CEPRID

Gaza 2009: des-Osloizando la mente palestina

Lunes 30 de marzo de 2009 por CEPRID

Haidar Eid

Pueblos

“Los blancos no solo son culpables de haber estado en la ofensiva, sino que también, gracias a algunas hábiles maniobras, han conseguido controlar las respuestas de los negros a dicha provocación. Ellos no solo han pateado a los blancos, sino que también les han dicho como comportarse ante dicha patada. Durante mucho tiempo han escuchado pacientemente el consejo de cual era la manera más adecuada de comportarse ante tal patada. Con una dolorosa lentitud ahora empiezan a mostrar signos de que es su derecho y responsabilidad el responder a la patada de la manera que creen conveniente”. Steve Biko

Traducido para Pueblos por Laura Domínguez González Uno de los resultados de la masacre de Gaza (2009) ha sido el tremendo apoyo popular sin precedentes a la causa palestina; algo con lo que los abajo firmantes de Oslo (1993) no hubieran estado muy contentos. La vuelta a los eslóganes de liberación anteriores a Oslo (que se opuso a la independencia), sin duda, han creado un nuevo dilema, no solo para las élites políticas de Oslo, sino también a las ONGizados/as, estalinistas de izquierdas.

El proceso de Osloización, es decir, combinación de corrupción, ONGización y venta de principios y eslóganes revolucionarios que se funde con la ficción de la solución de dos cárceles, ha sufrido un fuerte golpe desde las elecciones de 2006. A juzgar por las afirmaciones realizadas, no solo por los dirigentes de la Autoridad Palestina (AP), sino también por la izquierda e incluso por el gobierno de Hamas, el objetivo último de este derramamiento de sangre es el establecimiento de un estado palestino en cualquier dimensión, por ejemplo la solución de dos estados. La contradicción entre el gran apoyo internacional, el revivir de la campaña de Boicot-Desinversiones-Sanciones (BDS), el aumento de manifestaciones contra el Apartheid en Israel y sus crímenes de guerra contra los palestinos en Gaza y la reiteración, de gran cantidad de organizaciones políticas, del mantra de los dos estados, es una clara señal de la necesidad de un plan alternativo que haga de la des-Osloización de Palestina su prioridad.

Para entender los Acuerdos de Oslo y el profundo daño que ha causado a la causa palestina, uno necesita la contextualización histórica de lo que se viene llamando el “Proceso de Paz”, o lo que muchos pensadores críticos han llamado la industria de la paz. Entender esto es un paso necesario hacia el proceso de des-Osloización, término al que volveré más adelante.

Los Acuerdos de Oslo tendrían que haber sido el primer paso hacia la auto-determinación y hacia el establecimiento de un estado independiente. Pero ahora está claro, 16 años después del famoso apretón de manos en el patio de la casa blanca, que no se establecerá ningún estado a corto plazo por el mero hecho de que Oslo simplemente ignora la existencia del pueblo palestino como tal. Es más, estos Acuerdos han ofrecido a los sionistas lo que siempre habían estado pidiendo. La famosa afirmación de Golda Meir de que “no hay palestinos” parece tenerse en consideración.

Y seguir diciendo que Oslo y Camp David fueron las grandes ocasiones perdidas y un paso adelante, y que el así llamado Proceso de Paz estuvo en marcha hasta que los palestinos (victimas colonizadas) acabaron con él, es una deliberada extorsión ideológica de la realidad que lo único que busca es preparar a los palestinos para que realicen más concesiones.

Ni en Oslo ni en Washington se llevó a cabo el proceso de lograr una paz real y completa; más bien fue creado como un plan americano-israelí para resolver el conflicto después de la destrucción de Irak y el colapso de la Unión Soviética y su intento de construir un “Nuevo Oriente Medio”— parafraseando a Condoleeza Rice - un Oriente Medio caracterizado por una hegemonía imperialista-sionista, apoyada por regimenes despóticos. Los Acuerdos de Oslo estuvieron destinados al fracaso desde un principio pues no garantizaban los derechos nacionales ni políticos mínimos de 10 millones de palestinos. Mientras siga habiendo refugiados, cantones, detenidos, bloqueo, colonias, tortura legal de prisioneros, desposesión de bienes y tierras, asesinatos y ocupación, no se podrá conseguir una paz completa. Simplemente es una ilusión de aquellos que firmaron los Acuerdos de Oslo.

