“Creo que no son tiempos de grandes infraestructuras y, además, por ideología, no estoy a favor” Santi Eraso, director cultural de Donostia 2016

Egilea: Jaizkibel Bizirik  |  Atala: Iritziak / Opiniones

Entrevista realizada a Santi Eraso, Director cultural de Donostia 2016 (www.hirian.com)

-La Candidatura a la Capitalidad Europea Donostia 2016 plantea su proyecto como un “desafío para el territorio”. ¿Significa esto que es una iniciativa que va más allá de las fronteras donostiarras?

En este tipo de competiciones, uno de los requisitos es que una ciudad tiene que asumir el liderazgo, en este caso San Sebastián, pero consciente de que, más allá de esa concepción municipalista de la cultura, de la planificación y de la gestión del futuro, hay que pensar desde una concepción de territorio ampliado. Hemos estructurado el programa en torno a un territorio más o menos difuso; no hemos querido que esa territorialización del proyecto se vincule a una comarca concreta, a una provincia o a una nación. No está vinculada a una concepción política, sino más natural. Por eso, hemos utilizado la estrategia de los faros, que van desde Biarritz hasta Zumaia. Uno de esos faros es el de La Plata, que está en Pasaia. A ese programa lo llamamos “Puerto abierto” y lo vinculamos fundamentalmente a la regeneración de esa zona, en relación a las industrias de futuro, a la economía de la cultura, al conocimiento abierto, accesibilidad, redes, comunicación y tecnologías no propietarias. No tocamos el tema del puerto exterior. Yo personalmente, estoy en contra de ese proyecto.

-No le parece bien el proyecto de puerto exterior.

Creo que no son tiempos de grandes infraestructuras y, además, por ideología, no estoy a favor. Lo que sí creo es que toda esa zona hay que reinventarla, pero no creo que deba ser a través de un gran puerto. El tiempo ha pasado sobre la historia de ese lugar y hay que replantearse su futuro de una manera generosa con las nuevas ideas. No creo que un gran puerto sea una nueva idea, sino más de lo mismo.

-Y al igual que el de La Plata, cada faro tiene su programa en Donostia 2016.

El de la isla de Santa Clara es el “Semillero de paz”;  el Faro de Igeldo es el de la “Etica de la buena vida”, vinculado a la responsabilidad social, a la buena alimentación, al cuidado de los otros, a la feminización de la experiencia, a la visibilidad de las minorías cualificadas (síndrome de down o discapacidades físicas…). El Faro de Hondarribia lo vinculamos al paso sin fronteras. El de Sokoa a la diversidad cultural a partir de la diversidad lingüística, a través del programa “Cantar y contar”. El Faro de Biarritz y de Zumaia abrazan la geografía Atlántica, el espacio natural en que se inscribe la apuesta de nuestra Capitalidad. Son los dos extremos de un territorio natural que queremos abordar desde esos programas.

-Entonces, cultura es todo.

Sí. Nosotros abordamos el concepto de cultura desde una visión más antropológica. No nos fijamos sólo en esa cultura vinculada a la producción cultural clásica de teatro, música, cine y demás, sino que también entendemos por cultura la educación en valores, la convivencia, el cuidado de los cuerpos y de la ciudad, la feminización de la experiencia, la emergencia de la mujer como sujeto político y sujeto liberador, la educación ecológica, la responsabilidad con la tierra que te acoge, el urbanismo, la arquitectura… Entendemos que todo eso son modelos culturales de transformación de la ciudad. Y los queremos abordar con todas las consecuencias. Hablamos de recuperar el efecto social de la cultura. Queremos alejarnos un poco del espectáculo y de los grandes eventos, aunque también nos reconozcamos en ellos. Pero esas dinámicas ya están inscritas en las prácticas institucionales que hay ahora mismo. En el Festival de Cine, por ejemplo, nosotros queremos apostar por la fuerza de la educación, por vincularlo a la idea de que en las escuelas se pueda aprender a hacer cine y que las escuelas de cine trabajen con lo que se llama Escuela 2.0; que se comuniquen entre ellas, que se produzca cine en pequeño formato desde edades tempranas. Frente a las grandes industrias, optamos por lo que tiene de potencia pedagógica toda la cultura audiovisual.

-¿Y cómo van a materializar esas ideas, en colaboración con los agentes del territorio natural que han marcado?

Ahora estamos en esa segunda fase, para la que sólo tenemos cinco meses, y tenemos que hablar con las instituciones del territorio. Una de las primeras asignaturas que tenemos que resolver es la conexión con esos faros teóricos que hemos planteado. Tenemos que ver con qué valores se incorporan las entidades de esos entornos a nuestro relato. En Irun y Hondarribia queremos trabajar el aspecto de zona de frontera; en Pasaia, una zona de crecimiento que plantee una refundación de todo un espacio natural y urbano, que seguramente tendrá que proyectarse hacia el futuro pensando en un tipo de economía desde nuestro punto de vista limpia.

Nosotros trabajamos con la idea de que la frontera no tiene que territorializar el territorio. Cada uno siente su territorio en función de una cuestión casi personal. Alguien puede sentirse de Donostia o de Pasaia; alguien puede sentirse guipuzcoano más o menos intensamente; alguien puede sentirse vasco nacionalista o no. Es como la religión. Nosotros no decimos que ésta sea una candidatura de Euskadi o de Euskal Herria, ni de San Sebastián ni de Gipuzkoa. Es una candidatura que lidera San Sebastián como ciudad, que es capital de Gipuzkoa, que está en Euskadi y que, además, está en un territorio cultural en el que hay una lengua común: el euskara. Pero no señalamos el territorio en el que vamos a actuar. Lo único que hacemos es una especie de territorio poético natural, marcado por los faros. Y luego pensamos colaborar también con otras entidades, como el Guggenheim o el Artium.

