Metro Donostia, una lucha vecinal contra su construcción

Nace Satorralaia

En mayo 2015, nos sorprendieron los resultados de las elecciones locales y forales en Donostia y Gipuzkoa ya que daban la victoria al PNV y la posibilidad de formar los correspondientes gobiernos en coalición con el PSE. Desde entonces nos gobiernan en todas las instituciones, desde Lakua hasta Donostia, los mismos… (en realidad, tampoco era tan grande la sorpresa).

Pocos días antes, el Gobierno Vasco había publicado en su boletín el anuncio de que la información pública de la pasante de Metro en Donostia comenzaría a finales del mismo mes, mostrando ya claramente sus intenciones de retomar un proyecto que fue abanderado en sus orígenes por el Gobierno “socialista” de Patxi Lopez y luego temporalmente abandonado por el ejecutivo de Urkullu. El Diario Vasco podía anunciar a todo color que el Gobierno Vasco, por fin, iba a construir el Metro en Donostia. Sorpresa, porque para mucha gente el proyecto parecía haber quedado olvidado tras su paralización en 2013 ante la oposición de EH Bildu (que gobernaba en Donostia y la Diputación de Gipuzkoa) y la del PNV en el Parlamento Vasco. Aquel año, la consejera de infraestructuras, Ana Oregi (PNV), llegó a calificar el proyecto de «obra faraónica», añadiendo que «el gobierno no puede imponer lo que quiera a la fuerza». Así se anularon las adjudicaciones de obra y se indemnizaron a las empresas contratadas por el gobierno de Patxi López & Co., que también había gastado otros 1,3 millones de euros para darle a Ernesto Gasco (dirigente local del PSOE en Donostia y vice consejero de Transportes) el gustirrinín surrealista de cambiar la señalización en todas las estaciones del Topo de Euskotren para rebautizarlo como «Metro Donostialdea».

La información pública del proyecto en junio de 2015 estuvo a punto de pasar desapercibida, hasta que la difusión de una alegación sirvió de «alerta» y un grupo de vecinos y vecinas preocupadas convocó una primera reunión en el barrio de Amara para estudiar el proyecto, debatir sus consecuencias y dibujar una hoja de ruta para conseguir un debate público y paralizar el Metro. Nos reunimos varias decenas de personas de todo Donostia, decidiendo animar a la gente a presentar alegaciones (en los pocos días que quedaban se registraron más de 400, produciendo colas en la oficina) y reunirnos semanalmente. El comienzo de Satorralaia.

Razones del no a la pasante

En primer lugar tenemos que dar razón a Ana Oregi: se trata de una obra faraónica que durará (por lo menos) 4 años, impuesta por la fuerza y absolutamente innecesaria, con un presupuesto (de salida) de 180 millones para 4,2 km (es decir más o menos 50.000 por un metro del Metro). A ese derroche habrá que añadir un coste de financiación pública de 30 millones por año para cubrir los elevados costes de explotación y mantenimiento (fuente: estudio Dbus).

Donostia tiene 180.000 habitantes y cuenta con una red de transporte público bastante buena. Y existen propuestas de mucho menor coste económico y más eficaces para mejorar la accesibilidad a todos los barrios y lugares de trabajo de la ciudad y alrededores. En cambio, la construcción de un Metro por el Centro de Donostia perjudicaría en primer lugar a los otros medios de transporte público, porque captaría principalmente viajeros y viajeras de las actuales líneas de autobús: según el “estudio de viabilidad” del proyecto, Dbus perdería el 21 % de viajeros y Lurraldebus el 29%, mientras que el tráfico de coches solamente disminuiría un 1,5 %. Esos datos no impiden al Gobierno Vasco propagar la mentira que el objetivo de la construcción del metro es quitar los coches del Centro de Donostia, donde el ayuntamiento sigue ampliando los parkings subterráneos.

Como consecuencia de la pasante del metro, el Gobierno Vasco prevé suprimir distintas líneas de autobús, reducir la frecuencia de varias más, y sustituir los servicios de Dbus a algunos barrios por lanzaderas hasta las bocas del metro para, así, obligar a los y las viajeras utilizar el nuevo medio de transporte. De esa manera se van a acabar las paradas de autobuses cerca de la casa, produciendo una pérdida de accesibilidad en transporte público que afectaría negativamente sobre todo a la población mayor.

Otra mentira de la propaganda gubernamental que deja claro toda la envergadura de lo absurdo de este proyecto es el «argumento» que la gente de la provincia hasta ahora no puede llegar al Centro. La actual estación de Amara-Easo está a 4 minutos andando del centro urbano y a 7 minutos de la Kontxa!

