CEPRID

La teoría que explica el declive de Occidente

Miércoles 15 de septiembre de 2021 por CEPRID

Fabrizio Venafro

La Fionda

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por Julio Fucik

Si quisiéramos identificar temas, entre los innumerables artículos que están comentando los eventos afganos, no tendríamos dificultad en aislar dos en particular que emergen con fuerza por su significado: el declive de Occidente y el fin de la hegemonía estadounidense. Ambos son temas importantes que deben tratarse con la debida cautela. Sobre todo el primero, con el que se corre el riesgo de caer en ese contraste de civilización que anhelaba Samuel Huntington o asumir que Occidente tiene licencia para difundir la democracia en el mundo, lo que ha resultado ser absolutamente falso.

Occidente no solo ha producido una división en el mundo entre un Norte rico y un Sur dominado por las políticas colonialistas y neocolonialistas perpetradas desde el siglo XIX hasta la actualidad. Pero incluso la intervención estadounidense en Afganistán, en violación de una resolución de la ONU, no tuvo como objetivo exportar la democracia sino que fue una respuesta a los ataques sufridos en su territorio por Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, sin los cuales no habría sido motivo de preocupación de Occidente para restaurar los criterios democráticos y, sobre todo, para rehabilitar la figura de la mujer en Afganistán.

¿Cómo ha surgido la idea de intervenir en situaciones similares que se perpetúan en países no lejanos como Arabia Saudita, donde el destino de las mujeres no es distinto al de las afganas y la libertad de expresión no gozan de buena salud o Egipto donde los casos de Giulio Regeni y Patrick Zaki pesan como piedras en las conciencias europeas?.

En todo caso, el declive de Occidente, en la cuestión afgana, debe enmarcarse en simbiosis con el otro tema que ha surgido en los últimos días: la pérdida de hegemonía por parte de Estados Unidos. Podemos enmarcar el fenómeno a través de la lente ofrecida por los teóricos del sistema-mundo, como Giovanni Arrighi, Immanuel Wallerstein, Samir Amir. Tomando la lección del historiador francés Fernand Braudel, estos teóricos estudian los fenómenos políticos, económicos y sociales entrelazándolos e identificando sus interconexiones sistémicas.  Para Wallerstein (1), el sistema-mundo en el que vivimos se origina en el siglo XVI, cuando se limitó a Europa Occidental y luego se expandió globalmente, después del descubrimiento de América, para incluir gradualmente a todo el planeta (gracias sobre todo a la expansión colonial de Inglaterra).

Giovanni Arrighi reconstruye las etapas del sistema-mundo del siglo XVI identificando cuatro fases, que él define como siglos, caracterizados por la presencia de un poder hegemónico que guía el sistema en un siglo dado (2). Cabe precisar que los diversos siglos de Arrighi no corresponden a un intervalo de cien años, de hecho desde el primero (que dura unos trescientos años) hasta el último (que comenzó en los años treinta del siglo XX y ve su fase de crisis ya en 1970) hay una marcada contracción en el tiempo. Cada siglo arrighiano coincide con un ciclo de acumulación acompañado de la hegemonía de un estado. Cada ciclo se caracteriza entonces por una fase de expansión, una de consolidación y otra de declive. Este último corresponde a la retirada de capital del sector financiero.

Arrighi retoma la lección de Braudel según la cual el auge de las finanzas representa la conclusión de un ciclo y el inicio de la decadencia del país hasta ese momento hegemónico. Recuerde que para Braudel, y en consecuencia para Arrighi, el capitalismo depende en su surgimiento y expansión del poder del Estado. Las potencias hegemónicas, identificadas por Arrighi a lo largo de los siglos, son Génova, Holanda, Inglaterra y, finalmente, Estados Unidos. Estos últimos toman la batuta de la hegemonía de Inglaterra; la fase de transición hegemónica estalla con el crack de 1929, que representa la cúspide de la crisis en Inglaterra, y termina con el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El historiador italiano, fallecido en 2009, observa la fase actual de expansión financiera del sistema-mundo, síntoma de una fase crítica del sistema y, sobre todo, del poder hegemónico. En 2008 se publicó su último libro, en el que se identificó una sinergia entre el fracaso del proyecto de un nuevo siglo americano (intentado con la guerra de Irak) y el ascenso de China como potencia económica global [3]. En Irak, los estadounidenses pensaron que se estaban aprovechando de las reservas de petróleo del país, pero, en realidad, cosecharon el fruto de un creciente endeudamiento en beneficio de Oriente y China en particular.