Estos Acuerdos han llevado a la creación de una “autonomía administrativa” limitada en la Franja de Gaza y en algunas zonas de Cisjordania. A la población local se les dio “el derecho” de formar una autoridad que pudieran llamar “nacional”. Ahora la pregunta es ¿Qué hace la ANP (Autoridad Nacional Palestina) aparte de cuestionar? ¿Con qué bases legítimas fue establecida? Es muy sencillo: los Acuerdos de Oslo. Actualmente es obvio que a pesar del famoso apretón de manos en el patio de la Casa Blanca y en Anápolis y a pesar de la optimista charla del “Nuevo Oriente Medio”, estos Acuerdos, oponiéndose a las resoluciones del consejo de seguridad de las Naciones Unidas (ONU), no han garantizado el establecimiento de un Estado Palestino soberano e independiente ni tampoco ha permitido el retorno de los refugiados, ni la retirada de las colonias judías, ni la compensación para aquellos palestinos que perdieron – y siguen perdiendo- sus casas, sus tierras y sus propiedades; de la misma manera que no se ha procedido a la liberación de los prisioneros políticos, ni a la apertura de los checkpoints que se han convertido en la pesadilla diaria para los residentes de Cisjordania y de la Franja de Gaza, etc. Pese a todos los apretones de manos, los besos, y las cordiales ruedas de prensa, Israel ha lanzado una de las más sangrientas guerras en la historia del conflicto contra la población civil de Gaza, matando en 22 días a más de 1.400 personas, entre las que se encuentran 438 niños, 120 mujeres, 95 ancianos, 16 médicos, 5 periodistas, 5 mujeres extranjeras y en la que ha destruido más de 40.000 instituciones y casas, dejando sin hogar a muchas familias. No cabe duda de que esto no es uno de los objetivos acordados en Oslo, pero tampoco se mencionaba nada que impidiera que tal derramamiento de sangre pudiera darse.

Esta es la realidad política que a los dirigentes que firmaron los Acuerdos no les gusta que se les recuerde. De hecho, lo que se ha acabado formando en partes de Cisjordania y Gaza es una extraña entidad - siguiendo el modelo de los bantustanes del Apartheid que cuenta con la aprobación de la comunidad internacional. Gaza 2009, sin embargo, no es más que el reflejo, la consecuencia de Oslo.

Cuando caemos en la cuenta de que aproximadamente un 75-80% de la población de Gaza son refugiados, los resultados de las elecciones de 2006 se hacen más comprensibles no solo en su contexto anti-colonial, sino que también en términos socio-políticos. Oslo ha hecho de Gaza y Cisjordania dos mundos diferentes, en donde ambos han sido dirigidos por instituciones no democráticas, por muchos servicios de seguridad, con corrupción, mala gestión, ineficacia y nepotismo - mencionando algunas de sus características (neo) coloniales entre otras.

Al ganar las guerras de 1948, 1956 y 1967 y conseguir el reconocimiento internacional, árabe y palestino — como un estado colonial y que aplica un régimen de Apartheid — Israel, dio un paso adelante; un paso que implicaba crear una “nueva conciencia” entre los palestinos colonizados. Es aquí donde se encuentra el peligro de Oslo; la Osloizacion, enmarcada en el contexto neo-sionista, implica la creación de un nuevo paradigma a través del cual se limpia la conciencia de tu supuesto enemigo - el “otro” - remplazando esta por una mentalidad unidimensional, a través de la cual se construye una ficción inalcanzable (dos estados para dos pueblos). Incluso el fascista Lieberman ha empezado a cantar la misma canción.

En otras palabras, con la finalidad de crear los dos estados, se crea la falsa conciencia a partir de la asimilación intelectual, algunos de los cuales cuentan con un pasado revolucionario. Clamar el slogan de “la solución de dos estados”, “dos estados para dos pueblos”, “vuelta a las fronteras de 1967”,- o incluso “el Hudna” (como propuso Hamas) - lo que intenta es garantizar la subordinación y conformidad de los palestinos, especialmente aquellos con ideas revolucionarias. El derecho al retorno de 6 millones de refugiados con sus debidas indemnizaciones y los derechos nacionales y culturales de la población originaria de la Palestina de 1948, se han esfumado.

Este objetivo, nunca tiene sin embargo en consideración la antítesis que se crea como resultado de los desplazamientos, la explotación y la opresión; pasando por alto el conocimiento revolucionario que se ha creado a lo largo de las distintas fases de la lucha palestina. Tampoco tiene en cuenta la herencia de resistencia política y civil que sin duda es otra de las características de la lucha palestina. De aquí la necesidad de alternativas políticas en Palestina. Es importante ser consciente de que la corrupción de la Autoridad Palestina y del gran vacío que los Acuerdos de Oslo crearon, fueron sin duda el principio de esta des-Osloización reflejada en la Intifada de Al-Aqsa y en los resultados de las elecciones de 2006. Esta es una conciencia de oposición que los firmantes de los Acuerdos de Oslo no tuvieron en cuenta. Ambos acontecimientos representan un claro rechazo de los Acuerdos de Oslo y sus consecuencias.

