ANGIOLILLO

Angiolillo era un intelectual, un escritor, el cual cogió empuñó un arma para llevar a cabo una dura acción. El grito del anarquista italiano Angiolillo fue ¡Germinal!. Después de la muerte del Primer Ministro español Cánovas del Castillo fue condenado a muerte en Arrasate. Este anarquista, tan admirado en Bergara, lanzó posteriormente su último grito. El escritor de Pasaia, Koldo Izagirre, ha publicado una novela de la mano de la editorial Susa. Hace unos cuantos meses se hizo la presentación en Bilbao. Izagirre dio dos charlas, una por la mañana y otra por la tarde. Tanto la rueda de prensa como las charlas hechas delante de la gente serán seguramente para recordar. Nosotr@s decidimos entrevistarle, ya que este escritor siempre tiene cosas importantes que decir. Hablamos de la novela, adentrándonos en ella, siempre con la ayuda de Izagirre.

Koldo, ¿cómo se te ocurrió hacer esta novela sobre Angiolillo?

A mí no se me ocurren los temas como si se tratara ventoleras. Tengo los temas dando vueltas en la cabeza bastante tiempo y luego me explotan, a modo de una herida maligna. Pero, a decir verdad, siendo el centenario de la muerte de Cánovas, supuse que le harían algunas alabanzas y pensé entonces que también sería oportuno hacérselas a Angiolilo. Comercialidad, si quieres.

En este trabajo, has ido un siglo atrás. ¿Cómo has conseguido colocar tu persona en un ambiente de hace cien años? ¿De qué te has servido?

No creo que haya ido cien años atrás. He trabajado en la novela sobre la muerte, sobre la pena de muerte desde el punto de vista de l@s condenad@s. Esto no es algo tan viejo entre l@s vasc@s. Yo tenía diecisiete años cuando se hizo el Proceso de Burgos. Lo que decían y hacían l@s militantes vasc@s me ha marcado para toda la vida. Y como a mí, creo que a much@s otr@s. Pasados cinco años, además, mataron a Txiki y Otaegi…

Pero en la novela das saltos -quiero decir en el tiempo- a veces hablas en boca de l@s militantes vasc@s que juzgaron en el Proceso de Burgos, y en otras ocasiones en la boca de Angiolillo. ¿Por qué esta técnica, o por qué esta unión?

Tienes razón. La personalidad del protagonista de la novela me condicionó en muchos aspectos. Yo quería conseguir una intimidad con Angiolillo, y a la vez quería criticar la cobardía histórica de mi pueblo. Para esto se me quedaban muy coj@s l@s periodistas, abogad@s y demás. Por eso, quería dar la palabra a un militante, a alguien que hubiera conocido las mismas situaciones que Angiolillo.

¿Dónde ves la relación entre estos dos luchadores? ¿Cómo es posible que el/la lectora, casi sin darse cuenta, leyendo tranquilamente, se acerque tanto a la historia? Pues muchas veces parecen sucesos actuales.

Eso me alegra mucho, pues yo también lo tenía en la cabeza cuando estaba escribiendo: «esto es muy actual». Así es la magia de la literatura, hechizar al lector/a sin que se dé cuenta.

Aunque hay muchas saltos en el tiempo, en el libro también hay muchos cambios de lugar: Londres, París y un montón de sitios. Estás hablando de los viajes de Angiolillo, pero ¿tan viajero era este anarquista italiano?

Sí, vivió en el exilio, e hizo el mismo viaje que hicieron much@s exiliad@s vasc@s, hay algunas coincidencias… De todas formas, esto sucede en la primera parte del libro, en esa panorámica donde tenía que establecer la personalidad de Angiolillo. Luego todo sucede en Bergara.

¿Qué sabes ahora sobre él, algo que no supiéramos hasta ahora, ya que habrás mirado en mil sitios, no?

No creo que haya aportado nada que nadie supiera, pero sí que he ofrecido otro punto de vista. Angiolillo era un intelectual, un escritor que empuñó un arma para hacer una dura acción. Parecía ruso en este sentido. Desde luego, era muy consciente de que su acción tendría unas consecuencias terribles. Y por eso, se podría decir que hizo una Carrerada.

¿Cómo eran los vascos de la época, aunque algún personaje nos da una idea?

Entonces Euskal Herria comenzaba a tener una conciencia de nacionalidad, venía del foralismo al nacionalismo. Por otra parte, España estaba inmersa en la Guerra de Cuba, y reclutaban a mucha gente para defender aquel territorio. Entonces había una gran insumisión, la gente no quería ir a la guerra. Cuando Angiolillo estaba en la cárcel estalló la primera huelga general en Eibar,… es decir, todas las características de la Euskal Herria moderna comenzaron a aparecer en esta época, quizá de una forma nebulosa, pero yo creo que fue así.

Tú dijiste que después de escribir unas 300 hojas te detuviste y comenzaste otra vez la novela porque la anterior era muy histórica, ¿cómo fue?, cuéntanos eso…

Es verdad, tenía la intención de escribir una novela gigantesca, en múltiples planos… Una cosa muy aparente, que impresionara a más de un@, pero que no tendría nada de interés, empezando por mí mismo. Me di cuenta de que estaba rellenando un esquema, y entonces lo dejé. Empecé un trabajo de más riesgo y más íntimo. Creo que acerté.

