NUESTRA POBREZA DA DE VIVIR A MUCH@S

EMPEZAR con un buen título que sintetice el contenido es importante, y os aseguro que he desechado muchos hasta llegar a éste. De los últimos que tenía en la cabeza eran: «Su bienestar: nuestro malestar». Tras esta corta explicación vamos al trapo, l@s compas de Ekintza querían que reflexionáramos sobre la cantidad de personas que viven de quienes somos pobres, o carecemos de recursos suficientes y estables (parad@s). Llevo unos cuarenta días charlando con compañer@s de Baladre y de Gasteiz sobre cómo ven esta cuestión para intentar aportar una reflexión-opinión un poco más colectiva.

Vamos a refrescar la memoria. En la década de los años 70, sobre todo en su última parte, en el estado español desde muchos sectores (casi todos) anticapitalistas y en aquellos momentos rupturistas con el franquismo, se hablaba de sujetos revolucionarios o de cambio, eran como especies de dioses que iban a transformar nuestra triste realidad, había diferencias sobre el formato de aparición del sujeto, si iba a venir en forma de vanguardia, de amplio movimiento social o entrelazado con otros sujetos menos puros en forma de frente nacional,… En aquellos años existían en nuestras sociedades gentes empobrecidas que no tenían empleo y estaban al margen de las luchas sociales del momento, eran gentes excluidas de la posible historia que se iba a fraguar, eran lumpen, gentes de poco fiar, muchas de ellas con su nulo interés por el cambio social y la lucha, de alguna manera se les despreciaba y excluía por las gentes que estábamos en el submundo de la verdad del cambio social de la lucha de clases… En aquel momento el llamado lumpen era atendido en las iglesias a través de las cáritas parroquiales, que se ocupaban de desarrollar una política asistencialista nefasta, pero, no lo olvides, la única que existía en esos momentos. Entonces poca gente o casi nadie vivía de aquel llamado lumpen. Eran unos servicios mínimos basados en gentes que liberaban conciencias o en muchos casos asumían compromisos de solidaridad con las personas más débiles. Los distintos grupos y tendencias políticas anticapitalistas tenían sus propias redes de solidaridad para con los suyos, y en las fábricas y tajos se daban fondos de solidaridad para apoyar luchas y ser solidarios con l@s herman@s de clase de tal o cual fábrica en pelea.

EL FIN DEL «SUEÑO»

trás la nefasta Constitución, los pactos del A.M.E; A.N.I. y sobre todo la llegada del PSOE a tareas de gestión política las cosas fueron cambiando paulatinamente, apareció como alcanzable el «sueño» europeo, la modernidad, el desarrollo, el crecimiento económico,… Todo había que supeditarlo ante esas nuevas palabrejas mágicas. Así en la primera mitad de los ochenta l@s parad@s luchador@s de Asambleas de Parad@s aparecieron reivindicando nada más y nada menos que empleo de ocho horas que dignificara sus vidas y sobre todo que posibilitara el ansiado salario suficiente para sobrevivir. Pero las calles aumentaban de personas empobrecidas que se buscaban la vida de manera individual generalmente pasando de entrar en ninguna experiencia colectiva. Son los añitos en que se reivindicaban los 800.000 puestos de trabajo asalariado (empleo) prometidos por el PSOE que luego lo fueron de picoletos. Se hablaba del cuanto peor, mejor para tod@s y el empleo para tod@s se veía como algo alcanzable. Mientras, las gentes empobrecidas empezaban a ser atendidas en los nuevos y flamantes Servicios Sociales de los Ayuntamientos, las trabajadoras sociales empezaban a intervenir ante la pobreza existente como empleadas de Ayuntamientos que querían a toda costa quitar a las personas pobres de la calle. En esos años se produce el cambio de mentalidad en muchas parroquias que se niegan a seguir atendiendo a l@s pobres y exigen a las instituciones políticas respuestas adecuadas y que asuman su responsabilidad política. En paralelo muchos de aquellos partidos y grupos de los setenta y sus herederos naturales trabajan y presionan a través de diferentes luchas por ampliar los derechos de las personas empobrecidas. Son años en los que se habla de convivir con el paro como falta de empleo. Muchas Asambleas de Parad@s mueren en la segunda mitad de los ochenta producto del incumplimiento de objetivos marcados, del cansancio, pero sobre todo de la finalización de apoyos sindicales y políticos de gentes de las llamadas organizaciones de izquierda; literalmente se les dejó a su libre destino, sin recursos, cuestionándoles permanentemente y sin entender como no se metían en sus respectivos sindicatos o grupos . Hasta el 1992 «glorioso» donde los haya, se puede decir que la población en general se creyó a pies juntillas el milagro europeo, la nueva sociedad del bienestar, el cochecito utilitario por familia,…

