27 de Febrero – El Sol del 27. Por Horacio Vargas.

Y ahora me envían al Rosario. Quieren que vigile el río Paraná ante un posible avance realista desde Montevideo. Salimos de Buenos Ayres el viernes 24 de enero de 1812 a las cinco y cuarto de la tarde. Imposible hacerlo más temprano ante el sol duro del verano, con quinientos hombres del regimiento de infantería, dieciséis carretas tiradas por bueyes, con alimentos, municiones, tiendas de campaña, vestuario y útiles, la caja de caudales y la de la capilla, en el mejor orden posible. Un polvo de tierra se levanta como una gran nube en la marcha hacia el Rosario, son los pies de mis soldados.
En Areco, las aguas son pésimas, el campo está pelado y el ganado muy flaco; la costa oeste del río es muy pantanosa y anduvimos por bañados que en tiempos de lluvias serían de penoso tránsito; en Chacras de Ayala los campos son llanos, hermosos con las lluvias, el agua de pozo es muy buena; se ha cocinado con leña y huesos; en Arrecifes, la tierra empieza a elevarse en lomas, los caminos son excelentes tanto como el manantial de agua que encontramos; lavamos nuestras ropas en el río, se trajo el ganado… Cruzamos sin problemas el arroyo Ramallo, algo barrancoso pero casi sin agua.>
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