Las interpretaciones extremas del Islam en Somalia: una alternativa de riesgo
Sábado 1ro de mayo de 2010 por CEPRID
Meylin Suárez
CEAMO
Somalia es un país mayoritariamente islámico. El Islam desde su penetración en el siglo VII, ha sido un factor vinculado a los enfrentamientos de la población somalí contra los intentos de conquista en la región del Cuerno Africano.
La religiosidad desempeñó un papel destacado en los intentos unificadores de las tribus y los clanes somalíes. El navegante portugués Vasco de Gama, en su paso por Mogadiscio, en el siglo XV, la describió como una ciudad con casas de cuatro cinco pisos de altura, grandes palacios en el centro y muchas mezquitas con minaretes cilíndricos (1) Entre los siglos XV-XVI, en el Cuerno tuvo su etapa de esplendor el Reino de Adal, calificado como uno de los más grandes y poderosos Estados islámicos existentes en esa región y el cual estuvo vinculado a los intentos de conquista del antiguo Reino de Shoa, en la actual Etiopía. (2)
Desde temprana fecha, el Cuerno fue escenario del enfrentamiento entre el Islam y el Cristianismo. Sin embargo, la derrota del Califato musulmán asentado en el territorio somalí significó un duro golpe al proceso de construcción de una identidad nacional fundamentada sobre esa religión. Ese proceso de desintegración de la entidad política se agudizó tras la irrupción del colonialismo europeo, y con la posterior dispersión de la etnia somalí en cinco territorios diferentes. En la resistencia a la colonización italiana e inglesa, las cofradías de derviches y de sufíes desempeñaron un papel destacado. (3) No obstante, la superioridad tecnológica-militar del colonialismo se impuso sobre la resistencia somalí.
Somalia, como consecuencia quedó dividida entre Inglaterra, Italia y Francia. Como ha señalado Mohamed Hassan, las fronteras coloniales representaron para Somalia una verdadera catástrofe. (4). En 1960 al descolonizarse los territorios bajo soberanía italiana y británica, se constituyó la República de Somalia. Pero, quedaron somalíes residiendo en Etiopía, Kenya y la Somalia francesa (actual Djibouti)
El nacionalismo somalí frente a la división del territorio por el colonialismo, adoptó como ideología política el denominado pansomalismo. Esa corriente, desde la lucha por la independencia planteó la unificación en un único territorio de todas las poblaciones somalíes. Cada uno de los brazos de la estrella de la bandera nacional representa los cinco territorios donde habitan somalíes. Esa es la razón que explica la reivindicación, tanto por las Cortes Islámicas, como por Al-Shabah, del proyecto de la “Gran Somalia”, enarbolado durante el gobierno del general Mohamed Siad Barre.
El colapso de las instituciones estatales iniciado tras la caída de Siad Barre, en 1990 y el comienzo de una prolongada guerra civil, aún inconclusa, colocaron a la religión en su versión política en el centro de la vida somalí. (5)
Un hecho que contribuyó a la exacerbación del irredentismo somalí fue la intervención de Estados Unidos en 1992, y la eufemística Operación Restaurar la Esperanza. Las multinacionales del petróleo mandaron a las tropas estadounidenses a invadir Somalia, aunque fue presentada como una misión humanitaria que iba a salvar unos 2 millones de somalíes mediante la apertura de líneas de suministro. La derrota de las poderosas fuerzas demostró la incapacidad de Estados Unidos y sus aliados de manejar el tema somalí.