Se hablaba a menudo de la picardía de las personas pobres ante los Servicios Sociales que ya habían crecido lo suficiente como para llevar ese nombre. Pero el cuento europeo y sus parabienes ya no encajaban, pues ocho millones de pobres cuestionaban el supuesto desarrollo, el crecimiento económico y demás cantos de sirena. Con los noventa nacieron las Rentas Mínimas de «inserción», arropadas en Planes de lucha contra la Pobreza que recogían que estábamos ante una sociedad fracasada que tenía ante sí problemas estructurales como el paro irresolubles, por ello se justificaba la creación de Rentas condicionadas como el I.M.I (Ingreso Mínimo de Inserción) o prestaciones como el A.E.S (Ayuda de Emergencia Social).

La caída del muro y su consiguiente depre ideológica para muchas gentes zurdas creó mucho despiste y confusión ante la realidad que teníamos y tenemos delante de las narices.

PROFESIONALES DE LA POBREZA

AHORA las personas pobres somos más, se habla de doce millones en el actual estado español, los Servicios Sociales se quedaron a medio desarrollar desde lo que se conoce como hipotético estado de bienestar. Pero en estos años han sucedido cosas curiosas, cada vez son más las gentes descendientes de aquellos grupos anticapitalistas de los setenta que se dedican y viven (mejor o peor según los casos) de nuestra pobreza o, evitando herir sensibilidades, viven como profesionales que intervienen en proyectos contra la pobreza, la exclusión social, la marginación, ya sea en formatos de iniciativas de formación para el empleo u ocupacional, ya lo hagan en grupos de intervención de calle; profesionales casi siempre, como son educadores animadores… Otras se han instalado en los Servicios Sociales como Trabajadoras Sociales, Sociólogas, Sicólogas Sociales, Pedagogas especializadas en marginación.

Quienes hemos vivido estos últimos catorce años en la lucha contra el paro, la pobreza y la exclusión social dentro de procesos de autoorganización de personas afectadas,como gentes empobrecidas, no acabamos de digerir tanto cambio personal (como situarnos ante el paro, la pobreza…) y tanta voltereta de quienes nos han acompañado, dejado y de nuevo nos volvemos a encontrar en la lucha por erradicar las causas reales del empobrecimiento masivo que sufrimos. Vaya por delante que las verdades han dejado de venderse hace tiempo y que a lo más que se suele aspirar es a tener una parcelita que estimule la búsqueda, el cuestionamiento de la realidad actual, ayude a interpretarla y lo que es más importante, estimule que esa parcelita de verdad estimule la necesidad de un verdadero cambio social con mayúsculas. Aclarado esto podemos seguir desmenuzando, introduciendo nuestra perplejidad ante tantas nuevas profesiones de lo social y lo que han traído consigo. Uno se pregunta si la pobreza ha retrocedido con tantas intervenciones programadas o si sencillamente las gentes empobrecidas hemos ayudado con nuestra existencia a que otras muchas gentes encontrasen un empleo remunerado que tiene el atractivo de «enrollarse» con l@s pobres, con las personas más desfavorecidas y excluidas. Lo cierto es que somos muchísimas más las gentes pobres (casi toda la juventud que nos rodea). Se han creado más servicios que nunca y son muchísimas las faunas diferentes que ejercen como profesionales de lo social, de lo cual nos hemos de alegrar y esperemos que sigan creciendo, pues sería señal de algún tipo de voluntad de intervenir sobre las consecuencias del empobrecimiento masivo.

