
La pistola de una mano anónima apunta a su cabeza, cara a la muerte. El resplandor como tímido fondo de un cauto amanecer no borra la negrura de la noche. Olivos, pedruscos y la sombra del poeta rodean la fosa en los alrededores de Alfacar (Granada). Por la contraportada desfilan el resto de víctimas que acompañaron a Federico García Lorca en la hora final. A paso lento, le sigue Dióscoro Galindo, el maestro republicano y cojo de Pulianas. Al fondo, un guardia de asalto sujeta en lo alto del vehículo a uno de los banderilleros anarquistas —Francisco Galadí o Joaquín Arcollas— que cayeron también en aquella jornada de odio, sangre y hiel…>
Fuente: El País