A este respecto, un grupo de técnicos ha realizado un estudio que muestra clara y rigurosamente que el argumento de responsabilizar la actual estación de Amara, estación tipo fondo de saco, de los problemas de eficiencia en la línea del Topo es completamente falso. La actual estación de Amara tiene capacidad más que suficiente para los servicios y frecuencias necesarias. Sin embargo, es obvio que el Gobierno Vasco y las otras instituciones tienen otros intereses: se trata de mover dinero público para dar de comer a las grandes empresas privadas y fomentar negocios siguiendo el patrón de ciudad más centralizadora y mercantilizada. No en vano, el Gobierno Vasco ha modificado incluso el trazado del metro, previsto en el proyecto anterior de 2012, para acercar al máximo la nueva estación «Centro-La Concha» (que es la guinda del pastel) a la zona más comercial del centro urbano, aunque ello obligue a construir el Metro a lo largo de 300 metros por debajo de la playa de la Kontxa. De esta forma, dejaría a las y los pasajeros directamente delante de los nuevos templos de consumo (FNAC, Zara…) y en el «corazón turístico» de la playa. A la vez, un tercer «cañón» de acceso desembocaría directamente en los sótanos de un futuro centro comercial promovido en el cerro de San Bartolomé. Sin duda, la llegada del Metro al centro de Donostia forma parte del modelo de ciudad que se está imponiendo a toda costa: más consumo, más turismo. Los intereses de los vecinos y vecinas quedan relegados en una ciudad sometida a crecientes procesos de especulación y mercantilización urbana. Ni se habla de las graves afecciones que las obras provocarán en el espacio urbano, sin olvidar que el proyecto aporta un listado de 311 edificios que correrán riesgos considerables debido a los subsuelos fluvio-mareales y la proximidad del trazado.

Actividades

Para fomentar el debate y la discusión pública, hemos organizado charlas y mesas redondas sobre transporte público, luchas sociales similares, modelo de ciudad, etc. En la primera charla que abarrotó la sala de conferencias de la biblioteca Koldo Mitxelena, el arquitecto Ander Gortazar expuso ante el público las líneas maestras de una estrategia diferente para organizar y mejorar el transporte público con pocas inversiones. En resumen se trata de buscar la complementariedad de las redes de trenes de cercanías y de los servicios de autobús urbano, en lugar de ponerlas a competir entre sí, creando pequeños centros de transbordo gratuito Topo-Bus. Así de fácil y efectivo.

Por otro lado, salimos -y seguimos saliendo- a la calle con ruedas de prensa y concentraciones para denunciar este proyecto innecesario. Desde hace más de dos años, nos concentramos unas 20-30 personas todos los miércoles, repartiendo información y vendiendo las banderolas que diseñó el artista donostiarra Detritus. La banderola se ve en los balcones de algunos barrios, aunque deberían ser más numerosas, tomando en cuenta el gran rechazo que despierta el proyecto en la ciudadanía de Donostia. En una encuesta del ayuntamiento del año 2017, los y las donostiarras catearon el proyecto con un 3,5 sobre 10. Pero, al parecer, todavía le cuesta mucho a la gente de a pie demostrar en público su rechazo.

Algo más de eco público tuvimos con las 4 manifestaciones organizadas a lo largo de los 2 años y medio de nuestra resistencia. La primera se realizó en diciembre del 2015, precedida de una campaña de información en la que imprimimos una hoja de periódico informativa y buzoneamos más de 80.000 ejemplares con la ayuda de más de 100 personas en todo Donostia. A la mani acudieron unas 2.000 personas, la gran mayoría mayores, una imagen muy diferente de las manifestaciones habituales hasta entonces (una señora mayor nos preguntó, de repente: «¡¿Qué hacemos si llegan los grises!?»). El mayor número de personas que hemos conseguido movilizar hasta ahora ha sido de unas 3.000 manifestantes a finales de 2017, con quienes, al final de la manifestación, rodeamos el ayuntamiento.

Las ideas y guiones para las actividades las solemos desarrollar y debatir en las reuniones semanales del grupo, unas 10-15 personas, para luego presentar y discutirlas en una asamblea vecinal, celebrada una vez al mes con 30-50 participantes, que suelen ser fuente de nuevas propuestas.

Los promotores del proyecto tienen los medios de comunicación a su disposición para engañar a la población. Hay que recalcar que el seguimiento de nuestras actividades por parte de la prensa es, con la excepción de las revistas Argia e Irutxulo, bastante irregular (para no decir que en algunos casos están ninguneando nuestras actividades).

Además, el Gobierno Vasco ha desarrollado, tras la licitación de las obras, una costosa campaña de marketing y ha abierto una pequeña oficina de «información» en las que evita utilizar la palabra «Metro», que sustituyen ahora siempre por la de «Topo». Sus consejeros publicitarios saben del amplio rechazo de la construcción del Metro en Donostia y la correspondiente negativa connotación de la palabra «Metro».

El «TOPOgune» de la estación de Amara fue el escenario de una pequeña acción teatral, realizada para denunciar las mentiras de la propaganda, rebautizando la oficina con el nombre de «GEZURgune», lo que nos costó una nueva denuncia por parte de la Ertzaintza en aplicación la Ley Mordaza.