Ante la falta de salidas colectivas, de rupturas de cambios sociales reales, tod@s nos hemos ido resituando para la larga o eterna espera de un parto que resulta difícil de creer. Poquito a poco el «sentido común» de la gente nos ha conducido a un «sálvese quien pueda» o a un «primero yo, y luego ya veremos». Nadie habla de sujetos múltiples de cambio o de revolución, o si se hace es con poca convicción. Lo fundamental es el disfrute personal, el cubrir nuestra necesidad personal, para ello las «ciencias sociales» han ido ayudando a dar saltos importantes en nuestras actitudes personales. Aquell@s militantes del cambio se han ido convirtiendo en nuev@s y eficaces profesionales de lo social que saben diferenciar, en general, sus ocho horas de trabajo con su necesaria vida privada que le ayude a «equilibrarse», a «no descompensarse». Uno en un poco o un mucho ignorante, me y pregunto c;omo es posible vivir equilibraditos y compensados cuando nuestra sociedad es un completo desorden, un caos, cargado de dolor y sufrimiento para millones de personas. Deseo que me expliquen, para poder entender, tanta esquizofrenia.

De momento lo que pienso es que se ha producido un corte, una ruptura de intereses entre quienes seguimos empobrecid@s y somos nuev@s pobres y quienes son profesionales – trabajador@s asalariad@s de lo social. Se acepta el trabajar sobre las consecuencias que acarrea nuestro empobrecimiento, como son muchas de las llamadas conductas desestructuradas. Así ante la drogodependencia se crean Iniciativas terapéuticas que no denuncian el enriquecimiento que subsiste en el mercado de las drogas. Además de no denunciar las mafias y clanes se callan ante las minoritarias voces que luchan por la legalización de todas las drogas. Estas iniciativas y en general todos los profesionales que trabajan en ellas no quieren ir más allá de su servicio. Que les permite un salario que merecen como personas y no como conocedoras de tal o cual profesión. Podríamos recorrer muchos submundos que viven entre los llamados sectores empobrecidos y en todos y cada uno encontraremos iniciativas públicas o privadas llevadas por profesionales de muy buenas intenciones que cobran un salario por realizar un trabajo rehabilitador, o sea de incorporación, reinserción,… Las personas pobres hemos pasado de lumpen, a sujetos posibles de cambio para ahora ser meros sujetos sobre los que intervenir para que dejemos libres las calles, no molestemos, aceptemos nuestra pobreza o sencillamente nos pleguemos por unas migajas de prestaciones sociales a las llamadas contraprestaciones sociales.

DEBATIRYCUESTIONAR

NO deseo cargar las tintas sobre mi idea de la profesionalización terapéutica y asistencialista, que es un desarrollo necesario de los servicios sociales para consolidar esta sociedad fracasada, caótica y excluyente. Sólo deseo debatir, crear duda, cuestionar a tanto listo que desea intervenir en nuestras vidas por ser pobres, personas carentes de recursos económicos…: intervenir sobre vuestras vidas, acometer vuestros cambios, resolver vuestros conflictos y dejarnos en paz. Como dice un amigo en estos casos lo mejor es: «Coge el dinero y corre», cobra tu salario como profesional pero escapa de integrarme, reinsertame en la sociedad que me/nos excluye y empobrece masivamente. Reivindica y lucha por tu derecho como persona a tener recursos suficientes y estables para vivir con dignidad, que sea en formas de salario o de especies (vivienda, transporte, cultura, alimentación,…) pero no justifiques tu derecho a vivir dignamente con nuestra supuesta «salvación», «reinserción». Únete a nosotr@s, rómpete el coco, dale vueltas hasta encontrar caminos que nos ayuden a superar esta horrible pesadilla que es el capitalismo. Necesitamos alianzas, compañeras de búsqueda de lucha y no gentes que vivan exclusivamente de servicios de atención a las consecuencias que acarrean nuestro empobrecimiento.
Mención aparte merecen l@s profesionales del poder, del capital, los reformistas de laboratorio, que diseñan planes e iniciativas bajo el lema: «cambiar para que nadie cambie». Que además de adorar al dinero, al consumo sin límites y su desarrollo personal «autocentrado», nos insultan y calumnian a las personas empobrecidas, fomentándonos la visión de fracasadas, derrotadas y culpables de nuestra situación. A éstas gentes que conscientemente viven de nuestras miserias y carencias hemos de darles caña hasta arrancarlo de sus poltronas de asesores, directoras, acompañantes, acólitos y sobre todo carroñeros. Esta fauna de profesionales de lo social profundamente constitucionales y monárquicos, ha asumido como ideario la construcción de la Gran Europa con muros para l@s pobres, sean nativ@s o foráne@s. Apoyan entusiastamente la sociedades policiales y represivas para frenar la «violencia» de la gentes desestructuradas y pícaras que se niegan a ser insertadas en su única sociedad posible: el capitalismo.