En medio de un caos generalizado tras la salida del país de las tropas de las Naciones Unidas, las Cortes Islámicas se convierten en una alternativa de orden. Inicialmente las Cortes se encargaron de la atención a los servicios de salud y de la educación primaria, secundaria, la formación profesional e instrucción islámica, se responsabilizaron con la dirección de los orfanatos, así como otros servicios, para finalmente devenir en garantes de la seguridad de los ciudadanos, extorsionados por las acciones depredadoras de los numerosos señores de la guerra. (6)
Paralelamente esa versión del Islam cumplió otras funciones, conectó a esos grupos con los recursos financieros del Golfo Pérsico y los proveyó de base legal para reforzar sus actividades comerciales. Los Tribunales Islámicos, debido a sus funciones recibieron el apoyo de la población. Ello demuestra que además de religión, el Islam en ese escenario de desintegración estatal desempeña una importante función social. Su ascenso al primer plano de la política somalí constituyó además, el resultado de un movimiento de reacción identitario. (7) No obstante, Somalia desde los inicios del actual siglo ha estado insertada en la denominada guerra global contra el terrorismo-desatada por Estados Unidos, tras el 11 de septiembre-y calificada como de verdadera lucha contra la cultura musulmana y sus preceptos. Todo ello ha repercutido en el escenario somalí, donde tradicionalmente las intervenciones extranjeras han exacerbado el irredentismo. A mediados del 2006, la capital somalí fue tomada por las Unión de las Cortes Islámicas, iniciándose las contradicciones entre las Cortes y la población, pues algunas de sus ramas, partidarias de una interpretación radical del Corán, intentaron prohibir todo lo que tuviese relación con Occidente. Esas medidas extremistas provocaron el rechazo en una población que en un inicio las apoyó frente a los señores de la guerra.
Aunque sus ideólogos han tratado de explicar la adopción de esas medidas extremistas, con el pretexto de búsqueda de una ética pérdida, tras años de enfrentamientos y de una situación humanitaria atroz, no han encontrado el apoyo esperado. Una explicación más real descansa en que desde las últimas décadas del pasado siglo, el sufismo somalí ha estado presionado por las interpretaciones salafistas y wahabíes del Islam, quienes consideran que el sufismo debe purificarse de innovaciones prohibidas por esa religión y retomar la pureza de la época del profeta Mahoma y sus seguidores. (7)
En medio del conflicto, han reverdecido prácticas islámicas extremistas. Destaca entre ellas el intento de dogmatizar la vida familiar y condenar a las mujeres a una posición de total subordinación, negándoles los más elementales derechos sociales y políticos. Esta interpretación y aplicación retrograda contrasta con la práctica islámica en el siglo VII, cuando la religión aseguró a la mujer los derechos que se le negaban. Como parte de esas practicas extremistas se han incrementado las condenas por lapidación a mujeres por cometer adulterio. En la mayoría de los casos, las mujeres son enterradas hasta el cuello y luego apedreadas hasta fallecer. La última norma dictada por el grupo más radical somalí ha sido prohibir el uso de sujetadores en la población femenina, por considerarla una prenda ofensiva e impura y que tiene como fin motivar los deseos sexuales. Como resultado de esa forma legal, varias féminas han sido azotadas en público por el uso de esas prendas.
Todo lo anterior demuestra que un proyecto político fundamentado en esa variante extrema del Islam, en lugar de ganar adeptos, solo encontrará la oposición de una población, agotada por la guerra y las incursiones foráneas, pero acostumbrada a una práctica de la religión que corra al ritmo de los tiempos y no a la contramarcha. En medio del caos que vive ese Estado colapsado, una versión radical islamista con posibilidades de llegar al poder constituye el nuevo pretexto para nuevas intervenciones foráneas. La posición estratégica del país, así como los recursos naturales de su subsuelo y mares adyacentes pesan mucho en las extrañas alianzas que han caracterizado ese conchito, donde los enemigos de ayer son los aliados de hoy.
Las extrañas combinaciones entre Estados Unidos, primero con los señores de la guerra y hoy, con los sectores moderados de las Cortes Islámicas, demuestran que coyunturalmente podrían coincidir las agendas foráneas con el interés de grupos político-religiosos y con los deseos de la población de frenar el camino a un proyecto político fundamentado en interpretaciones islamistas extremistas.
Referencias:
(1) Carranci, C: “El Pansomalismo”: Claves históricas del conflicto del cuerno africano. Editorial IEPALA 1987.
(2) Ibíd.
(3) S/a. “Las fronteras en el Cuerno de África” En: Revista Cuadernos para el diálogo. Madrid, 1971.
(4) Lalieu, G y Collon, M.: “Cómo mantienen a Somalia en el caos las potencias coloniales”. Entrevista a Mohamed Hassan, Serie Comprender al Mundo Musulmán.
(5) Quaranto, P.: Building states while figting terror, Intitute for Security Studies, Pretoria, 05-08.
(6) Ibíd.
(7) Tazón, S. Un “Islamismo Aceptable” ¿la solución para Somalia? Grupo de Estudios Estratégicos. Colaboraciones nº 2511 | 12 de Febrero de 2009.
Meylin Suárez es investigadora del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba)