CEPRID

Palestina en el Medio Oriente: Oposición al Neoliberalismo y al poder de los EEUU (y Parte 2)

Sábado 20 de septiembre de 2008 por CEPRID

Adam Hanieh

Mzcine/CEPRID

Traducción María Valdés

Neoliberalismo, el "Nuevo Medio Oriente" y Palestina

A finales de los 60, con el fracaso definitivo del colonialismo británico y francés en el Medio Oriente, los EE.UU. se levantaron en busca de ser el poder imperial dominante dentro de la región. Debido a la presencia del petróleo, el Medio Oriente pasó a ser críticamente importante para la construcción de la cobertura de la hegemonía de los EE.UU. en un régimen global. El Control de los recursos de la región funciona simultáneamente con la garantía vital de los productos, provee un origen de ganancias, y es como un garrote con que influir en poderes rivales dentro del mercado internacional. En los últimos 30 años, la región - particularmente los estados federales del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) - ha asumido un papel cada vez más importante como un origen de los flujos de capital sobrante - y el poder por lo tanto en conjunto - dentro de la orden financiera global. La política de los EE.UU. hacia la región es impulsada por estos factores. Debido a que el Medio Oriente es uno de los nexos esenciales del poder de los EE.UU. en conjunto en la economía mundial, esta obligado a desarrollar un marco político que sostendrá y mantendrá su influencia en la región. Este marco político (conocido como la "Política exterior" de los EE.UU.) es trabajar a nivel de debates diarios, peleas, y experiencias de capital de los EE.UU. y el de sus representantes en gobiernos, salas de juntas, y reuniones de conocimiento. A pesar de las verdaderas e importantes diferencias que aparecen continuamente, un amplio consenso ha aparecido durante las ultimas cuatro décadas sobre cómo ejercer y mantener influencia en la región. Este consenso se apoya en tres pilares fundamentales.

Primero, como en cualquier otra parte del mundo, los EE.UU. dependen de gobiernos corruptos y élites que son, a su vez, dependientes de él para garantizar su supervivencia militar y económica. Podemos ver esto más claramente en el caso de Jordania y Egipto - dos aliados esenciales de los EE.UU. en la región. Estos gobiernos cooperan estrechamente con los EE.UU. en cuestiones de seguridad y lazos económicos tanto regionales como globales de la "guerra sobre el terror". Tienen redes extensas de policías secretas y sus prisiones están llenas de individuos que han sido torturados en cooperación con la Agencia Central de Inteligencia y otros instrumentos. Sus economías están abiertas de par en par a la inversión extranjera y el neoliberalismo lo implementan desde hace años.

Segundo, en adición a estos regímenes clientes, el poder de EE.UU. se apoya en los países que se han unido a través del proyecto de integración regional como el Consejo de Cooperación del Golfo. El CCG fue fundado en 1981 entre Arabia Saudita, Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, y los Emiratos Árabes Unidos. Como un proyecto de integración regional, el CCG se parece al de la Unión Europea, aspirando a crear una única zona económica cubriendo los seis estados miembros con leyes uniformes, las políticas económicas, un banco central común, y una misma moneda antes de 2010. Los países de CCG son particularmente aliados confiables de los EE.UU. Su dependencia de los trabajadores inmigrantes significa que difieren de estados como Irak, Irán, Egipto, y otras partes donde los fuertes movimientos de clase obrera local representan una amenaza potencial. El CCG es también un reducto esencial para el ejército de los EEUU en la zona. En 2003, las tropas de los EE.UU. movieron sus jefaturas delanteras de Centcom, el centro unificado del comando para las operaciones en 27 países, a Qatar. Por el 2005, según el reporte del Congreso de los EE.UU., más de 100,000 militares de los EE.UU. fueron ubicados en estados de golfo (sin incluir los alrededor de 150,000 en Irak o el personal de seguridad que se encuentra operando bajo firmas privadas).

