LO ALTERNATIVO Y LA LÓGICA DE LA CULTURA DE MASAS

(A propósito de ciertas publicaciones, films, discos, ropas, comidas, viajes, deportes, coches, viviendas, ayuntamientos, nuevos colegas y policías de las que últimamente estamos oyendo mucho hablar)

La cultura de masas, ese gran monstruo procreador del mundo simbólico que nos rodea y ahoga, funciona en base a la homogeneización y estandarización de los productos que, queramos o no, consumimos o soportamos. Además, el secreto está en la operatividad no conflictiva de estas imágenes que repiten hasta la saciedad unos esquemas arquetípicos camuflados bajo disfraces más o menos conseguidos. Porque lo que ya casi nadie se atreve a poner en duda sin un mínimo de vergüenza es que ésta lógica va desde la industria a la legitimación ideológica del sistema, y de ésta a la eliminación de los conflictos inherentes a las relaciones de producción, a las desigualdades sociales, a los desniveles culturales, y a los colonialismos y dependencias de todo tipo.

Pero sucede que nuestro gran monstruo también necesita renovarse un poco de vez en cuando, más que nada porque en su faceta de negocio debe seguir vendiendo o, cuando menos, no debe dejar que otros lo hagan en su lugar. Así que necesita la incorporación de nuevas sensibilidades a su catálogo, sensibilidades que, por lo general, han nacido fuera de sus márgenes. ¿Por qué la industria de la cultura de masas va a buscar fuera los nuevos hits con los que va a sorprender la próxima temporada? ¿Es que no tiene quien se los cree? La verdad es que de lo último muy poco, pero la verdadera y última razón es que buscarlo fuera le sale más barato. Y esto por dos razones: No paga todo el proceso de experimentación, prueba y corrección de errores, comprando el producto ya terminado a expensas de últimos retoques (por si en realidad quedaba un poco «políticamente incorrecto»), y, sobre todo, se encuentra con una sensibilidad que ya ha sido asimilada y homologada por un sector de la sociedad. Si éste demuestra, además, una cierta capacidad operativa que va traspasando sus fronteras, miel sobre hojuelas. Algo así, a grandes rasgos, está en el fondo de lo que tenemos encima: la moda de lo alternativo.

Claro que, si todo esto lo miramos desde el otro lado del espejo, no queda más remedio que hacer frente a la situación. Nos tenemos que dar cuenta de que lo alternativo se ha convertido en un objeto más de consumo de masas por medio de una etiqueta justo en el momento en que parecía comenzar a desplegarse y actuar sobre un contexto cada vez mayor (¿o me estoy equivocando?). En todo caso lo cierto es que ha atravesado sus fronteras.

El mercado en principio exige productos no comprometidos pero, como se puede comprobar, también echa mano de ciertas sensibilidades que en principio son incompatibles con él. Esto no supone una contradicción demasiado importante para ella porque sabe que, una vez introducida la nueva sensibilidad en el circuito de masas, se produce una disolución cierta (aunque tampoco podamos decir que completa) de sus contenidos comprometidos. Se produce, en definitiva, una asimilación no conflictiva por parte de la mayoría del público.

La contradicción para el verdadero núcleo de lo alternativo se presenta de esta forma: si lo alternativo no cruza los márgenes de lo masivo, nunca va a tener posibilidades reales (o éstas no van a coger el suficiente ritmo como para hacerse operativas); si entra, como de hecho ha sucedido, en los canales masivos, se produce, como se ha dicho, una disolución cierta, aunque no total, de sus potencialidades transformadoras. ¿Es, por tanto, positiva y aprovechable esta entrada en lo masivo o, sinceramente, se ha perdido tanto por el camino como para hacer irreconocible e inocuo el mensaje? ¿Posibilismo o integridad de los planteamientos? Este es el planteamiento de la encrucijada. En la composición que se haga cada uno es conveniente no olvidar aquel dato expuesto algo más arriba y del que no estaba muy seguro.

Carlos

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