-Su candidatura apuesta por la “potencia creativa” de las personas. ¿Qué van a hacer para intentar implicarla en su proyecto?

Esa es una de las preguntas a las que tenemos que responder. Haremos una especie de laboratorio intensivo de trabajo hasta tener elaborado el documento de esta segunda fase. Yo siempre he dicho que la energía creativa que yo tengo no es mía; es de los demás. Todo lo que sé se lo debo a los demás. A mí lo mejor que me ha pasado este año son los laboratorios que organizamos dentro de la Capitalidad, en los que nos reunimos con un montón de gente. Yo soy un gran defensor del copyleft frente al copyright. El conocimiento es como el aire, como el agua; no es de nadie, es de todos. Lo que pasa es que cada uno de nosotros lo reciclamos, lo reinventamos. Las personas tenemos la capacidad del lenguaje, que nos permite hablar y escribir. Cuando hablas y escribes, reinventas la vida. Constantemente la reinventas, pero son reinvenciones a partir de todo lo que has acumulado, desde las primeras canciones, a las primeras palabras que tu padre y tu madre te regalaron en la infancia; las primeras letras, cuentos, primeras películas, los besos y los abrazos de recibes a lo largo de la vida son puro conocimiento.

Todo este proyecto hay que hilarlo y coserlo. En las jornadas sobre Arquitecturas Colectivas que se celebraron en julio en Ziriza Etxea me presentaron diciendo que estoy diseñando el programa de la Capital Cultural a medio camino entre hacker y costurera. Estoy cosiendo, cortando y pegando, intentando mejorar el funcionamiento de la maquinaria… En esta segunda fase, el documento también deberá ser, entre comillas, teórico. Recogerá lo que vamos a empezar a hacer a partir de 2011, si ganamos.

-¿No se entrará aún a concretar las acciones a desarrollar?

Entraremos a concretar lo máximo posible. Queremos que, cuando pensemos el programa de la Capital Cultural, pensemos a su vez en programas estratégicos de equipamientos y de iniciativas que ya están en la ciudad y que, de alguna manera, puedan asumir esas nuevas iniciativas como propias. Por ejemplo, para todo el tema de puerto abierto, tecnologías y audiovisual, están Tabacalera, el Festival de Cine y el Polo Audiovisual de Oarsoaldea; para todo el tema de biodiversidad, Cristina Enea, el Aquarium, el Oceánico de Biarritz… Queremos involucrar a las instituciones que están trabajando esos argumentos. Para el tema de la violencia y la reconciliación, la Casa de la Paz, Arantzazu, el Instituto de derechos Humanos Padre Arrupe de Oñati… Iremos vinculando a las instituciones que ya están trabajando en las mismas dinámicas. En la “Etica de la buena vida”, la red de casas de cultura, la Casa de la Mujer, el centro de Deporte Adaptado que se va a hacer en La Concha, el deporte amateur…

-Donostia 2016 aspira también a poner en valor el espíritu (auto)crítico y a “pensar otra vez la ciudad”. Tal vez sea un buen momento para que la capital se replantee nuevas fórmulas de colaboración con los pueblos de su territorio, que en muchos casos gozan de menores recursos para desarrollar sus aspiraciones culturales.

Donostia es más grande y tiene más habitantes, aunque tiene que distribuir más los recursos. Yo creo que ahora mismo los fondos dedicados a la cultura pública están prácticamente bajo mínimos en todos los lugares; también en Donostia.

-Pero hay lugares que ni siquiera cuentan con contenedores apropiados en los que desarrollar esa cultura.

Efectivamente. Igual que esos faros desde Zumaia a Biarritz dibujan un territorio entre poético y natural, queremos trabajar con esa idea de que lo mejor es colaborar. Ya hemos hablado con el Festival de Masas Corales y con el Centro de Marionetas Topik de Tolosa, para intentar producir algo en común. Y lo vamos a hacer con otros lugares, siempre y cuando haya una conexión natural con los argumentos que nosotros tenemos sobre el tapete.

-Pasaia, por ejemplo, no dispone de locales en los que poder materializar sus aspiraciones culturales. Podría surgir una dinámica de colaboración con la capital.

Lo que me sorprende es que no haya surgido ya. Si coges un mapa de Gipuzkoa, ves que es como una gran metrópoli. Yo no entiendo que se piense sólo desde lo municipal. No entiendo cómo no se piensan los equipamientos en común.

-Hay una pregunta que muchas personas se hacen. Si Donostia llega a ser Capital Europea de la Cultura en 2016, ¿cuál será el beneficio para la ciudadanía?

Ahora mismo ya produce algún beneficio, en el sentido de que se abre un periodo de pensar la transformación, una oportunidad para plantear nuestros propios desafíos. Hemos pensado el proyecto de Capitalidad con la metáfora de una pastilla efervescente: la meteremos en el agua, en 2016 provocará la efervescencia y el agua se transformará en un agua con poder curativo. Esa festivalización de 2016 la entendemos como el regalo que te concedes porque en los años previos has hecho un buen trabajo. Y pensamos que el resultado de ese buen trabajo quedará en el agua, con poder curativo.

Por otra parte, las capitales culturales generan marca. Todos los flujos de influencia, las relaciones económicas, la circulación de profesionales y el enganche del turismo producen un efecto de atracción. La ciudad tiene que establecer una relación con esa potencia, como hizo Barcelona con las Olimpiadas, que posibilitaron descubrir esa ciudad. Y eso produjo un efecto de transformación en los equipamientos culturales y demás. Debería funcionar de manera parecida, aunque en pequeño formato, porque la Capitalidad Europea no se puede comparar a unas Olimpiadas.

2010/10/18

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