrado con su esposa Dora Laura Seoane y su hija María Eva Basterra Seoane de dos meses,
el 10 de agosto de 1979 y llevado a la ESMA. El obrero gráfico fue torturado y pudo sacar, clandestinamente, fotos de los secuestrados y de los represores. Liberado, el hostigamiento de los marinos siguió hasta agosto de 1984. Su odisea la relató el 22 de julio de 1985 en el Juicio a las Juntas. Fue el testimonio más extenso, de entre todos los que testificaron en el histórico proceso judicial a los nueve comandantes. Y tuvo entre quienes lo presenciaron ese día en el Palacio de Tribunales a Jorge Luis Borges, que escribió sobre la experiencia de haber ido a esa audiencia.
Así fue como el anciano narrador y poeta tuvo su último gesto político aquél día de invierno. La nota la publicó la agencia EFE y, días más tarde, la reprodujo el diario El País de Madrid. Esto es lo que le generó a Borges el testimonio de Basterra, que acaba de morir.>
Fuente: Pagina 12
https://www.pagina12.com.ar/304315-el-texto-que-borges-escribio-a-partir-del-testimonio-de-vict
La nota de Jorge Luis Borges
Texto que Borges escribió el lunes 22 de Julio de 1985 y que publicó El País de Madrid
Lunes, 22 de julio de 1985
He asistido, por primera y última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido unos cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Yo esperaba oír quejas, denuestos y la indignación de la carne humana interminablemente sometida a ese milagro atroz que es el dolor físico. Ocurrió algo distinto. Ocurrió algo peor. El réprobo había entrado enteramente en la rutina de su infierno. Hablaba con simplicidad, casi con indiferencia, de la picana eléctrica, de la represión, de la logística, de los turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos. También de la capucha. No había odio en su voz. Bajo el suplicio había delatado a sus camaradas; éstos lo acompañarían después y le dirían que no se hiciera mala sangre, porque al cabo de unas sesiones cualquier hombre declara cualquier cosa. Ante el fiscal y ante nosotros enumeraba con valentía y con precisión los castigos corporales que fueron su pan nuestro de cada día. Doscientas personas lo oíamos, pero sentí que estaba en la cárcel. Lo más terrible de una cárcel es que quienes entraron en ella no pueden salir nunca. De este o del otro lado de los barrotes siguen estando presos. El encarcelado y el carcelero acaban por ser uno. Stevenson creía que la crueldad es el pecado capital; ejercerlo o sufrirlo es alcanzar una suerte de horrible insensibilidad o inocencia. Los réprobos se confunden con sus demonios; el mártir, con el que ha encendido la pira. La cárcel es, de hecho, infinita.
De las muchas cosas que oí esa tarde y que espero olvidar, referiré la que más me marcó, para librarme de ella. Ocurrió un 24 de diciembre. Llevaron a todos los presos a una sala donde no habían estado nunca. No sin algún asombro vieron una larga mesa tendida. Vieron manteles, platos de porcelana, cubiertos y botellas de vino. Después llegaron los manjares (repito las palabras del huésped). Era la cena de Nochebuena. Habían sido torturados y no ignoraban que los torturarían al día siguiente. Apareció el Señor de ese Infierno y les deseó Feliz Navidad. No era una burla, no era una manifestación de sí mismo, no era un remordimiento. Era, como ya dije, una suerte de inocencia del mal.
¿Qué pensar de todo esto? Yo, personalmente, descreo del libre albedrío. Descreo de castigos y de premios. Descreo del infierno y del cielo. Almafuerte escribió: «Somos los anunciados, los previstos, / si hay un Dios, si hay un punto omnisapiente; / y antes de ser, ya son, en esa mente, / los Judas, los Pilatos y los Cristos».
Sin embargo, no juzgar y no condenar el crimen sería fomentar la impunidad y convertirse, de algún modo, en su cómplice.
Es de curiosa observación que los militares, que abolieron el código civil y prefirieron el secuestro, la tortura y la ejecución clandestina al ejercicio público de la ley, quieran acogerse ahora a los beneficios de esa antigualla y busquen buenos defensores. No menos admirable es que haya abogados que, desinteresadamente sin duda, se dediquen a resguardar de todo peligro a sus negadores de ayer.<
Fuente: El País 22 de Julio de 1985
https://elpais.com/diario/1985/08/10/opinion/492472809_850215.html