CEPRID

LÍBANO, al borde del precipicio

Jueves 25 de marzo de 2021 por CEPRID

Elijah J. Magnier

Misión Verdad

La traducción fue realizada por Eli C. Casas para Misión Verdad

No es sorprendente escuchar al presidente israelí, Reuven Rivlin, y a su jefe de Estado Mayor del ejército, Aviv Kochavi, llamar a la puerta del Elíseo, residencia del presidente de la República Francesa, criticando a Hezbolá y, por supuesto, a Irán. No cabe duda de que Israel nunca aceptará de buen grado la presencia de una fuerza tan poderosa en sus fronteras, equipada con cientos de misiles estratégicos de precisión que pueden cubrir toda la zona geográfica de Palestina. Hezbolá también dispone de decenas de miles de cohetes modificados de gran precisión pero de menor distancia.

Israel no logró ganarle el asalto a Hezbolá en 2006, cuando la organización tenía menos experiencia y menos misiles de precisión. Considerando las nuevas capacidades, cualquier nuevo enfrentamiento será muy costoso para Israel, y el resultado es difícil de prever. Así, tras el fracaso de la división de Siria en 2011 y de Irak en 2014, y el fracaso a la hora de someter a Irán mediante las duras «sanciones» de Estados Unidos desde el nacimiento de la República Islámica, sus perspectivas de derrotar a Hezbolá son ahora más escasas que nunca.

Estados Unidos e Israel intentaron apoyar la «revolución libanesa» e invirtieron más de 10 mil millones de dólares para frenar a Hezbolá, pero fue en vano. Viendo que Hezbolá no podía ser derrotado así, quedaban dos opciones: fomentar el conflicto sectario, o bien matar de hambre a la población, mientras se culpa a Hezbolá, a sus secciones armadas y fuerzas de seguridad internas. ¿Pueden Estados Unidos e Israel tener éxito en su estrategia? ¿Cuáles son los planes y las opciones de Hezbolá?

Las guerras de Siria, Irak y Yemen proporcionaron a Hezbolá -uno de los principales participantes en los conflictos- una experiencia bélica sin parangón. Hezbolá luchó junto a un ejército clásico y el de una superpotencia, el sirio y el ruso, respectivamente. A raíz de ello, han utilizado tanques, misiles de fabricación propia, drones armados y operaciones de sabotaje detrás de las líneas enemigas, por nombrar sólo algunas de las experiencias adquiridas.

Además, cuando el presidente Joe Biden llegó al cargo, declaró a Rusia «oponente» y a China «serio competidor», lo que desencadenó un inusual acercamiento entre estos dos países y entre los enemigos de la administración estadounidense en Oriente Medio, principalmente Irán y Hezbolá.

Una delegación del Partido Comunista Chino ha visitado Líbano y se ha reunido con los dirigentes de Hezbolá, ofreciéndoles proyectos por valor de 12 mil millones de dólares para reconstruir las infraestructuras eléctricas, de comunicación, de transporte y otras necesidades domésticas. Por otra parte, Rusia invitó a una delegación encabezada por el diputado de Hezbolá Haj Mohamad Raad a Moscú, donde se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores Sergei Lavrov y otros funcionarios. Es esencial señalar que Hezbolá tiene 131 puntos de despliegue en Siria. Irán tiene 115 y Rusia 95, excluyendo el aeropuerto militar de Hmaymeem y la base naval militar de Tartus (bajo control de Rusia). Esto es, la coordinación y la relación estratégica entre Hezbolá y Rusia resultaba inevitable, sobre todo porque los servicios de inteligencia estadounidenses reconocen y admiten a Hezbolá como potencia regional, e incluso le acusan de interferir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Sin embargo, la catastrófica situación económica del Líbano ha golpeado duramente a la mayoría de los libaneses, y Hezbolá no se ha escapado de ello. Las «sanciones» impuestas por Estados Unidos a Irán (desde 1979), que alcanzaron su máximo en 2020, han sido mantenidas por el presidente Biden, impidiendo que Irán sea generoso con sus aliados, pero sin ver alterado su apoyo financiero regular. Irán considera a sus aliados como parte de su seguridad nacional. Aunque el bienestar de los aliados es esencial, se quitaron todos los excedentes y se redujo el suministro financiero hasta el nivel mínimo necesario.

Para Hezbolá, los salarios son los mismos y se pagan regularmente. Sin embargo, sólo entre el 20% y el 25% reciben sus salarios en dólares estadounidenses, cuyo valor pasó de 1 mil 500 a 13 mil liras libanesas por dólar. Una gran parte de los miembros de Hezbolá no reciben ningún salario o se les paga en moneda local. Los dirigentes de Hezbolá han creado un fondo de caridad interno llamado «Muwasat» (fondos de consolación). Los miembros de Hezbolá pagados en dólares tendrán la libertad de apoyar a otros miembros no remunerados en moneda estadounidense y a otras familias necesitadas.