En las últimas décadas se ha producido un marcado desplazamiento del eje productivo de Occidente a Oriente. China, observa Arrighi, se encuentra en una fase de expansión productiva, es la fábrica del mundo y es la realidad que más se acerca a la intuición de Adam Smith de una sociedad de mercado global basada en una mayor equidad entre las diferentes áreas de civilización del mundo. También ha forjado una serie de relaciones con los estados del sur del mundo, sustituyendo a Europa y Estados Unidos ofreciendo mejores condiciones y en algunos casos cancelando la deuda.

Para Arrighi, sin embargo, no se da por sentado un nuevo paso de hegemonía según el esquema visto hasta ahora. Y es que el poder económico y el poder militar siempre han convivido en un solo estado (salvo el caso genovés por el que fue España, con el que Génova estaba en simbiosis, para constituir el poder militar) y el poder en decadencia ha visto un declive tanto militar como económico. En el presente caso, Estados Unidos sigue manteniendo el poder militar a pesar de haber perdido el dominio económico. Arrighi no se molesta en hacer predicciones precisamente por esta separación de las esferas económica y militar que parece constituir la principal característica del nuevo siglo. Básicamente, se cuida de decir el historiador italiano, ha descrito los hechos tal y como han sucedido hasta ahora, pero rehuye cualquier determinismo que pudiera hacerle imaginar desarrollos futuros.

No obstante, a la luz de la retirada estadounidense de Afganistán y de la tendencia de esa potencia a desvincularse, también de cara al futuro, en empresas militares similares a las vividas en Afganistán e Irak, parece posible adivinar el final de la guerra estadounidense, el final del siglo estadounidense, según la definición de Arrigh. Con el fin de la hegemonía estadounidense, la hegemonía de Occidente dentro del sistema mundial también desaparece. No podemos saber si China tomará el testigo, dada la presencia de otra potencia que tiene un poder militar sustancial como Rusia y los propios Estados Unidos. Sin embargo, parece prevalecer la visión china que, según Samir Amin, empuja hacia una nueva globalización sin hegemonía [4].

En este punto, la decadencia no es la tradición cultural de Occidente centrada en la libertad y la democracia, sino la hegemonía político-económico-militar que Occidente ha ejercido sobre el sistema-mundo desde los albores de la era moderna. Por otro lado, esa tradición cultural nunca ha sido hegemónica.

En la visión braudeliana, el sistema-mundo se compone de tres áreas concéntricas: un centro, un área intermedia que se desenvuelve alrededor del corazón del sistema y recolecta parcialmente sus frutos positivos, y una periferia. Este último es el territorio más extenso, compuesto por tierras que se encuentran en una posición subordinada y dependiente, por debajo del nivel de participación real y cuya subordinación es fundamental para el desarrollo capitalista del centro. Un ámbito en el que esa cultura occidental centrada en los derechos individuales nunca ha llegado y que ha sufrido una expropiación de los productos primarios funcionales a la expansión del centro. En esta zona periférica, según una sugerente imagen braudeliana, la vida de los hombres recuerda a menudo al purgatorio o incluso al infierno [5].

Ésta es el área en la que se encuentra Afganistán y, a la luz del análisis del sistema mundial, se debe enmarcar el fracaso de los estadounidenses y el declive de Occidente. Si la visión china da lugar a un mundo en el que se atenúa la división centro-periferia, o a un policentrismo que reproduce, en varios ámbitos, la misma división centro-periferia y explotación del sistema-mundo actual, lo veremos en los próximos años.

Notas

[1] Immanuel Wallerstein,  Comprensión del mundo. Introducción al análisis de sistemas mundiales , 2020, Asterios.

[2] Giovanni Arrighi,  El largo siglo XX. Dinero, poder y los orígenes de nuestro tiempo , 2014, Il Saggiatore

[3] Giovanni Arrighi,  Adam Smith en Beijing. Genealogía del siglo XXI , 2008, Feltrinelli

[4] Samir Amin,  La crisis. ¿Fuera de la crisis del capitalismo o fuera del capitalismo en crisis? , 2009, Punto Rosso.

[5] Fernand Braudel,  La dinámica del capitalismo , 1977, Il Mulino


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