Herramientas legales

A la vista de que en el País Vasco las y los políticos suelen hablar tanto de participación ciudadana, decidimos recoger firmas para pedir la paralización del proyecto y una consulta popular sobre el tipo de transporte más adecuado para la ciudad. Sin embargo, lo nuestro ha sido como un peregrinaje por la senda de la no-participación. Primero, el alcalde Eneko Goia rechazó utilizar el reglamento municipal de consultas aduciendo que el ayuntamiento «no tiene competencias» en el proyecto gubernamental de metro. Después, entregamos las 9.000 firmas de donostiarras a la Diputación de Gipuzkoa acogiéndonos a una norma foral sobre participación y porque esta institución había destinado una partida del presupuesto de 2016 a la co-financiación del proyecto de metro. El consejo de diputados rechazó igualmente la demanda, oponiendo un razonamiento tan malintencionado que ello le ha valido una censura del Ararteko. Finalmente, entregamos las firmas al Gobierno Vasco, que antes ni se había dignado a contestar a nuestras peticiones. Después de la entrega de las firmas y ya lanzado hacia el comienzo de las obras, la consejera Arantxa Tapia ahora contestó, afirmando que no hacía falta ninguna participación ciudadana.

Otro intento por las vías administrativas fueron las alegaciones presentadas contra el permiso de Costas que el Gobierno de Madrid debía otorgar para excavar el tramo de 300m por debajo de la playa de La Concha. En este caso, conseguimos alargar el tiempo de la resolución y retrasar el comienzo de las obras. Pero finalmente, la Dirección General de Costas dio el permiso, sin contestar a nuestras alegaciones.

En esta batalla hemos utilizado por tanto las herramientas legales, obteniendo siempre el mismo resultado: todo rechazado por igual. Ahora mismo está pendiente la resolución del recurso contencioso – administrativo que presentamos hace más de año y medio ante el Tribunal Superior del País Vasco por la pérdida de vigencia e invalidez de la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto. En cuanto a esto, existen muchas experiencias que muestran que a los gobiernos no les importan demasiado estas barreras legales. Al final suelen imponer sus obras para mover tierra y dinero.

Elefante blanco

En julio de 2016, participamos en Baiona en el Foro Internacional contra Grandes Proyectos Innecesarios e Impuestos (GPII). El símbolo de la red GPII es el elefante blanco. El significado viene de la región de Tailandia donde está considerado como animal sagrado que nadie más que el mismo emperador puede montar. Según la leyenda, un emperador de esta región (Siam), un día, regaló uno de estos animales a uno de sus mayores enemigos. Éste, obligado a alimentar el animal sin poder sacar ningún provecho de él, acabó finalmente arruinado…

En Baiona, conocimos a muchos grupos en situaciones parecidas a la nuestra y aprendimos mucho de los paralelismos en las actuaciones de los gobiernos y administraciones. Algunos militantes del grupo «Stuttgart21ueberall» luchan ya desde hace 12 años contra el proyecto faraónico del soterramiento de la estación central que tenía un presupuesto de 2 mil millones y actualmente se ha cuadriplicado hasta 7,9 mil millones, prolongándose el tiempo estimado para las obras en unos 4 años más.

En una charla pública, nos explicaron más tarde en Donostia sus experiencias. A través de sus acciones y protestas masivas, el movimiento consiguió finalmente el cambio de la alcaldía que históricamente siempre había estado en manos de los democristianos (CDU). Pero la entrada de los Verdes, tampoco paró el proyecto. Ahora mismo, las obras han dejado la ciudad patas arriba con molestias enormes: cortes de tráfico, polvo, suciedad, ruido y contaminación.

Donostia es más pequeña que Stuttgart y el proyecto aquí parte de un presupuesto menor. Sin embargo, las experiencias de Stuttgart nos pueden dar una idea sobre nuestro futuro si no conseguimos parar este proyecto absurdo.

Empiezan las obras

En noviembre del año pasado, arrancaron las obras previas a la excavación en dos puntos del barrio del Antiguo. Hasta entonces, el sentimiento mayoritario de la población era incredulidad. «No lo van a realizar… es absurdo en una ciudad tan pequeña… no tienen el dinero», tuvimos que escuchar en la calle. Al darse cuenta que el comienzo de las obras estaba en la puerta (literalmente delante o debajo de sus puertas), después de unas asambleas en el barrio del Antiguo, por fin, una parte de la vecindad empezó a moverse. Surgió un movimiento vecinal del barrio, informando y contactando en las estructuras del barrio: colegios, asociaciones deportivas, comercio pequeño, vecindad, fiestas,… y animándoles a participar en las movilizaciones.

Estamos en la fase de reflexionar sobre la mejor manera de sostener la movilización frente a la situación abierta por el comienzo de las obras, sin perder de vista la contra-información cara a sus mentiras y propaganda.

Hace poco, los amigos y amigas de Notre-Dâme-des-Landes (Bretaña) que conocimos en el encuentro de los GPII en Baiona, nos hicieron llegar vientos esperanzadores. Desde hace casi 50 años, llevan luchando y resistiendo contra el proyecto de un aeropuerto innecesario. A finales de febrero, el presidente francés Macron firmó el abandono definitivo del proyecto.

Never give up

Más información: satorralaia.wordpress.com
Contacto: satorralaia@gmail.com

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