Factores del deterioro económico

El deterioro de la situación económica en Líbano se debe a diversos factores. Décadas de corrupción desde los años 90 fueron fundamentales para dolarizar las importaciones libanesas, desincentivando así la producción local. En los últimos años, la guerra de Estados Unidos contra el gobierno de Damasco y las «sanciones» de Estados Unidos y la UE a la vecina Siria (Ley Caesar) afectaron a la economía libanesa. En el plano interno, la retirada de dólares del mercado libanés llevada a cabo por la mala gestión del gobernador del Banco Central libanés -controlado por Estados Unidos- y la influencia de Estados Unidos sobre los países del Golfo, ricos en petróleo, impidiendo que éstos apoyen financieramente al Líbano, fueron los remates finales a la economía libanesa. Todos estos elementos se juntaron en una nación, provocando el comienzo de hambrunas, escasez de medicinas y alimentos, y el deterioro de la moneda local, creando una inflación altísima, haciendo casi imposible la supervivencia de una gran parte de la población.

Los alimentos y las medicinas no tienen por qué ser el desencadenante de un enfrentamiento militar. Irán podría suministrar a Líbano medicamentos relativamente necesarios, alimentos (algo que ya está haciendo), e Irak se comprometió a suministrar a Líbano combustible para su electricidad y transporte. Sin embargo, la cuestión de la seguridad es la más crítica, teniendo en cuenta que muchos grupos pertenecientes al bando estadounidense están cerrando las principales calles de varias ciudades, cortando la conexión entre los chiíes de la capital y los suburbios, el valle del Bekaa y el sur del Líbano. El bloqueo de la carretera es lo que se llama la perturbación de la «vía de abastecimiento» de la resistencia, un acto imperdonable y muy peligroso, puesto que Hezbolá puede considerarlo como un acto de guerra.

La sombra del 7 de mayo de 2008 (fecha en la que Hezbolá arrebató franjas de Beirut al gobierno respaldado por Estados Unidos) sigue planeando sobre el país. El gobierno pro-estadounidense decidió cerrar el sistema de comunicaciones de Hezbolá, un acto que en aquél entonces fue considerado como una declaración de guerra a Hezbolá. El objetivo era paralizar el sistema de comunicación de circuito cerrado y fibra óptica de la organización, esencial en la lucha para mantener el mando y el control encargados de guiar la batalla. Durante la guerra de 2006, las órdenes de ataque de Hezbolá estaban coordinadas y no cesaron ni siquiera cuando Israel intentó destruirlo sin éxito. La alternativa fue ofrecida por el gobierno del ex primer ministro Fouad Siniora, un político anti-Hezbolá y pro-estadounidense, acusado de corrupción pero salvado por el difunto primer ministro Rafic Hariri, que lo nombró ministro de Finanzas para protegerlo de la persecución legal (sólo en Líbano).

Poner a prueba a Hezbolá

Según fuentes del Líbano, durante las últimas semanas, las manifestaciones de apoyo al primer ministro Saad Hariri, con motivo de la escasez de alimentos y la fuerte devaluación de la lira, cerraron la carretera de Saadnayel que une a los chiíes entre el valle de la Bekaa y la capital Beirut. La carretera de Alay también fue cerrada por el partidario del líder druso pro-estadounidense Walid Jumblat, impidiendo también a los chiíes llegar a los suburbios de Beirut. La carretera de Yiya que lleva al sur del Líbano fue cerrada por los drusos y los partidarios de Hariri. Todos estos movimientos estaban coordinados, lo que nos lleva a la conclusión de que se trataba de una acción que servía para preparar al país para una acción coordinada de más envergadura, y también para poner a prueba la reacción de Hezbolá.

La cúpula del ejército libanés contribuyó a empeorar la situación, cuando el comandante jefe, el general Josef Aoun, rechazó varias órdenes del presidente Michel Aoun de abrir las carreteras y permitir a los manifestantes en el arcén. El general Josef Aoun es candidato a la presidencia y parece creer (erróneamente) que el apoyo de Estados Unidos es suficiente para satisfacer sus ambiciones políticas.

Hace más de seis meses se produjo una situación similar de cierre de todas las carreteras utilizadas por el «Eje de la Resistencia» hacia el valle del Bekaa y el sur del Líbano. Tras repetidas pero inútiles advertencias, Hezbolá convocó a más de 1 mil hombres de las fuerzas de movilización que vivían en las zonas donde los manifestantes cerraron las carreteras para que se prepararan para despejarlas por la fuerza. En el último momento, el ejército libanés, cuya dirección estaba informada, intervino y despejó la carretera de manifestantes, manipulados por los partidos políticos pro-estadounidenses.

