19 de Octubre – Para qué quiero la foto. Por Teodoro Boot.

(Yo también recibí las fotos, cuatro, esta mañana y decidí no difundirlas.J Salinas).
Recibí muy temprano en la mañana fotografías de los restos de quien sería Santiago Maldonado. Las imágenes (y la aparición del cuerpo) me provocaron y siguen provocando sensaciones ambivalentes. De hecho, compartí una fotografía con un selectísimo grupo de amigos a los que considero poco impresionables, pero es tan macabra y provoca una pena tan honda que, por ejemplo, no la compartí con mis hijos ni personas de similares características.
La aparición del cuerpo –el momento y el lugar de la aparición– son prácticamente una firma de la autoría del hecho.
No existiendo la menor posibilidad práctica –por más que se haya podido escuchar a más de un pejerto repitiendo la barbaridad– de que el cadáver hubiera sido arrojado “por los K” ni que pudieran haberlo hecho los mapuche –y tal será el sonsonete de funcionarios y medios afines y periodistas complicados en el encubrimiento del crimen–, lo cual equivaldría a, tras sesenta días de cometido el asesinado, dejar en el palier, delante la puerta de casa, el cadáver del cónyuge–, tampoco es lógico –habida cuenta el lugar y la oportunidad– pensar que los restos pudieran haber sido plantados por decisión del propio gobierno nacional, al menos en forma orgánica.
Meneando el pedido de desafuero de De Vido (con el entusiasta apoyo de Néstor Pitrola y los otros tres diputados de un trotskismo absurdo, vuelto una vez más el ala izquierda de la oligarquía), las indagatorias por el memorándum con Irán y la citación a Cristina Kirchner a Comodoro Py, la inopinada aparición del cuerpo de Santiago desorbitaría una situación preelectoral que los estrategas políticos del gobierno creían tener controlada.>
Fuente: Pajaro Rojo