La Franja de Gaza, sin embargo, es vista por la AP como uno de los tres pilares de lo que sería el estado independiente, aunque esté geográficamente separado del segundo pilar o bloque, Cisjordania. El tercer bloque es Jerusalén que se encuentra bajo total control Israelí.

Ninguno de los palestinos de los Territorios Ocupados confía en que estas zonas con semi-autonomía en Gaza y Cisjordania - las cuales se encuentran bajo la categoría A - vayan a ser la base sobre la que se cree un estado independiente. Oslo ha llevado a Sudáfrica. Cuando los negros sudafricanos pretendían moverse de sus distritos segregados a grandes ciudades “blancas”, necesitaban hacerse con un permiso. En “tiempos de paz” los palestinos, no solo aquellos que trabajan en Israel, sino que también aquellos residentes de Gaza que quieren entrar en Cisjordania, o viceversa, necesitan solicitar un “permiso”. A parte del permiso, necesitan la llamada “carta magnética” que es una tarjeta electrónica que da acceso al expediente de seguridad de quien lo porta. Nadie puede trabajar en Israel ni visitar Cisjordania y ni siquiera ir al hospital dentro de la “Línea Verde” sin un permiso y una tarjeta magnética. Aunque a uno se le otorgue tal preciada tarjeta, no le estará permitido visitar ninguna otra zona excepto aquella por la que se haya solicitado. Si uno fuera “cogido” en otra zona, el permiso y la tarjeta quedarían confiscados de inmediato, sin mencionar la tortura a la que el susodicho se vería expuesto. A día de hoy, a nadie se le otorga tal valiosas tarjetas. ¿En que se diferencia del Apartheid sudafricano?

Los jefes de las tribus de los bantustanes de Sudáfrica tendían a creer que ellos eran los líderes de los estados independientes. Por suerte, la ANC, a pesar de sus muchos compromisos con el Partido Nacional, nunca ha aceptado la idea de separación y de los bantustanes. Los dirigentes palestinos por otra parte, a finales de siglo, hacían alarde de haber establecido las bases de un bantustan, haciéndolo llamar Estado Independiente. No cabe duda de que este es el último precio que los sionistas ofrecerán a su “otro” después de haber rechazado su existencia durante un siglo y después de que este “otro” haya probado que es humano. Para los sionistas, el “otro” ha de ser asimilado y esclavizado, sin que este sea consciente de su propia esclavitud. De ahí que se otorgue esta “semi-autonomía” sobre las súper pobladas ciudades palestinas y de aquí también la lógica que guió los acuerdos de Oslo.

Oslo, entonces, trajo un grado de corrupción sin precedentes a Palestina; y una coordinación de seguridad con Israel bajo la supervisión de – ironía de las ironías– un general americano, haciéndose obligatoria. La repetición del mantra de los dos estados, paseando la bandera palestina, cantando el himno nacional y – lo más importante - reconociendo a Israel, despreocupándose de los derechos de dos tercios de los palestinos, es lo que es Oslo en realidad.

La lección aprendida de Gaza 2009 es que hay que aprovechar todos los esfuerzos para combatir los resultados de los Acuerdos de Oslo, y formar un frente unido dentro de una plataforma de resistencia y reformas. Esto no se podrá conseguir sin desmantelar la AP y aceptando que ministros, cargos públicos y los presidentes de Gaza y de Ramallah son una fachada como lo fueron las Patrias Sudafricanas Independientes con sus jefes tribales. El programa nacional clásico, creado y adoptado por los palestinos burgueses ha llegado a su fin sin éxito. La mayoría de las fuerzas políticas, incluido el partido que gobierna en Gaza, no han sido capaces de explicar como han de volver los 6 millones de refugiados palestinos al Estado de Israel de los judíos al tiempo que se crea un Estado Palestino independiente.

De aquí la necesidad de un paradigma alternativo distinto a la ficción de la solución de los dos estados, un paradigma que tome las muertes de la gente de Gaza como un punto de inflexión en la lucha por la liberación, un paradigma que se construya en el creciente movimiento global anti-Apartheid que ha cobrado fuerza tras Gaza 2009. La des-Osloización de Palestina es, por lo tanto, una precondición para la creación de una paz justa.

Publicado originalmente en Crises Magazine el 15 de Marzo de 2009.


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