CEPRID

Trump contra (casi) el mundo entero

Sábado 21 de julio de 2018 por CEPRID

Jorge A. Bañales

Brecha

En un año y medio en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump se las ha arreglado para pelearse con el Grupo de los 7, la Unión Europea en su conjunto y Alemania en particular, Japón, México, Canadá y China, dejando por el camino su papel en varios acuerdos comerciales. Ahora está sintiendo las represalias chinas por su ofensiva arancelaria.

El trumpismo en Estados Unidos y los nacionalismos de diferentes cepas que medran en Europa expresan la reacción derechista a la globalización que las izquierdas no pudieron frenar ni matizar hace tres décadas.

Donald Trump hizo campaña en 2016 con consignas y tergiversaciones reiteradas que se han convertido en artículos de fe para los más de 60 millones de votantes que le dieron su apoyo. Entre ellas están la construcción de un muro en la frontera con México para frenar las supuestas “hordas” de inmigrantes indocumentados (que no se producen), la saturación de la Corte Suprema de Justicia con jueces conservadores (que sí está ocurriendo), y el “estupro” económico del cual, según él, Estados Unidos es víctima en el comercio con otras naciones.

Frente a las multitudes que lo ovacionaban, Trump acusó a China de manipular su moneda para abaratar las exportaciones, y de saquear la propiedad intelectual mediante las normas que requieren la transferencia de tecnología avanzada cuando las empresas estadounidenses hacen negocios en el país asiático.

Según Stephen Bannon, ex asesor político del presidente, “Trump ha predicado una confrontación con China desde hace 30 años”. Lo cierto es que desde marzo Trump pasó de las palabras a los hechos con anuncios de aranceles a las importaciones de acero y aluminio provenientes de Europa, México, Brasil, Canadá y China.

La idea es que si las importaciones de materias primas, productos procesados y artículos de consumo se encarecen por los aranceles, volverán a florecer las industrias estadounidenses que migraron a tierras de mano de obra barata, y resucitará la “clase trabajadora” desempleada por la globalización.

LO TOMAS O LO DEJAS

En toda negociación hay dos métodos básicos. Uno es el regateo, que consiste en el toma y daca, algunas concesiones aquí a cambio de logros acullá, las componendas, los acomodos y las transacciones. Con este método, el acuerdo final excelente es aquel que deja desconformes a todas las partes: algo han obtenido y algo han tenido que ceder.

El otro consiste en “lo tomas o lo dejas”. Una parte presenta sus demandas y la otra se las traga enteras o se queda sin nada. Es un método con el cual, supuestamente, el más fuerte es el que gana y el otro se jode. Este parece ser el método preferido por Trump, quien se cree un maestro de la negociación.

Su método entra ahora en el período de pruebas.

CUENTO CHINO

El déficit comercial de Estados Unidos con China ha crecido de 3.483 millones de dólares en 1988 a 375.500 millones de dólares el año pasado.

En términos muy simples esto significa que “ellos nos venden cada vez más que lo que nos compran”, y a partir de eso se puede construir el simplista argumento a favor del nacionalismo económico.

La realidad es un poco más compleja. El aluvión de importaciones chinas baratas ha contribuido a mantener contenida la inflación en Estados Unidos, y los dólares que van para allá contribuyen a la compra, por parte de los chinos, de productos de alta tecnología y más elaborados en Estados Unidos.

El requisito chino de que las empresas extranjeras que hacen negocios en ese país se asocien con compañías chinas y compartan su tecnología y secretos industriales es un asunto muy grave para ambos países y podría resolverse en una negociación tediosa. Pero Trump no tiene tiempo para eso: se aproximan las elecciones legislativas de noviembre y está en juego la mayoría republicana en el Congreso. De ahí la necesidad de ponerse bravucón.

A LA GUERRA

Dicen los chinos que las únicas guerras buenas son las que se evitan, pero si no hay alternativa, también ellos tienen su método.

“¿Quiénes son los grandes perdedores cuando se imponen aranceles a las importaciones?”, se preguntó Greg Ip, principal comentarista económico del diario The Wall Street Journal. “La respuesta es sorprendente: los exportadores. La historia económica y comercial muestra que cuando un país se cierra a los productos de sus socios, también priva a esos socios del dinero con el cual compran sus exportaciones.”

“El resultado final de los esfuerzos de Trump para que los estadounidenses gasten más en productos hechos en Estados Unidos es que los extranjeros gastarán menos en comprarlos”, añadió Ip.

