Neil Postman, Ediciones Salmón (2018)
«Technopoly», publicado en inglés en 1992, ha sido por fin traducido al castellano. El libro reflexiona sobre varias tecnologías de uso cotidiano en nuestra sociedad y desgrana el peso y la influencia, a menudo inadvertidas, que dichas tecnologías han tenido en el devenir de las sociedades occidentales.
Resulta muy complicado, por no decir totalmente inútil, tratar de predecir el uso y los efectos que tendrá una tecnología cuando irrumpe en una cultura. Cuando dicha tecnología se desarrolla y es normalizada por la sociedad, provoca cambios en nuestra percepción de qué es lo razonable, lo necesario, lo inevitable e incluso lo real. Altera nuestra visión del mundo, creando una predisposición a valorar ciertas cosas más que otras, a construir el mundo de un modo determinado y no de otro. Todos estos sesgos sociales y psicológicos —esto es, ideológicos— que provocan una y otra vez las tecnologías, pasan mayoritariamente inadvertidos para nosotros, pero tienen profundas consecuencias que merece la pena conocer.
El autor pone en tela de juicio la noción de progreso que una y otra vez se da por supuesta cuando adoptamos nuevas tecnologías y hace una crítica sin paliativos a lo que él llama el Tecnopolio. El Tecnopolio es la fase de nuestra civilización en la que la tecnología ejerce un monopolio total sobre la cultura y las relaciones sociales. Es un mundo en el que la principal meta del pensamiento y el trabajo humano es la eficiencia y en el que el cálculo técnico pretende ser superior al juicio humano.
Para comprender el modo en el que la sociedad occidental ha pasado de una cultura de base instrumental hasta el establecimiento del Tecnopolio, Postman analiza distintas herramientas, sistemas de organización e inventos que agrupa con el nombre de tecnologías. Como se podría esperar, habla sobre los medios de comunicación —imprenta, telegrafía, radio, televisión…—, sobre los medios de transporte —motor de vapor, tren…— y sobre la tecnología informática, pero también describe la influencia de otras muchas tecnologías que han resultado determinantes en el devenir de las sociedades occidentales, aunque bien podrían pasar desapercibidas sin las oportunas apreciaciones del autor. Es el caso, entre otros, del reloj mecánico, la tecnocracia, las calificaciones en la educación, los estetoscopios, el ordenador y las desastrosas metáforas según las cuales la naturaleza y los propios seres humanos no son más que datos.
Es lo justo señalar que aunque el texto comienza con una potente crítica, en los capítulos más avanzados queda algo deslavada debido a que el autor se deja ir por las ramas en algunos apartados complementarios a la tesis principal del texto. Además, a lo largo del ensayo se deja entrever en repetidas ocasiones la fe religiosa del autor. Este hecho ayuda a comprender el doble rechazo del autor por el Tecnopolio, el cual ha sustituido la espiritualidad y la fe religiosa por otra fe, como es la fe desmedida en la ciencia y la tecnología. Más allá de esto, las referencias y valoraciones en torno a la religión que Postman acompaña aquí y allá en sus reflexiones, podrían resultar un tanto molestas al lector con nulo interés por la religión.
Pese a estas sombras, el resultado final no deja de ser un ensayo lúcido y ameno, que tiene el mérito de mostrar varios sesgos ideológicos de los que quizás el lector no sea consciente, ya que tendemos a aceptar la tecnología como si formara parte del orden natural de las cosas, sin comprender la razón de su función en la sociedad. Como explica y defiende el autor, comprender la función real de la tecnología resulta imprescindible para poder examinarla, criticarla y controlarla.
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