7 de Octubre – En torno al debate sobre el Estado de Derecho. Bajo el signo del poder de policía. Por E.  Raúl Zaffaroni.

  Introducción
Raúl Zaffaroni afirma en esta nota escrita para La Tecl@ Eñe, que vivimos bajo el signo del poder totalitario colonialista y delincuencial que no instala una dictadura sino que degrada el Estado de Derecho como producto de las perforaciones que logra el Estado de policía contenido en el esquema ideal de las democracias.
Por E. Raúl Zaffaroni*(para La Tecl@ Eñe)

Nuestra idea de “dictadura” suele evocar la última y, para los más memoriosos, la de 1955 o incluso la de 1930, sin contar con otros periodos más discutibles. Preocupa que con ese concepto difuso a veces se hable hoy de una “dictadura”, porque confunde la naturaleza del actual momento político y equivoca la crítica.
Decididamente, no vivimos bajo una dictadura, porque ese modelo está pasado de moda: corresponde a una etapa anterior del colonialismo, que si bien continúa con su estrategia de profundizar nuestra condición periférica, lo hace ahora con tácticas diferentes a las dictatoriales.>
Fuente: La TeclaEñe
http://www.lateclaene.com/ral-zaffaroni-democracia-o-dictadura

7 de Octubre – Desaparecer la desaparición. Por Sergio Friedemann

.El límite de la desaparición es la memoria. Sin la construcción de memorias sociales o colectivas, la desaparición sería perfecta, inconmovible. ¿Sería, por tanto, efectiva? Los negacionistas no quieren negar la desaparición, anulándola. Quieren desaparecer la desaparición para afirmarla y dejarla en el pasado como un hecho trascurrido y ejemplificador.
El gobierno nacional parece empeñado en desaparecer la desaparición de Santiago Maldonado. La palabra “parece” no es casual. El Gobierno sabe que (ya) no puede desaparecer la desaparición. >
Fuente: Pagina 12
https://www.pagina12.com.ar/67289-desaparecer-la-desaparicion

7 de Octubre –  El desprecio. Por Osvaldo Soriano.

Aunque parezca haber sido escrita especialmente para la edición de este domingo, esta columna fue publicada en Página/12 en diciembre de 1994.
De todos los racismos el peor es el cotidiano, el chiquito que no culpabiliza. El que piensa, como le escuché decir una madrugada a un conductor de radio: “Yo no soy racista, sólo digo primero nosotros, después ellos”. Ellos no votan, no tiene voz ni ley que los ampare. Pobres primero, negros después. Ahí están como esclavos en fábricas de barrios y suburbios. Bolivianos, peruanos, cabecitas. La Asamblea del Año XIII ya pasó y ellos ni siquiera saben que alguna vez los esclavos fueron liberados también en Buenos Aires.
Afuera se dice cualquier cosa de los argentinos, menos que seamos cordiales o democráticos. Para no desentonar, a veces nos comportamos como fieras. Nada de trasladar al barrio gente que viene de las villas. Que se vuelvan al Norte. Que se jodan si son pobres. No tienen tarjeta de crédito. Y encima admiran a quienes los desprecian. Vienen a robarnos, a quitarnos el trabajo, a violar a nuestras mujeres. A inquietar nuestra conciencia de pequeños propietarios, taxistas, quiosqueros, honestos comerciantes. Alguien podría pensar que somos grandes cabrones que descargan su impotencia en el más infeliz. De ningún modo. Un general de Pinochet dijo una vez a la televisión francesa que no era cierto que la raza blanca se preservara en Chile y la Argentina. “Sólo en Chile”, adujo, porque los argentinos son “casi todos hijos de italianos”.>
Fuente: Pagina 12
https://www.pagina12.com.ar/16737-el-desprecio