Podemos incluir en este grupo de profesionales de lo social a quienes cobran 15.000 ptas. hora en iniciativas de formación para el empleo; los camaleones que saben hacer de la información una fuente millonaria de recursos para ell@s y sus empresas de lo social. Así vemos proyectos multimillonarios como los de barrios en crisis que generan «pellizcos» millonarios para el grupos o personas que asesoran técnicamente; proyectos europeos de lucha contra la pobreza y la exclusión, que cuentan con parásitos obligados que pillan el 5 ó el 10% del total del proyecto. La lista se haría interminable, con esas aves de rapiña sólo nos queda enfrentarnos, desenmascararlos y tratarlos como lo que son: enemigos de las gentes empobrecidas y una parte más del sistema. Como dice la canción de Lluis Llach:
«Venga, vamos a casa Pilar, que se hace tarde y mañana

tenemos que levantarnos
tienes razón Pilar
aquí envejecen nuestros pies
pisando zarzas, cagarrutas de cabra y pizarra
aquí Pilar no necesitamos buenos zapatos
vamos vamos Pilar se hace tarde y las masías se nos caen

pero afuera Pilar hay tanta mierda mierda mierda
la mierda de banqueros que cagan miseria
para los pobres de mierda
la mierda de políticos
con horizontes de mierda
la mierda de nuestros intelectuales
con cerebro de micrófono
que desde sus babosas poltronas
nos mandan ideas de mierda
vamos Pilar se hace tarde
y las masías se nos caen.»

Desconozco si llegaremos o no a tiempo de poder frenar el desorden social y parir una nueva sociedad, lo que demando es discutir los valores que se desarrollan con esos trabajos profesionales de asistencia. Lo que más urge, y necesitamos a tope es desarrollar caminos basados en valores como solidaridad, igualdad, antimilitarismo, la no explotación ni exclusión… Considero que ya vale de cobrar un salario amparándose en los problemas de las personas empobrecidas, es un reto que os planteamos el que os diluyáis con nosotras en nuestros grupos de afectadas, que creemos Redes o Coordinadoras en que funcionemos entre iguales. De seguir igual que hasta ahora, como buenas profesionales de los Servicios Sociales del Sistema, os tendremos que empezar a considerar como sanguijelillas, hipócritas, que sólo perseguís vuestro bienestar aunque sea a costa de perpetuar nuestro malestar.

No vale decir que es difícil cambiar, dejar de hacer, jugarse el puesto de trabajo,… eso no nos sirve como excusa, no deberían olvidarse los profesionales que intervienen en programas y proyectos contra la exclusión social o la pobreza que nuestras situaciones son fundamentalmente de carencia, de falta de recursos. Aquí tenemos que jugárnosla juntitas todas aquellas gentes que decimos que esta sociedad ha fracasado, que sólo crea sufrimiento, opresión y muertes. Por nuestra parte mientras no nos juntemos, seguiremos denunciando, discutiendo, buscando, luchando y desarrollando proyectos autónomos y anticapitalistas. Es evidente que nos equivocamos, pero si eso sucede es porque lo seguimos intentando.

Manolo Sáez Bayona
Gasteizko Langabetuen Asanblada-BALADRE

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