Entre quienes consideramos necesario organizarnos para luchar existen muchas opiniones diferentes. Cuál es el modelo más útil y más acorde con lo que se pretende conseguir:
Coordinadoras, plataformas, colectivos, federaciones… eso es lo que se suele discutir.
Sin embargo mas allá de los distintos modelos, es la cultura de la organización que existe detrás de los mismos lo que en la mayoría de los casos los define y lo que hace que en muchas ocasiones no sólo no sean capaces de intervenir en el entorno que los rodea como a algun@s nos gustaría, sino que lo que consiguen es engullir a gente válida y transformarla en militantes estresad@s, quemad@s, y con grandes dosis de frustración.
Todo producto de una dinámica basada en una cultura de la organización concreta, que pretendemos empezar a diseccionar a continuación para contribuir a que quien se reconozca en ella pueda más fácilmente destruirla.
1. El efecto mariposa
Existe una forma de ver las cosas según la cual entre nuestra situación actual y la “sociedad ideal del mañana” hay un camino que recorrer. Este trayecto temporal lo debemos andar creando una organización que en su interior reproduzca el modelo de sociedad que queremos. En el andar diario iremos recogiendo a tod@s aquell@s que se quieran unir a nosotr@s.
También se participará en los distintos conflictos que cíclicamente surgen en los márgenes de nuestro camino. Dicha participación se desarrollará con la vista puesta en que, a raíz del conflicto, la gente tome mayor conciencia de la necesidad de organizarse y, si se da el caso, se nos una para continuar junt@s el camino. Así se irá avanzando, acumulando fuerzas (siendo cada vez más) hasta que en un momento dado en que seamos muchísim@s planteemos la gran batalla final (revolución) y fruto de ella nazca una nueva sociedad. A lo que lleva esta forma de ver las cosas, en la mayor parte de los casos, es a identificar la organización con la revolución: cuanto más fuerte sea la organización mas cerca está la gran insurrección general. Con lo cual en el centro de nuestra atención debe estar la organización, su mantenimiento y crecimiento. Se entiende (según esta lógica mecanicista) que hay unas etapas que hay que ir recorriendo. Una casilla lleva a otra y, cuando hayamos recorrido todas, llegaremos al ansiado final.
CREACIÓN ORGANIZACIÓN > PROPAGANDA > PARTICIPACION EN CONFLICTOS > CRECIMIENTO DE LA ORGANIZACION > REVOLUCION > NUEVA SOCIEDAD
Pero parece que la realidad no quiere adaptarse a este modelo. Las revueltas, insurrecciones y motines surgen a raíz de conflictos pequeños; pequeñas gotas que hacen que los diques de contención se desborden. Chispas impredecibles que hacen que la rabia acumulada y reprimida por el miedo durante mucho tiempo, estalle y haga temblar los cimientos del sistema asentad@s sobre cada un@ de nosotr@s. La dinámica de la sociedad no es una línea recta ni se adapta a los estudios de expert@s ni revolucionari@s. Es, como la mayoría de los procesos naturales, de carácter no lineal
.
“En los sistemas no lineales, entradas (variaciones) pequeñas pueden tener consecuencias espectacularmente grandes. A menudo, se ha hecho referencia a esto con el nombre de efecto mariposa: una mariposa bate las alas en la selva tropical y pone en marcha sucesos que producirán una tormenta en Chicago. Sin embargo la siguiente vez que la mariposa bate las alas, no hay ninguna consecuencia meteorológica. Esta es la base de la impredicibilidad (…) complejidad superficial que surge de una simplicidad profunda (…) este comportamiento emergente, vuelve a influir en el comportamiento de los individuos que aquí abajo la produjeron.” J. Glecik
La subida del precio del pan, la implantación de una nueva ley o impuesto, el apaleamiento de alguien por la policía, etc. son capaces de desatar más rabia y abrir los ojos a más gente que la labor de una organización durante años. Pequeñas situaciones que desencadenan acontecimientos mucho más grandes, a raíz de los cuales se comprueba la capacidad propia de la población, la vulnerabilidad del enemigo y el papel que cumplen instituciones “aparentemente neutrales” como la prensa, la televisión, la familia, etc.
Por esta razón pierde interés para nosotr@s el tener como centro de nuestra actividad la organización. El objeto principal pasa a ser el conflicto: potenciarlo donde se mantenga latente y tratar de contribuir a su radicalización donde ya haya aflorado a la superficie, todo ello sin importarnos demasiado si como consecuencia de ello vamos a ganar simpatizantes nuev@s o no.
Con este cambio de planteamientos provocamos rápidamente el interés de las instituciones represivas, pues empezamos a salirnos de sus esquemas. Y es que el sistema necesita que todo funcione según su lógica de visibilidad y concentración estructurada de la disidencia.
