Introducción
Atravesando diferentes figuras populares como el Diego y Evita, reflexionamos respecto al duelo personal y colectivo.
Por Martina Evangelista
Dentro de unos meses, el 26 de julio, se cumplirán los setenta años de la muerte de Evita. Murió a los 33 años, la supuesta edad de Cristo. Me doy cuenta de que me faltan solamente seis años para llegar a ese número. Pero como siempre prefiero conmemorar las fechas festivas y no las solemnes, me inclino a recordar: el 27 de febrero de 1946, seis años antes de su muerte, Evita dio su primer discurso tras el triunfo de Juan Domingo Perón. Hacía tan sólo tres días atrás, el general había ganado las elecciones para ser, por primera vez, el Presidente de la Nación.
Esto me hizo reflexionar sobre mi edad y mis logros/derrotas/futuro/pasado: tengo 26 años. Tengo la misma edad que tenía Evita cuando, en aquel primer discurso político, exigió la igualdad de género y marcó como condición fundamental el sufragio femenino. Tengo la misma edad que tenía Evita cuando, días antes de aquellas elecciones, el público del Luna Park no la dejó hablar ya que reclamaba únicamente por la aparición de Perón (“sin corpiño y sin calzón, somos todas de Perón”). Tengo la misma edad que tenía Evita cuando habló por todas y cada una de las mujeres de nuestra Patria: “La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. La mujer debe afirmar su acción, la mujer debe votar”. >
Fuente: Revista Zoom
https://revistazoom.com.ar/el-cuentito/