Tuvo que ocurrir, tal vez, una loca sucesión de hechos para que finalmente entendiera porqué mi madre tuvo dos altares laicos: el de Gardel y el de Eva Perón.
Imagen: Dibujo de Gardel por Justo Barboza. A lápiz. Frankfort 2010
Pasó durante aquella madrugada del 28 de junio de 1969, cuando se cumplía un nuevo y violento aniversario de la dictadura del general Juan Carlos Onganía. La noche del 27, luego de días de preparación, y con la habitual conspiración y clandestinidad, el movimiento obrero y estudiantil planeó numerosos actos relámpago en distintos puntos de la ciudad para exigir el fin de la dictadura y repudiar la visita a la Argentina del gobernador del estado de Nueva York, Nelson Rockefeller, delegado del presidente Ronald Reagan, que personificaba todo lo que debía combatirse por ser considerado uno de los mentores del imperialismo impulsor y sostén de todas las dictaduras latinoamericanas. >>>
La última foto de Gardel, minutos antes del accidente del 24 de junio de 1935.
Mientras nos cebaba unos mates, nos dijo que era peronista “pero de Evita”; que había ido a su velorio con su madre; que había conocido a Gardel de chiquito, cuando ayudaba a su padre como changarín en esos corredores enormes y fríos, que había llorado su muerte con todo el mercado y que lo único que lo hacía sentir orgulloso era cuidar ese templo donde “Carlitos nos cantó”. Es más, tomó una pequeña guitarra del ropero viejo y destartalado y cantó a media voz, como si rezara, “Mi buenos Aires querido/ cuando yo te vuelva a ver/ no habrá más penas ni olvidos”.>>>
Fuente: Caras y Caretas
https://carasycaretas.org.ar/2022/06/05/santos-del-abasto/