El mismo escenario está a punto de repetirse: no se permitirá el cierre de la línea de suministro de la resistencia. El «Eje de la Resistencia» considera esto como un acto de guerra y como un acto de apoyo directo a Israel. Se calcula que se necesitan entre 24 y 48 horas para despejar todas las carreteras, independientemente del número de personas que haya en la calle y de lo bien armadas que estén éstas.

No permitirán que Líbano viva en paz mientras sus dirigentes no estén dispuestos a ceder a Israel parte de sus fronteras marítimas, ricas en petróleo y gas, y mientras no se desarme a Hezbolá para complacer a Israel. Estados Unidos está empujando al Líbano hacia la bancarrota, arrinconando al país en una situación en la que no puede recibir apoyo de Irak, China ni Rusia, pero Estados Unidos tampoco está dispuesto a compensar. Las voces nacionales -principalmente las fuerzas libanesas pro-estadounidenses y pro-israelíes- llaman a desarmar a Hezbolá y describen a Sayyed Hassan Nasrallah como «la cabeza de la serpiente» (a través de un video distribuido en las redes sociales).

Hezbolá no entregará sus armas y tratará de evitar la guerra civil, pero plantará cara si es necesario. Hezbolá tiene su grupo poblacional consolidado, forma parte de la sociedad y continuará su preparación militar para cualquier posible escenario de guerra interna o en sus fronteras. Ha trasladado la mayor parte de sus operaciones a la clandestinidad, donde se construyen ciudades para hacer frente a los futuros desafíos contra Israel y Estados Unidos.

Las fuerzas estadounidenses seguirán colaborando con Israel para frenar a Hezbolá. El comandante del Mando Central de Estados Unidos (USCENTCOM), el general Kenneth McKenzie, visitó Líbano varias veces en el pasado año. Su última visita tuvo lugar la semana pasada y fue la más importante, con seis helicópteros proporcionados por el ejército libanés, explorando la zona de Ghazzee-Mazraat Deir al Ashayer junto con un equipo de oficiales de inteligencia y expertos en topografía. El general McKenzie visitó al jefe del ejército libanés, el general Joseph Aoun, pero no se reunió con el presidente ni con ningún otro dirigente político o miembro del gobierno.

Las fuentes creen que Estados Unidos está explorando la zona estratégica que domina las fronteras entre Líbano y Siria, que está a sólo decenas de kilómetros de la capital siria, Damasco, y que podría servir como base del ejército libanés (como fachada, bajo el control de Estados Unidos). También es la zona que une el valle de la Bekaa con el sur del Líbano y está muy cerca del monte Hermón, donde se cree que Hezbolá tiene muchas bases esparcidas para sus misiles estratégicos.

La embajada estadounidense en Beirut anunció que el alto comandante del USCENTCOM estaba «inaugurando una bomba de agua, financiada por la USAID» que ya estaba en uso desde hace dos años, suministrando agua a un pueblo medio vacío. No está claro si inaugurar un bombeo de agua financiado por Estados Unidos forma parte de las competencias del general McKenzie, aunque el USCENTCOM es uno de los dos mandos de guerra cuyo cuartel general no está físicamente situado en su área de responsabilidad, sino en Florida.

No se vislumbra ninguna solución futura viable para el Líbano, un país que camina al borde del precipicio. Los países del Golfo, Estados Unidos e Israel han decidido romper el Líbano y hacer caer al presidente Michel Aoun y a su aliado Hezbolá. Sin embargo, ¿conseguirán estos países juntos inclinar la balanza a su favor? Han fracasado en Siria, Yemen e Irak. Israel fracasó en la guerra de 2006, y los 10 mil millones de dólares invertidos para contrarrestar a Hezbolá no acabaron provocando ni una revolución ni una guerra civil. Hezbolá ha impuesto un equilibrio disuasorio a nivel interno y con Israel.

Hezbolá no está dispuesto a sentarse en la cima del Estado, sino a vivir en un país donde los políticos no tienen miedo de enfadar a los Estados Unidos. El gobierno libanés y los políticos pro-estadounidenses tienen miedo de pedir el apoyo de sus vecinos en Oriente. Están sometidos a los designios del nuevo presidente estadounidense y de su administración, que mantienen la estrategia de la antigua administración Trump. La inacción y las amenazas de Estados Unidos están empujando al Líbano hacia el abismo.

Publicado originalmente en el blog de Elijah J. Magnier


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