14 de Septiembre – Para John William Cooke. Por Horacio González.

/Recomendado) ¿Acaso se apagan los nombres, fallecen las pequeñas luces que cruzan el cielo y a veces confundimos con extraños deshechos satelitales? Estaríamos tentados a decir que Cooke vive, con un empecinamiento que caracteriza a todos los seres vivos –puesto que de allí lo tomaron las religiones–, para dotar de eternidad a todo lo que ha sucumbido. Puro voluntarismo que no inmuta a ningún ser que entiende que es perecedero porque todo lo es. Como esta declaración de que vive alguien despojado de la vida, que solo habla del empeño de declararse a uno mismo el apéndice duradero de una memoria. Ilusión. De nada sirve que le adviertan que ya no es tiempo, que unas pesadas hojas de acero laminado se han dado vuelta a sus espaldas. Si no escuchó el estruendo, allá él. Pero igual ensayamos, cotejamos, modulamos. “Cooke vive”. No ha sonado mal, pero aun así hay un pequeño zumbido, allá en el fondo de esa exclamación, que casi hicimos en sordina. Y la perturba, la ahueca. Es algo que dice que aún falta un tramo más, una pizca mayor de autenticidad, para dar verosimilitud a lo inverosímil.>
Fuente: Pagina 12
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