23 de Agosto – Economía, odio de clase e ignorancia. De Discépolo a Flaubert. Por Horacio Rovelli.

Introducción
“Ser imbécil, ser egoísta y gozar de buena salud” es la moralina sobre la cual cabalga el sentido común del macrismo y los sectores beneficiados de este país. El fuerte apoyo que tuvo Cristina Fernández de Kirchner en los barrios obreros del gran conurbano bonaerense es la base de apoyo para poner freno al macrismo. Parafraseando a Discépolo, “Yo no la traje a CFK. ¡Vos los creaste! Con tu intolerancia, con tu egoísmo y con tu crueldad”
Por Horacio Rovelli* (para La Tecl@ Eñe)
La Argentina de las décadas de 1940 a 1960 tuvo un filósofo de cabecera, Enrique Santos Discépolo, a quién retrata otro grande, Homero Manzi, en su tango “Viejo Discepolín”: “Te duele como propia la cicatriz ajena” y ese era el concepto solidario y fraternal, nos sentíamos parte de un pueblo y crecíamos en base al mercado interno, dado que de hecho existía entre los trabajadores y los empresarios que producían y vendían al mercado local, una sociedad, donde los segundos más ganaban cuando más vendían, y para eso necesitaban buenos salarios y altos niveles de ocupación. Empresas trasnacionales como Bunge y Born ganaban más dinero con Molinos Río de la Plata, Alba, Centenera, Grafa, etc. que producían y vendían al mercado argentino, que de sus exportaciones de granos. La empresa nacional Siam Di Tella que producía heladeras, cocinas, calefones, había logrado producir motonetas y el automóvil 1.500, que por su resistencia y bajo consumo era el preferido de los taxistas. Fiat, Renault, y Citroën que se habían radicado en el gobierno de Frondizi, los autos que más producían y vendían eran el Fiat 600, el Renault Gordini y la “Citroneta” respectivamente, básicamente para los asalariados y pequeños productores y comerciantes.>
Fuente: La Tecla Eñe
http://www.lateclaene.com/horacio-rovelli-c1b53