El Antropoceno. Tecnología, naturaleza y condición humana

José Manuel de Cózar, Los Libros de la Catarata, 2019

Esta investigación filosófica en el campo de las humanidades ambientales, no aporta mucho a una publicación ya orientada hacia uno de los lados de la dicotomía presentada por el profesor de Cózar: pro o contra el Antropoceno. Sin embargo, su lectura resulta recomendable por el interés que conlleva el observar o reflexionar sobre lo que nos resulta evidente pero visto desde otras perspectivas.

La idea de Antropoceno, popularizada por el nobel de química Paul Crutzen en el 2000, nos sitúa en una era geológica –aún no está reconocida como tal- en la que el planeta y todo lo que contiene está al servicio del ser humano. Para el autor, representa el último estadio de la Modernidad o, dicho de otra forma, el estadio último de dominio sobre la naturaleza propio de la Modernidad. Lo cual, a su entender, nos permite reflexionar más allá de la opción que tomemos sobre su propio continente: la Modernidad enfrentada al Antiguo Régimen o predominio de la aristocracia.

La primera crítica a cómo plantea el profesor de Lógica y Filosofía de la Ciencia dicha reflexión, consiste en su visión limitada de la Modernidad o Humanismo y su única dirección, ya que el Humanismo es plural. Por ejemplo, el ilustrado barón de Holbach nos presenta otra muy antagónica a la del dominio de la naturaleza, como el conde de Volney con su Ley Natural o, quizás, como la de los fisiócratas, uno de los más conocidos el marqués de Condorcet.

Dicha pluralidad cuestiona asimismo la visión de la historia de la Humanidad en forma de una línea recta siempre a mejor y a mucho mejor en el futuro. Esta visión, asociada a la de progreso, sigue pesando en nuestra forma de ver el mundo, a pesar de los reveses que ha sufrido en el pasado siglo a causa de las catástrofes ecológicas y bélicas.

La costumbre tan académica del mal uso o, a mi entender, abuso de las referencias a autores anglosajones, nos conduce a pasar por alto nuestra propia historia. Ejemplos de lo olvidado, lo son toda la literatura que durante el siglo XIX cuestiona de diferentes formas la creciente industrialización, el anarquismo y el naturismo -entrando en el XX- o el ecologismo del Manifiesto de Daimiel… todo ello asociado a movimientos que jalonan nuestro pasado más reciente hasta la actualidad con la idea de volver al campo, del retorno a la naturaleza.

Para abundar en lo anterior, el capítulo final de la obra, titulado «Retornando a la naturaleza en la época del fin de la naturaleza», utiliza la misma perspectiva anglosajona, más concretamente norteamericana, refiriéndose al término inglés rewilding, equiparable en castellano al de salvaje, pero, para el autor, insuficiente al incluir también, en inglés, la idea de recuperación ecológica, que puede recordarnos a lo entendido aquí por ambientalismo o proteccionismo. La imagen del hombre libre habitando en monumentales espacios salvajes, los norteamericanos, nos lleva más a pensar en Ralph Waldo Emerson y en Henry David Thoureau que en la vuelta al campo europea enraizada en la descentralización de las grandes urbes y la recuperación y rehabilitación de los espacios rurales entendidos como la naturaleza.

Los textos académicos pretenden, en general, ser ecuánimes en sus análisis, pero siempre muestran opción por activa o por pasiva. Motivo más que suficiente para volver a señalar el interés de la obra aquí reseñada.

JM

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