Hebrón: Aplastando la resistencia palestina con el pretexto de perseguir delitos y proteger intereses empresariales
Jueves 11 de diciembre de 2014 por CEPRID
Al Akhbar
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés
La Unidad 101 de la Autoridad Palestina (AP) está llevando a cabo una importante campaña de seguridad en el sur de Hebrón, con la intención, según se afirma, de perseguir a delincuentes fugitivos. Pero al hallarse esa región bajo el control de la ocupación israelí, las armas que está incautando la AP no son “armas ilegales” sino las “armas de la resistencia”. Aunque sería inexacto afirmar que no allí no se existen actividades delictivas, las operaciones de la AP en las áreas donde existen fricciones con la Ocupación no pueden ser completamente inocentes.
El 16 de octubre, las fuerzas de la seguridad palestina mataron a tiros a Bilal al-Rajabi, un hombre joven, tras los enfrentamientos acaecidos en la zona sur de la ciudad de Hebrón (sur de Cisjordania), un área totalmente controlada por las fuerzas ocupantes israelíes.
Para entender el propósito de la represión dirigida por la AP, tenemos que recordar la naturaleza de la región del sur de Hebrón, que es un área de confrontación directa con la ocupación israelí. La AP afirmó que Rajabi era un fugitivo buscado y parte de un grupo de delincuentes a los que las fuerzas de seguridad habían tendido una emboscada esa noche. Hasta el momento, la familia de Rajabi, que forma uno de los clanes más amplios e influyentes de la ciudad, no ha hecho ninguna declaración. La cuestión no se ha resuelto tampoco a nivel tribal y no se ha pagado dinero de sangre por la muerte del joven, como es costumbre en los casos de arbitrajes tribales.
Como resultado de ese incidente, los dignatarios tribales de Hebrón y otras figuras notables han hecho incansables esfuerzos y acudieron a la oficina del gobernador de Hebrón en un primer intento de contener las repercusiones del incidente y evitar una reacción popular contra la Autoridad Palestina y la Ocupación, una posibilidad que la AP teme enormemente.
Paralelamente a estos esfuerzos, se lanzó una campaña de seguridad a gran escala en la región sureña, con el supuesto objetivo de capturar fugitivos, según afirmó la AP, desplegando la Unidad 101, que anteriormente se había encargado de imponer el orden en Jenín tras el asesinato de Islam al-Tubasi, perpetrado por Israel el pasado año. La unidad lleva manejando la campaña represiva casi una semana ya, esperándose que esta sea la de mayor alcance desde la que se lanzó en 2010 la víspera del ataque en Bani Na’im, en el que murieron cuatro israelíes.
Para entender el objetivo de la represión dirigida por la AP, tenemos que recordar la naturaleza de toda la región del sur de Hebrón, que representa un área de confrontación directa con la Ocupación. En esa región encontramos también que los intereses económicos de los dignatarios de la ciudad y los empresarios, que la AP trata de salvaguardar, son un factor importante en la imposición de amplias medidas de seguridad a fin de frenar las actividades “ilegales” que podrían amenazar esos intereses, ya sean estos actos dirigidos contra la Ocupación o de naturaleza penal.
Un lugar conflictivo para la Ocupación En 1997 se designó la región del sur en Hebrón como Área 2H, una clasificación basada en la división de la ciudad en dos áreas -1H y 2H-, una vez firmado el Protocolo de Hebrón entre la OLP y la Ocupación. Alrededor de 30.000 palestinos viven en el Área 2H, además de 500 colonos israelíes distribuidos en cuatro asentamientos. Desde entonces, toda la zona está bajo control total del ejército israelí y no permiten que entren las fuerzas de seguridad palestinas salvo en coordinación con la Ocupación.
Debido a la presencia de colonos allí, el área se ha convertido en una zona de confrontación directa con la Ocupación. Desde la década de 1980 se han producido numerosas operaciones contra la Ocupación, incluido el ataque en Haret al-Nasara (Callejón de la Muerte, en noviembre de 2002); el ataque contra el soldado israelí Gal Kobi, cerca de la Mezquita de Ibrahim en octubre de 2013; y numerosos enfrentamientos en los alrededores de la Escuela Tariq bin Ziad, cerca de la misma mezquita.
En 2010, la misma zona fue el escenario del asesinato de Nashat al-Karmi y Maamoun al-Natsheh, que estaban tras el ataque en Bani Na’im (Operación Torrente de Fuego). En ese tiempo, el pueblo de Jabal Jawhar recuperó los cuerpos de los dos mártires y los trasladó a un lugar no revelado por temor a que el ejército israelí se llevara esos restos.
Por otra parte, la región del sur de Hebrón cumple una función crucial en apoyo de la zona industrial, una de las más grandes de la provincia, que alberga la importante industria del mármol y la piedra, además de otras 270 fábricas que producen diversos productos. Esto significa que cualquier problema de seguridad no sólo implica acordonar los barrios de la zona sur, sino también el cierre de todas las fábricas y talleres de la zona industrial, causando enormes pérdidas a sus propietarios y empleados. Esto explica por qué los últimos están interesados en un orden y seguridad duraderos.
