CEPRID

Oriente Próximo: Nada nuevo en el discurso de Obama

Jueves 2 de junio de 2011 por CEPRID

Abdel Bari Atwan

Al Quds Al Arabi

Traducido por Jalil Sadaka

El último discurso del presidente Obama, que anunciaba a bombo y platillo un cambio en la política hacia Oriente medio, nos suena a los discursos que nos hemos habituado a escuchar en boca de los líderes árabes, no solo por su extensión, sino además por su falta de concreción, a pesar de su elocuente oratoria. Este discurso incluso para los que ven en él algo nuevo, nos parece que carece de la más remota posibilidad de poner estas promesas en práctica.

Este discurro del 19 de mayo centrado en los problemas del Oriente Medio, a la luz de los últimos acontecimientos, está lleno de reiteradas promesas, sobre todo de apoyo a los procesos de reformas económicas y democráticas en Egipto y Túnez. También el presidente nos ha cantado las albricias sobre el próximo fin del régimen de Libia, y advirtió al régimen de Bashaar Al- Assad de Siria que debe optar entre las reformas o la marcha, pero se olvidó deliberadamente de decirle lo mismo al emir de Bahrein, al que se limitó a pedir diálogo con la oposición y la liberación de los detenidos. Nada nuevo, puesto que ya hemos oído todo esto en repetidas ocasiones por bocas de otros responsables de la administración. Así que lo importante son los hechos y no las palabras.

El lector intuye de mis palabras muchas dudas y está en lo cierto, porque ya hemos escuchado muchas promesas repetidas año tras año. Solo voy a referirme al discurso del presidente en la universidad del Cairo. Con una oratoria igual de elocuente, nos prometió entonces una nueva política norteamericana hacia la región, basada en la justicia y la ética en su trato con el mundo musulmán. Estableció también un solemne compromiso para alcanzar una solución al problema palestino basado en dos estados y poner fin a la política de asentamientos de Israel en los territorios ocupados. ¿Cuáles son los resultados?, el olvido total de todo lo prometido y la aceptación de la exigencias de Israel con una incapacidad reconocida públicamente para convencer a Israel de congelar la construcción de más asentamientos por un tiempo superior a dos meses.

Los levantamientos de jóvenes árabes han impuesto su agenda con fuerza sobre la administración norteamericana, después de derribar a dos regímenes dictatoriales, que representaban el apoyo principal a la política intransigente de Israel en la zona. Los intentos del presidente Obama ahora de inundar la zona con falsas promesas de apoyo a estos cambios no son más que intentos de aminorar los daños consecuentes del firme apoyo a las dictaduras y una forma de ganar tiempo para preparar el contraataque, para domesticar los cambios.

Dice el presidente Obama que ha optado por hablar directamente con los pueblos y no, como hasta ahora, a través de los gobernantes, esto nos parece muy loable pero nos preguntamos ¿a qué pueblos se dirige el señor presidente? ¿Acaso va a hablar con el pueblo de Arabia Saudí para decirle que apoya sus demandas de un parlamento elegido, un reparto más justo de las riquezas, derechos humanos y la justicia independiente?, creemos que el apoyo americano se limitará a aquellos pueblos con regímenes republicanos y no monarquías absolutas.

Todo lo que dijo el presidente en su discurso era positivo y bien fundamentado hasta llegar al problema central del mundo árabe, en este momento cambió de tono para advertir al pueblo palestino de que la aprobación de la declaración de independencia y la creación del estado por la Asamblea General de las Naciones Unidas no surtirá ningún efecto práctico, el presidente adoptó la misma postura israelí en relación con la reconciliación palestina, pidió a la AP (Autoridad Palestina) la aceptación de una retirada gradual de Israel y que comprenda o acate las demandas de seguridad de Israel y sus necesidades e insistió en que los palestinos deberían reconocer la identidad judaica del estado de Israel. El señor Obama, tan inteligente, se olvidó que la cobertura legal del estado de Israel fue una resolución aprobada por la Asamblea General en 1948 , aprobada gracias a la coacción y la compra de votos por los propios Estados Unidos, siendo así como se creó el estado de Israel, ¿cómo es posible admitir el derecho de Israel a utilizar este mecanismo y no admitirlo a los palestinos?. Es la política de doble rasero, el apoyo incondicional a Israel y el desprecio absoluto de todo lo árabe y musulmán.

El discurso de Obama de apoyo a Israel, con pequeños matices de suave crítica, es el motivo que llevó a Netanyahu a anunciar la licitación para la construcción de 1500 viviendas nuevas en las colonias que rodean a Jerusalén Este, en la misma noche en que Obama pronunció su discurso. ¿Hay desafío más claro y más provocador?.

El reconocimiento del presidente Obama del error americano al apoyar las dictaduras árabes y omitir su violaciones de los derechos humanos, no es una generosidad por su parte, sino una consecuencia de la tenaz lucha y el sacrificio de los pueblos árabes contra estas dictaduras. Obama lo dice ahora cuando se ha dado cuenta que no podrá evitar la caída de estos regímenes, pese a haberlo intentado.

Los pueblos árabes pretenden recuperar su honor pisoteado no sólo por las dictaduras corruptas, sino que luchan también por poner fin a las humillaciones y el desprecio del que han hecho gala las sucesivas administraciones norteamericanas, que se manifestaba mediante el apoyo incondicional a las agresiones de Israel contra toda la nación árabe.

La referencia de Obama a las fronteras del futuro estado palestino tenía el diablo en los detalles al decir que las negociaciones futuras deben limitarse a dos temas, la seguridad y el calendario de retiradas israelíes, omitiendo dos asuntos esenciales: el derecho de retorno y el futuro de Jerusalén.

Nos parece sumamente sorprendente que Obama, que representa un estado ejemplo de laicidad y de convivencia entre religiones, culturas y etnias, defienda la identidad judía del estado de Israel. Él precisamente que sufrió en su propia carne las leyes del racismo en EE.UU. y que luchó con tenacidad contra el régimen del apartheid en Sudáfrica.

Nos hemos hartado de discursos bien estructurados y promesas de paz. Esperamos del presidente de la única gran potencia en el mundo y el aliado más fiel de Israel, posturas valientes que pongan coto a la fuente misma del terror y la inestabilidad en el mundo, que no es otra que la ocupación israelí de los territorios palestinos y árabes y el ultraje de los santos lugares del Islam en Jerusalén.

Obama reconoce que la región árabe está cambiando en el sentido de la democracia, los derechos humanos y los valores de justicia, sin intervención norteamericana, un reconocimiento sincero. Pero queremos que Estados Unidos cambie su política hacia la región de conformidad con este cambio, algo que no se ve ni se intuye en estos momentos.

La conmemoración de la Nakba este año, con marchas hacia las fronteras de Palestina, puede que sea un aviso para el presidente norteamericano y su aliado más próximo Israel. Debe saber, al comprometerse en la defensa de la seguridad de las fronteras de Israel, que este año han sido varios miles los que han participado en dichas marchas, en los próximos años puede haber millones de árabes y musulmanes marchando por tierra, mar incluso por aire, ¿Que harán entonces Israel y Estados Unidos?

El presidente norteamericano utiliza un lenguaje trasnochado propio de la época de la guerra fría, impropio de los nuevos tiempos y ajeno al desarrollo de los acontecimientos en la región árabe, donde las revoluciones árabes ha demostrado que son mucho más avanzadas en todos los planteamientos y que han superado la etapa de promesas y palabras huecas.


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