2. Los ojos de Medusa
“La ventaja táctica de la clandestinidad, de lo no visible (el lenguaje del corazón) de por sí devuelve a la estética su centralidad revolucionaria. El arte de lo no visible escapa la absorción del “discurso de la totalidad” basado en la imagen y así, libre de toda forma posible, todavía mantiene la promesa milenaria de arte, la transformación del mundo”. H. Bey
El sistema necesita etiquetar, clasificar, catalogar para a partir de ahí aplicar tratamientos concretos y diferenciados a cada forma de disidencia.
Sociólog@s, psicólog@s, psiquiatras, pedagog@s, antropólog@s, asistentes sociales, periodistas… son fuentes de información que las instituciones usan para alimentar sus archivos.
Crear una organización va, a menudo, acompañado de la producción de una iconografía propia, una estética concreta y cierta homogeneización de las personas que la componen: se crea consciente o inconscientemente un producto. Y por esto es mucho más fácil para las instituciones absorber, deformar y manipular este producto. En definitiva todo esto acaba siendo un obstáculo más al que tendrán que enfrentarse l@s miembros de la organización si no quieren convertirse en un objeto estético de usar y tirar por el sistema.
Probemos pues a ser como el gas sarín: invisibles, inodor@s e insípid@s para el sistema, pero letalmente dañin@s para sus estructuras. Evitemos facilitar la labor etiquetadora de l@s burócratas. Obstaculicemos la creación de estereotipos vendibles y productos estéticos.
3. La creación de la masa
La actividad revolucionaria no consiste (no debería) en prepararse para una guerra convencional. Aquí el aparato institucional, aquí l@s revolucionari@s, ¡adelante y que gane el mejor! No, no sería útil ni coherente tener este planteamiento.
Para el poder son más peligrosas diez personas impredecibles e incontrolables dispersas que cien formando una masa concentrada predecible y manipulable.
“La física nazi se establece sobre estos postulados: es preciso captar esos electrones, hacerlos compactos, concentrarlos. Es preciso atrapar esa “energía” de la dispersión, de la explosión, condensarla haciéndola entrar en un proceso involutivo y finalmente, mediante la destrucción concentratoria sistemática de cada electrón, invertir la energía explosiva de la diáspora en una forma inerte, implosiva, dominable, convertible, reversible, la de la masa”. L. Scheer.
El sistema está interesado en homogeneizar, uniformar, agrupar, concentrar a la disidencia para hacer más facil la labor de los perros pastores. Los derivados actuales del frentepopulismo y sus tácticas no hacen mas que facilitar la labor del enemigo. Su única razón para existir es el miedo que hay a las posibilidades experimentadoras que hay mas allá del rebaño y su forma de funcionar.
4. Adrenalina
¿Cómo entonces intervenir eficaz y coherentemente en nuestro alrededor? ¿cómo impedir que las dosis de tranquilizantes y antidepresivos emitidas por los medios de “comunicación” reconduzcan la revuelta hacia cauces inofensivos? Eso será algo que averiguaremos a medida que vayamos experimentando. Poder actuar como la adrenalina no sería un mal ejemplo. Una hormona que segrega el propio cuerpo y que acelera el ritmo del corazón, aumenta la tensión arterial y estimula el sistema nervioso, haciendo que los sentidos estén mas alerta.
Que nuestra actividad consiga romper el anonadamiento democrático, haciendo que se resquebraje la hipnosis del consenso; ese podría ser un buen avance. Para ello parece que la manera más natural de organizarse puede ser el grupo de afinidad.
5. El grupo de afinidad
El término requiere explicación. Afinidad se confunde a menudo con sentimiento. A pesar de no estar del todo separada, los dos términos no deberían considerarse sinónimos. Puede haber compañer@s con l@s que podemos considerar que hay afinidad pero con l@s que no nos une amistad y viceversa.
Básicamente, tener afinidad con un/a compañer@s quiere decir conocerl@, haber profundizado en el conocimiento acerca de el/ella. Al crecer ese conocimiento la afinidad puede aumentar hasta el punto de hacer posible una acción conjunta; o disminuir hasta el punto de hacerla imposible.
El conocimiento de alguien es un proceso infinito que puede parar en cualquier nivel, dependiendo de las circunstancias y objetivos que se quieran conseguir junt@s. Un@ puede tener por tanto afinidad para hacer unas cosas y no otras. Se hace evidente que cuando hablamos de afinidad no nos referimos necesariamente a hablar de los problemas personales de cada un@, aunque esto pueda ser importante si interfiere en el proceso de conocimiento mutuo.