Finalmente, y aún más importante, la tercera llave para el poder de los EE.UU. en la región es el estado israelí. Desde la guerra de 1967, Israel ha jugado un papel de importancia defendiendo los intereses de los EE.UU. en la región. Es el arma que los EE.UU. usan cuando quiere aplastar los movimientos populares pero es incapaz de invadir directamente. Existen muchos ejemplos de esto - empezando en 1967 y continuando durante todos los años 70, ataques militares y asesinatos israelíes paralizaron los movimientos nacionalistas árabes de izquierda en toda la región que amenazaban los regímenes clientes. Durante los años 80, Israel ha usado el método de aplastamiento sobre las fuerzas progresistas y a los palestinos en Líbano. Aun más lejos, Israel ha promovido los objetivos de política exterior de los EE.UU. a lo largo del planeta. Era un partidario político, militar, y económico fundamental del apartheid en Sudáfrica y en los años de máximos boicoteo y sanciones era el conducto para las mercancías del material del sur africano en Europa (una de las razones para la posición central de Israel era el comercio del diamantes en el mundo). En Latinoamérica y América Central, las armas y el entrenamiento israelíes fueron utilizados para armar y equipar las dictaduras militares de la región durante los años 80.

Desde los inicios de los años 90, dentro del contexto de un ambiente geopolítico global en general más favorable, los EE.UU. han intentado rehacer la relación entre estos tres pilares en vías a consolidar su poder e influencia. El objetivo subyacente de esta política es atar conjuntamente estos tres pilares en una única zona económica neoliberal (traducido por Condoleezza Rice como el "Nuevo Medio Oriente" en 2006). Es muy importante comprender esta estrategia: es clave para el ambiente regional en el cual se están desarrollando las políticas actuales de la zona, tanto como la fuerza específica que impulsa los planes económicos tal y como es la Reforma Palestina y Plan de Desarrollo (RPPD).

El nuevo Medio Oriente y MEFTA

El empujón principal de la estrategia "Nuevo Medio Oriente" es profundizar las políticas económicas neoliberales - como la privatización, los acuerdos de libre comercio, la reducción de sectores públicos, apertura a la inversión extranjera, retirada de los subsidios del estado, etcétera - en todos estados de la región. Durante la última década, casi todos los gobiernos en la región aceptaron estas políticas persuadidos por las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el FMI, y apoyados por instancias regionales como la Reserva Monetaria Árabe y el Consejo de Negocios Árabe.

El giro neoliberal es indicado por la rápida ola de privatizaciones a lo largo del Medio Oriente: fábricas, aerolíneas, servicios postales, hospitales, bancos, las plantas eléctricas y de agua han sido trasladados a manos privadas. Aún más importante, desde la perspectiva de capital extranjero y norteamericano, la apertura de los campos de petróleo y gas de la región (y los decaídos sectores de la industria petroquímica) promete un cambio generacional completo en estructuras de propiedad. El ejemplo más dramático de esto se encuentra, por supuesto, en Irak donde el gobierno aprobó recientemente el retorno de las cuatro compañías petroleras occidentales más grandes (las mismas cuatro compañías que controlaron el petróleo iraquí desde 1920 hasta la nacionalización en 1972). A pesar de la singularidad de la ocupación iraquí éste no es un ejemplo aislado; en otros lugares del Golfo las compañías petroleras extranjeras también están ganando el acceso al petróleo y los recursos gasísticos que han estado prohibidos por décadas. En 2003, por ejemplo, a compañías petroleras extranjeras se les permitió explorar en busca de gas en Arabia Saudita por primera vez en tres décadas. Las políticas neoliberales han representado la retirada de subsidios sobre artículos básicos como alimento, combustible, electricidad y agua, y también el alquiler. Todo esto, como imposición del Banco Mundial y el FMI a cambio de préstamos y otras ayudas. A principios de 1991, un préstamo del Banco Mundial para Jordania estaba condicionado a duplicar del precio de la electricidad y a un aumento en el precio del agua por 140%. Y este año en Egipto, donde el 22% de la población vive debajo del umbral de pobreza, con menos de un dólar diario y con precios de alimentos que se han duplicado respecto al año pasado, el gobierno levantó subsidios sobre los precios del combustible aumentando estos precios más del 40%.