Y qué vas a hacer con todo ese material. Muchas de las cosas que contaste en Bilbao, en la Likiniano, no aparecen en el libro, tienes aún muchos datos entre manos.

Sí, tenía intención de hacer un pequeño ensayo. El título sería «Trece días que conmocionaron a Euskal Herria» o algo así. Reflejaría aquellos días, usando formas diferentes: poemas, entrevistas, artículos de prensa ¿Sabes que el mismo día que Angiolillo mató a Cánovas mandaron cerrar el Euskaldunon Batzokia?

Metidos en el libro. Es sorprendente el estilo que utilizas para escribir. Sin usar comas haces un texto de fácil lectura y agradable -aunque al comienzo nosotr@s no nos diéramos cuenta-. También usas el bizkaino en abundancia, ¿Qué has querido conseguir?

Vaya,… mucha gente me ha mencionado lo de no utilizar comas, y no es verdad, o es una verdad muy pequeña. En unos trozos muy concretos he quitado las comas, por dar mayor velocidad a la narración, o para juntar en un mismo conjunto varias cosas que citaba, o para contar cuanto antes lo que tenía que decir… Markos Zapiain ha observado esto con una gran intuición. El bizkaino no lo he usado más que en cierta medida, le he dado un toque al léxico. Soy «giputzi» y no me gustaría que el euskara batua sería un gipuzkoano medio navarro. El bizkaino tiene un tesoro tremendo, y esto habría que convertirlo en un patrimonio de tod@s los vasc@s cuanto antes.

Tu novela no es «un libro que merecería una pequeña condena» ¿Por qué?

Much@s críticos y algun@s que no son crític@s nos ponen etiquetas siempre, y a mí también me han querido etiquetar. Pensé que el propio tema me marcaba mucho más y qué decir del militante que elegí para tratar el tema. Si quieres, esto lo puse a modo de juego, como una referencia interna, pero acerté al cien por cien: cuando el libro estaba sin distribuirse, un escritor muy conocido se lamentó de que yo hiciera literatura militante.

¿Que tipo de acogida ha tenido el libro?, ya que tienes un público muy fiel, ¿no?

El libro no ha batido ninguna marca, pero cada mes llegan pedidos de la editorial. Esto quiere decir que tendrá vida larga. Ahora estamos traduciéndolo al castellano.

Ahora tienes que presentar un par de libros. ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Presentaré pronto «Euskararen historia txikia Donostia» («La pequeña historia del euskara en Donostia»), un trabajo encargado por el Ayuntamiento de Donostia. Es una pena que no le haya podido dedicar más tiempo, porque hay bastantes cosas por decir y por investigar. El segundo libro, «Agirre zaharraren kartzelaldi berriak» («Los nuevos encarcelamientos del viejo Agirre») es una novela y se publicará en febrero-marzo. La tengo ya escrita, pero quiero rehacer más de la mitad. Estoy en ello. ¡Ah!; y para la Feria de Durango, Joseba Tapia sacará un disco para el sello Gaztelupeko Hotsak, con mis letras: «Apoaren edertasuna» («La belleza del sapo»). Es un trabajo excelente, que me enorgullece mucho.

CONTADO POR UN MILITANTE VASCO QUE FUE CONDENADO A MUERTE

El narrador de la nueva novela de Koldo Izagirre es un vasco, que en los años 70 fue condenado a morir, pero al que al final le conmutaron la pena. La voz de este vasco llena de significación al libro, y también el título: «Nik ere Germinal! egin nahi nuen aldarri» («Quería proclamar: ¡Yo también soy Germinal!»). Es decir, si la condena a muerte contra mí la hubieran llevado hacia adelante en el momento de la ejecución habría querido decir una palabra: ¡Germinal!. Esto mismo gritó el joven anarquista Michele Angiolillo, cuando le ejecutó el Ejército español en Bergara: ¡Germinal! (dicho de otra forma, nacerán otr@s nuev@s).

Michele Angiolillo nació en el pueblo italiano Foggia, y le mataron en Bergara en 1897, hace 101 años. Cuando Angiolillo vivía en Catalunya, se desató una violenta represión contra l@s anarquistas: much@s fueron torturad@s, otr@s fusilad@s en el Castillo de Montjuich. Angiolillo consiguió escapar a Inglaterra. Y entonces decidió que mataría al principal responsable político de los crímenes contra sus compañeros. Cánovas del Castillo, el Primer Ministro español, estaba pasando unos días de las vacaciones de verano en el balneario de Arrasate. Angiolillo llegó a Euskal Herria y mató de un tiro a Cánovas del Castillo en el mismo balneario. Allí detuvieron, llevaron a la cárcel de Bergara, y tras un rápido juicio, mataron con garrote en 1879 al tipógrafo y periodista Angiolillo.

Esto es el resumen histórico de lo que pasó. La novela de Izagirre, en cambio, trae más que eso. Se habla de justicia, de la legitimidad de la lucha, de la tortura, del amor, de la muerte y de la vida. ¡Hace mucho tiempo que no hemos leído una novela tan buena en euskera!

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