En este sentido, conocer al/la otr@ no significa necesariamente tener una relación íntima. Lo que es necesario conocer es cómo piensa el/a compañer@ con relación a los problemas sociales con los que la lucha de clases se enfrenta, cómo cree que hay que intervenir, qué métodos usaría en determinadas circunstancias.
El primer paso en la profundización del conocimiento entre compañer@s empieza con la discusión. Es preferible tener una base clara, como algo escrito, para que los variados problemas se puedan abordar bien.
Una vez está claro lo básico el o los grupos de afinidad están prácticamente formados. El conocimiento entre compañer@s sigue en relación con su actividad como grupo y al consiguiente encuentro en la realidad como tal. Mientras dura este proceso el conocimiento mutuo suele aumentar y pueden surgir lazos fuertes entre compañer@s. Esto en cualquier caso es una consecuencia de la afinidad, no su objetivo fundamental.
Suele pasar que algunos compañer@s lo hacen al revés: empezando cualquier tipo de actividad y procediendo a las clarificaciones necesarias luego, sin haber comprobado el nivel de afinidad necesario para hacer cosas junt@s. Las cosas se dejan al azar, como si algún tipo de claridad pudiera surgir del grupo solo por su creación. Por supuesto, esto no pasa: el grupo o se estanca porque no tiene claro el camino a seguir o sigue la trayectoria de l@s compañer@s que tengan las cosas más claras sobre lo que quieren hacer, mientras l@s otr@s se dejan llevar, normalmente con poco entusiasmo o compromiso real.
Por otro lado, el grupo de afinidad encuentra en la acción su objetivo y potencial máximos. No se basa en la cantidad de miembros, sino en la fuerza cualitativa de los individu@s que trabajan junt@s en un proyecto que han desarrollado en común mientras avanzan. Se trata de una estructura específica del movimiento anarquista con un conjunto de actividades asociadas: propaganda, acción directa, producir un periódico, trabajar en una organización informal, etc. (…)
6. Conexión
Teniendo como objetivo la conflictividad permanente, no merece la pena ya hablar de modelos “correctos” de organización ni de organizaciones permanentes. Más bien parece que la mejor manera de conectar dependerá por un lado de las necesidades que haya en ese momento y lugar concretos: y por otro de la confluencia de proyectos, estrategias o prácticas.
Lo mismo vale para el nivel en que se desarrolle la relación; desde el simple intercambio de información hasta el desarrollo de proyectos conjuntos hay posibilidades ilimitadas.
Lo que si parece claro es que si no existe ningún tipo de comunicación, debate o intercambio de experiencias se hará muy difícil desarrollar una dinámica propia sin ahogarnos en un vaso de agua. Para no depender de la trayectoria que sigan otr@s debemos establecer criterios propios sobre la base de lo que nos rodea, y para ello se hace necesario algo más que traducir textos escritos en otro momento y/o en otro lugar.
7. Papelería
El sistema intenta anularnos inculcándonos desde pequeñ@s que somos capaces de mucho menos de lo que somos en realidad capaces de hacer. Convendría pues dejar de lado el todo catastrofista y las lamentaciones pseudocristianas sobre lo mal que va todo y centrarnos más en intercambiar experiencias, aportar información útil y mostrar ampliamente las ocasiones en las que se ha hecho daño al poder, sean estas pequeños o grandes acontecimientos.
Se editan muchas cosas, casi todas pretenden lo mismo. Unas por medio del humor, otras del llanto pero la gran mayoría de ellas se hacen casi por compromiso o para ocupar el tiempo en algo. El resultado es que leída una, por lo general un@ se las ha leído todas.
Para que se nos entienda deberíamos hablar claro y dejar los lenguajes codificados para l@s intelectuales, l@s científic@s y l@s jugador@s de mus.
El poder trata de mantener a la población bajo control por medio del miedo que inspira. Para ello el sistema trata de imitar la imagen tradicional que se tiene de l@s dios@s; invisibles pero presentes en todos lados. Contrarrestando esta idea mostraremos su vulnerabilidad. Esto podría hacerse desmitificando y señalando a l@s enemig@s reales y tangibles, explicando qué es a lo que se dedican y qué es lo que más daño les hace; sean estas instituciones, empresas o “profesionales”. En cada conflicto concreto parece necesario también señalar a l@s recuperador@s y sus intenciones, para evitar en lo posible que, una vez engullidas, las luchas sirvan al sistema para fortalecerse todavía más. Por último insistir en el necesario debate para el que tiene que servir estas publicaciones. De nada sirve que creamos tener las cosas claras en nuestro círculo más próximo si no podemos intercambiar opiniones con otras gentes, para darnos cuenta de que las cosas se pueden enfocar de otras maneras.
[Este texto fue editado en el estado español en forma de libelo anónimo. El apartado 5 (El grupo de afinidad) es una traducción del número 5 de la revista inglesa Insurrection].
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