Prioridades de la seguridad: a expensas de la población local
Por las razones explicadas anteriormente, la región sur se ha convertido en un foco de tensiones y crisis tanto para el establishment de la seguridad israelí como palestina, lo que implica que está siempre bajo estrictos controles de seguridad para evitar que los enfrentamientos de allí se propaguen al resto de Hebrón.
En otras palabras, decenas de miles de personas que habitan en esos barrios están viviendo en una “zona de disturbios”. Sin embargo, la municipalidad está ausente del discurso de la oficina del gobernador y la cámara de comercio es una referencia de las condiciones de vida de la población allí y de las razones que empujan a los jóvenes de la región, como afirma la AP, a involucrarse en el robo de coches y tráfico de drogas.
Ramala ha defendido su postura diciendo que para el desarrollo de la ciudad es prioritario mejorar la infraestructura, incluyendo carreteras y redes de transporte. Sin embargo, esto se está haciendo a expensas de las escuelas, de las oportunidades de empleo para los jóvenes y de la reforma de la administración económica de Hebrón. De hecho, los recursos y las empresas están controladas por un puñado de personas influyentes que surgieron tras la segunda intifada, cuando las fuerzas de la Ocupación cerraron el centro comercial de la ciudad, ubicado, en más del 70%, en la región sur.
Tras el cierre, la mayor parte de la actividad económica se trasladó a la parte norte de Hebrón, lo que reforzó la estratificación de la ciudad en dos regiones, una al sur donde no se produce desarrollo alguno, lo que crea altas tasas de pobreza, abandono escolar, matrimonios tempranos y desempleo; y la región norte, donde se concentra la mayor parte de la actividad económica y de desarrollo.
Mientras la clase empresarial se ha enriquecido, alrededor del 26,1% de los habitantes de Hebrón no tiene empleo. Esto ha alcanzado un nivel tan alarmante que la tasa de desempleo en la ciudad fue la más alta de Cisjordania en el primer trimestre de este año, siendo la causa fundamental de esta situación la prioridad concedida a las cuestiones de seguridad sobre las necesidades vitales de las personas.
Los líderes del clan: la otra cara de la Autoridad Palestina
Todo esto explica por qué los poderes fácticos quieren controlar la situación en la región sur. Por un lado, los enfrentamientos en las inmediaciones de la Escuela Tariq bin Ziyad tienen que mantenerse bajo control. Por otro, las autoridades quieren acabar con actividades delictivas como el robo de coches porque si de esta tarea se encargara la Ocupación la zona entera ardería, cuando no toda la ciudad, como ya ocurrió antes. Es por ello por lo que Israel está autorizando que entren fuerzas de apoyo en la zona, ¿y quién mejor para hacer ese trabajo que los servicios de seguridad palestinos?
En este contexto, se debe prestar atención a los dignatarios de Hebrón, que desde los Acuerdos de Oslo han jugado un papel importante en apoyo de la AP y sus operaciones de seguridad en la ciudad. Incluso han adoptado un discurso que pide mejorar las condiciones de vida del pueblo palestino, incluso si eso se hace bajo la Ocupación.
Entre la muerte de Rajabi y la actual campaña, los dignatarios emitieron un comunicado para explicar su posición: “Apoyamos todos los planes de nuestros hermanos de los servicios de seguridad en la campaña integral de seguridad hasta que todos sus objetivos se logren… en aras a preservar la seguridad y los fundamentos de la paz civil”. El comunicado añadía: “Todos los firmantes subrayamos la necesidad de no proteger a quienes infringen la ley y denunciar las campañas irracionales, destructivas y negativas contra la AP, a la vez que elogiamos las acciones de las fuerzas de seguridad en Bab al-Sawiya para controlar a los elementos subversivos en la zona cuyas acciones sirven involuntariamente a los objetivos de la Ocupación”.
Es importante aquí elaborar la última parte del comunicado referente a Bab al-Sawiya. Esta zona ha sido testigo de grandes manifestaciones contra la Ocupación, lo que significa que los notables de la zona apoyan la represión llevada a cabo contra los manifestantes por los servicios de seguridad de la AP. Además, Bab al-Sawiya lleva dos años en proceso de “rehabilitación económica”, lo que supone que ciertos elementos quieren evitar los daños a sus intereses económicos que se producen como consecuencia de las continuas protestas contra la Ocupación.
No es ningún secreto que los comerciantes de la zona han expresado su malestar a la oficina de enlace palestina en más de una ocasión por los daños que los enfrentamientos producen en sus intereses, y han solicitado a través de la cámara de comercio una solución radical a la situación de la seguridad en Bab al-Sawiya. Esto es algo que el anterior comunicado confirma al describir a los jóvenes que se enfrentan a la ocupación como “elementos subversivos”, un término que la AP utiliza para condenar cualquier acción que no se ajuste a su propia noción del concepto de “resistencia pacífica”.
CEPRID
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