El aspecto más trascendental de neoliberalismo en la región es la puesta en funcionamiento de Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio (FTAs). Los EE.UU. han contratado FTAs con países como Bahrein, Omán, Egipto, Jordania, Israel, y Marruecos. Estos FTAs suponen que los países en cuestión abran sus mercados a compañías de los EE.UU. y los impidan el control de políticas de importación (o dificultar la circulación de capital extranjero en la región).Esto representan la destrucción de industrias locales y pone de manifiesto la ineptitud de estos países para extender los servicios públicos y el gasto público diseñado ayudar a los pobres.

Hay un desarrollo adicional de las FTAs en la región que es esencial comprender: el Área de Comercio Libre del Medio Oriente (MEFTA). Anunciado por los EE.UU. a mediados de 2003, el objetivo de MEFTA es una única área de comercio libre a lo largo del Medio Oriente para 2013. La lógica detrás de MEFTA es explícitamente neoliberal: la riqueza máxima, la felicidad, y la prosperidad serán conseguidas eliminando todas las barreras para las exportaciones y los flujos de capital dentro y fuera de la región, tratando al capital extranjero a la par con el capital nacional, asumiendo los programas de privatización, admitiendo la propiedad extranjera y reduciendo el gasto estatal en los servicios sociales.

En Junio de 2003, el entonces representante de comercio de los EE.UU. Robert Zoellick dio un discurso al Foro Económico Mundial en Jordania donde esbozó estos principios como la base del plan de MEFTA. El discurso de Zoellick mencionó que la pobreza, el número de desempleados, y el terrorismo eran consecuencia de la autarquía árabe y el "Socialismo fallido". Argumentó que si las economías se liberalizaran y se abrieran al capital extranjero dentro de un bloque de comercio regional desde luego estos problemas serían solucionados. De acuerdo con Zoellick, el objetivo de los EE.UU. "es ayudar a aquellas naciones que estén listas para aceptar la libertad económica y la ley, integrarse en el sistema de comercio global y colocar a sus economías en la era moderna.".

La estrategia de EE.UU. era negociar por separado con países "Amigos" en la región usando un proceso graduado de seis pasos eventualmente dirigido a un completo FTA entre los EE.UU. y el país en cuestión. Estos FTAs individuales serian negociados hasta que el entero Medio Oriente pasase a estar bajo las influencias de comercio de los EE.UU. En esencia, la lógica que conduce al MEFTA es una zona económica de libre comercio a lo largo de toda la región, asegurado por el capital israelí en el oeste y el capital del Golfo en el este, y en lazándose ambos con la economía de los EE.UU. en el núcleo capitalista avanzado. Esto es el lo que para Condoleezza Rice representa el "Nuevo Medio Oriente."

Normalización con Israel

El punto álgido de esta visión es la integración económica y política de Israel en la región. Es muy importante comprender este punto: la "Normalización" (como es llamado por la izquierda palestina y árabe) es la condición esencial de MEFTA y la visión neoliberal para la región. Un rechazo a la normalización ha formado por mucho tiempo una línea divisoria entre las fuerzas progresistas en la región y esos gobiernos y líderes entusiasmados en colaborar con Israel y el imperialismo estadounidense. El argumento básico detrás del rechazo es que Israel no debe ser considerado un país "Normal" en la región mientras se niegue a reconocer la naturaleza explícitamente colonial del Sionismo y niegue a los palestinos el derecho al retorno y a la autodeterminación. La insistencia de los EE.UU. sobre la normalización económica y política de las relaciones de los Estados Árabes con Israel no es nada nuevo. El enlace de este objetivo con las políticas neoliberales, sin embargo, salió a la superficie durante los años 90 con los Acuerdos de Oslo. Cuando Oslo se desarrolló, los EE.UU. y las otras potencias mundiales patrocinaron una serie de cuatro cumbres consecutivas, conocidas como Las Cumbres económicas del Medio Oriente y Norte de África (MENA), primeramente asumidas en Marruecos en 1994. El gobierno jordano no se inhibió al promocionar el objetivo de la normalización de MENA, con su Ministerio de Relaciones Exteriores declarando abiertamente que las cumbres son "el intento de crear interdependencias económicas entre los Estados Árabes e Israel, promoviendo los contactos entre los dos grupos así como el comercio, la inversión y el desarrollo.".

