Boletín Nº 211 de la CEAM. Para verlo sigue el enlace más abajo.
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Editorial: “Después de la furia”. Por Enric Juliana
Detrás de la furia hay dos palabras: “Gobierno ilegítimo”.
Detrás del pico de crispación de esta semana, -crispación: epidemia que asola la vida pública española desde hace más de treinta años-, está el anatema lanzado desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados durante la tormentosa sesión de investidura de Pedro Sánchez: “Gobierno ilegítimo”. La acusación fue lanzada por Vox, organización política de inspiración trumpista, calificada esta semana por el periódico norteamericano The New York Times como “la peor derecha de la democracia y la más peligrosa”, ante la cual el Partido Popular no quiso, no supo o no pudo trazar una clara línea de separación. En las últimas semanas, en el peor momento de la epidemia, el PP ha acusado al actual Ejecutivo de haberse transformado en una “dictadura constitucional” y de actuar de manera “totalitaria”.
Las palabras nunca son neutras en política. Tampoco son inocuas en los demás órdenes de la vida. Las palabras pueden pacificar un país, pueden ordenarlo, pueden darle esperanza o pueden incendiarlo. Contra un Gobierno ilegítimo vale todo. Contra una dictadura es legítima la rebelión, incluso una rebelión armada. Contra un régimen totalitario, la desobediencia es una obligación moral. El Gobierno fue declarado “ilegítimo” por buena parte de la oposición durante la primera semana de enero. Esa acusación, jaleada por diversos medios de comunicación, ha calado en determinados sectores de la sociedad –no mayoritarios según todas las encuestas- y en determinados círculos del aparato del Estado. La acusación de ilegitimidad es alimentada, de manera sutil e indirecta, por las posiciones “moderadas” que maniobran entre bastidores para provocar un cambio de alianzas en los próximos meses. Algunos despachos quisieran tener más poder que el Parlamento.
Acusaciones de ilegitimidad y maniobras orquestales. Dos en uno. Acusaciones de ilegitimidad, maniobras orquestales en la oscuridad y las torpezas de un Gobierno cuyos apoyos parlamentarios son en algunos momentos tan inestables que invitan a la conspiración. Tres en uno. Enero del 2020, ahí empezó una estrategia de la tensión que la epidemia ha multiplicado por 19, hasta extremos que empiezan a resultar insoportables para una mayoría de la sociedad, esencialmente preocupada por la salud y por el retorno a una normalidad averiada. La percepción ciudadana de que la política se ha convertido en uno de los grandes problemas de España no cesa de aumentar. Quizás sea este el principal objetivo de la estrategia de la tensión: acabar de romper los lazos entre política y sociedad. Aplanar la curva de confianza, hasta provocar el derrumbe de un Gobierno libremente elegido por el Parlamento hace seis meses.
Paradójicamente, en un país tan aparentemente dividido, la implantación del Ingreso Mínimo Vital, medida que hace un año habría levantado una terrible polémica, con severas acusaciones de colectivismo, no ha sido recibida con lanzas guerreras. Es significativo. Nadie quiere enemistarse con las personas que lo han perdido todo. Nadie está muy seguro de lo que pueda pasar mañana. Sólo hay dos datos positivos en el horizonte: la certeza de que la epidemia está siendo dominada y el programa europeo de recuperación. Todo lo demás es ruido y maniobra. Esa es la verdad última de un país que algunos días da miedo. Muchas son las causas, pero dos palabras lo resumen todo: Gobierno ilegítimo.
Fuente: La Vanguardia https://www.lavanguardia.com/politica/20200530/481448546909/enric-juliana-despues-de-la-furia-enfoque.html
CEA-Madrid 31 de Mayo de 2020