Luego de haberlo anunciado el 15 de junio, hace una semana (el pasado viernes 6) Estados Unidos incrementó sus aranceles (fijándolos en 25 por ciento) sobre un total de 34.000 millones de dólares en productos importados de China, y enseguida China implementó su contraofensiva (también anunciada el 15 de junio), con aranceles sobre un volumen del mismo valor de productos estadounidenses importados.

Los aranceles chinos apuntan principalmente a las exportaciones agropecuarias de Estados Unidos, incluidos soja, granos, pescado y mariscos, carnes, frutas, frutas secas, productos lácteos, y equipos de transporte, incluidos los automóviles.

Lo que luce como una respuesta moderada es, más bien, una represalia calculada con precisión. Nadie sabe exactamente cuál será el impacto de los aranceles chinos, pero todos los análisis coinciden en que apuntan en su mayoría a los sectores productivos ubicados en condados que votaron mayoritariamente por Trump en 2016, y donde se juega la mayoría legislativa dentro de cuatro meses.

Un estudio preparado por el Instituto Brookings para el diario The Washington Post estimó que los aranceles chinos (anunciados por China el viernes 15 de junio) podrían afectar a 1.046.868 puestos de trabajo en industrias ubicadas en condados que votaron por Trump, mientras que afectarían en mucho menor grado (563.790 empleos) a condados que votaron por los demócratas en 2016.

“Casi dos tercios de los empleos en industrias a las que apuntan los aranceles chinos, o un total de un millón de empleos, se encuentran en más de 2.100 condados que votaron por Trump”, escribió el columnista Greg Sargent. Eso se compara con menos de los 564 mil empleos puestos en riesgo en los condados que votaron por la demócrata Hillary Clinton.

Pese a esto, la Casa Blanca no tardó en anunciar el martes una nueva lista de aranceles (a una tasa de 10 por ciento) que se implementarían dentro de dos meses sobre un volumen aproximado de 200.000 millones de dólares de importaciones desde China.

EXPUESTOS

John Murphy, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, relató a National Public Radio el pasado 9 de julio casos específicos de industrias ya golpeadas por las consecuencias de los aranceles.

“He recibido quejas de pequeños fabricantes de repuestos para automóviles que creen que pueden aguantar unos 60 días más antes de que se les agoten sus reservas de dinero y empiecen a despedir trabajadores”, relató. “Realmente, parte el corazón escuchar lo que estos aranceles hacen en las pequeñas y medianas empresas”, comentó.

El estudio de Brookings identificó más de 200 mil empleos en riesgo en la industria avícola, casi 140 mil en mataderos y frigoríficos, más de 120 mil en las fábricas de automotores y decenas de miles en industrias relacionadas con la fabricación de camiones, vehículos utilitarios y maquinaria de construcción, a los que apuntan los aranceles chinos. Estados Unidos es el mayor exportador mundial de soja, y China su mayor comprador, adquirió 14.000 millones de dólares en soja el año pasado.

Tanto las fábricas como las granjas más afectadas se encuentran en el centro y sur del país, los territorios que le dieron la victoria a Trump en noviembre de 2016 y donde viven los trabajadores a los cuales Trump prometió una resurrección económica.

“Incluso un par de dólares por cerdo pueden hacer la diferencia entre que haya una ganancia o que no la haya”, comentó Dustin Baker, economista del Consejo Nacional de Productores de Porcinos, después de que los aranceles chinos causaran una caída en los precios de las ventas a futuro. “Una caída de 18 dólares por cerdo es significativa.”

Paul Krugman, premio Nobel de economía en 2008, escribió en The New York Times que “los aranceles impuestos por Trump están destinados a infligir el daño máximo a la economía de Estados Unidos”.

El economista también recordó que, la semana pasada, Canadá, “país que, por otra parte, importa tanto desde Estados Unidos como lo que exporta, anunció represalias con aranceles sobre 12.600 millones de dólares en productos estadounidenses. La Unión Europea también anunció represalias, y es poco probable que el nuevo presidente electo de México sea más maleable”.

Estados Unidos conducido por Trump se comporta de tal manera que “bien podría llevar a una quiebra de todo el sistema y a una reducción drástica del comercio mundial”, añadió Krugman. “Aun así, Trump al parecer cree que el mundo entero se someterá al poderío económico de Estados Unidos y a su prepotencia en la negociación”, concluyó el economista.


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