CEPRID

Erdogan no es Gamal Abdel Nasser

Miércoles 21 de julio de 2010 por CEPRID

Lamis Andoni

Uruknet

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

Una encuesta reciente ha revelado que el 43 por ciento de los palestinos en la Ribera Occidental [Cisjordania] y la Franja de Gaza ven a Turquía como el país de la región que más apoya su causa. La encuesta fue realizada tras la interceptación mortal israelí de una flotilla de ayuda internacional con destino a Gaza que se cobró la vida de nueve de sus integrantes, de nacionalidad turca. Egipto, una vez líder del mundo árabe, se quedó en muy distante segundo lugar, con apenas 13 por ciento.

Ola de admiración

Aunque encuestas similares se llevaron a cabo en otras partes del mundo árabe, los informes de prensa, columnas de opinión y la agitación de banderas turcas durante las protestas anti-Israel parecen indicar que Turquía se está convirtiendo en el nuevo y popular, o al menos respetado, líder regional. Incluso los gobiernos árabes parecen haber sido arrastrados por esta nueva ola de admiración por Turquía a raíz de su insistencia en una investigación independiente sobre las muertes de sus ciudadanos. Funcionarios árabes presuntamente dieron a Recep Tayyip Erdogan, el primer ministro turco, una recepción muy entusiasta en el Foro de Economía turco-árabe celebrado en Estambul a principios de este mes.

La posición de Turquía al mismo tiempo pone en un aprieto a muchos gobiernos árabes mediante la exposición de su debilidad en relación con Israel, así como su refuerzo la posición oficial árabe contra el rechazo arrogante de Israel de los derechos y demandas árabes.

Turquía no es percibido como una amenaza para los regímenes árabes, ni su influencia supone un perjuicio para los gobiernos árabes en la región.

Fuerza en la moderación

Aunque Turquía está gobernada por un partido islámico, su influencia sobre los movimientos islámicos, en particular la Hermandad Musulmana, que lidera la oposición en varios países árabes, es vista como un factor moderador. De hecho, muchos escritores islámicos ven al gobernante [en Turquía] Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) como la vanguardia de un movimiento liberal islámico que buscan ocupar el lugar que le corresponde en el escenario internacional.

Pero el aumento de la influencia turca es también un testimonio de la decadencia del poder pan-árabe y la ausencia de un liderazgo fuerte en el mundo árabe. Poderes regionales como Irán y Turquía han intervenido para llenar un vacío de liderazgo que ha surgido, en parte, como resultado del tratado de paz de Egipto con Israel en 1979, la ocupación de Irak por EE.UU. y la disminución general de la solidaridad panárabe.

Pero mientras que Irán, que es ampliamente percibido como un contrapeso a Israel, es visto con sospecha por la mayoría de los gobiernos árabes e incluso los miembros de la intelligentsia, Turquía es generalmente visto como menos amenazante y como una fuerza de estabilidad en la región.

La calle árabe

A pesar de que Turquía es atacado en Occidente por su supuesto "giro hacia el este" y por favorecer su "afinidad cultural" con los países musulmanes, el mundo árabe continúa viéndolo como un puente hacia el Oeste y un posible mediador con los EE.UU. e Israel.

En la calle árabe, sin embargo, la nueva imagen de Turquía no se está convirtiendo necesariamente en el reflejo de una lectura realista de las políticas y declaraciones hechas en Ankara. A raíz de la matanza de la flotilla, la negativa de los dirigentes turcos a ceder en sus amenazas de suspender las relaciones con Israel y, más significativamente, su demanda inequívoca de que el bloqueo de Gaza sea levantado, ha sido retratado en artículos y en foros populares como los nuevos líderes en la "lucha del mundo islámico para liberar a Palestina". Pero este es un papel que Turquía ni ha alegado ni codiciado.

Esta aparición de Turquía como el campeón de la causa palestina deriva en parte de la comparación efectuada entre Turquía, cuyos líderes toman el papel de su país y su orgullo en serio, y los mansos regímenes árabes que están compitiendo para ser aceptados por los EE.UU. y Occidente. Los países y líderes que han desafiado a Israel y Occidente siempre han capturado la imaginación de las masas árabes, que buscan un defensor en la lucha contra décadas de colonialismo, dominación occidental e injusticia.

Al cancelar las maniobras militares conjuntas con el aliado de largos años, Israel, después de la guerra de éste contra Gaza y al dejar el Foro de Davos tras un airado intercambio de palabras con Shimon Peres, el presidente israelí, la consideración de Erdogan como un héroe en el imaginario árabe estaba cantado.

Pero, aunque sin duda se beneficia de su influencia personal cada vez mayor y la de su país entre los árabes y musulmanes, el primer ministro turco no ha abandonado su objetivo declarado de ser un puente entre Oriente y Occidente, que es lo contrario a convertirse en un campeón de Oriente contra Occidente .

¿Ambición neo-otomana?

Resulta obvio decir que la alta estima de Erdogan y de su país ha llegado, incluso, a algunos de los intelectuales árabes más escépticos. Pero otros advierten que la ambición de Turquía - a menudo descrita como neo-otomana por sus críticos – tiene más que ver con la expansión de la esfera de su influencia que con defender causas justas. Eso puede ser así y los líderes turcos están en mejor posición para convertirse en el interlocutor más importante para el Oriente - los árabes y musulmanes - con Occidente.

Turquía hasta ahora se ha movido con éxito para llenar el vacío de liderazgo en la región y compensar la falta de liderazgo árabe. Erdogan no es el nuevo Gamal Abdel Nasser, el difunto presidente egipcio que logró una influencia sin precedentes sobre los intelectuales árabes y las masas durante los años 1950 y 1960, hasta su prematura muerte en 1970. Ni él ni su ministro Ahmet Davutoglu, educado en el extranjero, son - o anhelan ser - los salvadores de los árabes y musulmanes. Si hay algo de cierto en que Turquía podría ser una fuerza estabilizadora en el mundo árabe, pero sólo el mundo árabe puede decidir la forma en que le puede beneficiar.

El hecho de que Egipto quedase en segundo lugar en la encuesta indica la decadencia de los dirigentes egipcios en el mundo árabe. Turquía, al ser miembro de la OTAN, se beneficia de su papel de mediador entre el mundo árabe e Israel y le permite convertirse en un héroe en este proceso. Pero para Egipto, el actuar como mediador entre Israel y los estados árabes sólo ha servido para disminuir su poder. Y la creciente influencia de Turquía no puede compensar esa falta de un líder árabe, ya que no está en su cultura el proteger los intereses árabes.

Lamis Andoni es un analista y comentarista sobre asuntos de Oriente Medio y Palestina.


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