Luego del inicio del alzamiento palestino a fines de 2000 y el evidente fracaso de las negociaciones entre Israel y la AP, el debate sobre una tendencia hacia la normalización de las relaciones con Israel puede aparecer equivocado. Aún fuera del foco público, los lazos económicos y políticos entre Israel y los gobiernos árabes continúan mejorando. Un ejemplo del enlace esencial entre el neoliberalismo y la normalización son los contratos bilaterales de FTA. Cada uno de los contratos entre los EE.UU. y los países en la región contienen una cláusula que compromete al país en cuestión a la normalización con Israel y le prohíbe cualquier boicot de las relaciones de comercio. Quizás la confirmación más reveladora de la manera en la que la normalización ha sido integrada en el proyecto neoliberal es el establecimiento de las supuestas zonas industriales llamadas (QIZ) en Jordania y Egipto. Estas zonas surgen como consecuencia de los contratos económicos entre los EE.UU., Israel, Jordania, y Egipto. Su establecimiento contiene la extraña condición de que los artículos producidos en estas áreas industriales podían ganar el estatus de ‘libres de impuestos’ para los EE.UU. siempre que cierta proporción de las entradas sea israelí.

La mayoría de estos QIZ contienen fábricas de tejido que actúan como subcontratistas para gran capital norteamericano como Walmart, GAP, y otras cadenas de ropa. Las propias fábricas son posesión del capital regional e internacional, predominantemente de los Emiratos Árabes Unidos, Israel, China, Taiwán, y Corea. Aunque es difícil determinar el tamaño del personal de QIZ con exactitud, se calcula que en Jordania cuentan con más de 40,000 trabajadores, la mayoría de ellos son trabajadores inmigrantes de Bangladesh, Sri Lanka, y otros países surasiáticos. Las condiciones en las que trabajan son horrendas y raramente abordadas por los izquierdistas árabes y sindicatos. Ninguna ley de trabajo es aplicable y se les prohíbe a los trabajadores asociarse a los sindicatos. El sueldo es tan bajo como de 2 centavos la hora, con un reporte de turnos de 72 horas. Los trabajadores son golpeados con regularidad, agredidos sexualmente, y forzados a vivir en condiciones sumamente abarrotadas y mugrosas. Deben pagar su propia manera de llegar al Medio Oriente y sus pasaportes les son confiscados a su llegada.

Estos QIZ han llegado a dominar el comercio bilateral entre los EE.UU. y Jordania (y en menor grado, Egipto). Antes de 2007, el gobierno norteamericano informó que las exportaciones de los trece QIZ establecidos en Jordania suponían un asombroso 70% de las exportaciones jordanas totales hacia los EEUU. Egipto inició su primer QIZ en 2004 y ahora tiene un total de cuatro de estas áreas. Antes de 2006, la proporción de las exportaciones egipcias para los EE.UU. producidas en los QIZ había alcanzado un 26% de las exportaciones totales.

Estas zonas son construidas para soldar el capital israelí y el árabe, integrándolos con el mercado y el imperio estadounidense, en la explotación conjunta de la mano de obra barata. No se puede encontrar una descripción mas clara sobre cómo los EE.UU. prevén el nuevo Medio Oriente.

Destruyendo la unión popular

Un corolario de esta visión motivada por los EE.UU. es la de una única zona económica neoliberal conectando el capital israelí y el del Medio Oriente en un sostenido intento para fracturar y violar las formas de unión política y resistencia social, tanto nacional como regional, que mantienen su oposición a al neoliberalismo. La política exterior de los EE.UU. en el Medio Oriente está preocupada por aislar y destruir las fuerzas opuestas a su visión.

Por esta razón, la intervención militar de los EE.UU. en la región debe ser comprendida como necesaria para la "Paz." neoliberal. Con la ocupación estadounidense en Irak, y las amenazas e intentos de desestabilizar y atacar Irán, Siria, y Líbano los EE.UU. ayudan y financian a aquellas fuerzas sociales que esperan actúen como subordinados a sus intereses en la región, al tiempo que prosiguen la normalización con Israel como hacen los gobiernos jordano y egipcio. El factor más importante en la política de los EE.UU. es limitar las capacidades de los países en la región para ejercer el control independiente sobre la política exterior o económica. En este sentido, sin considerar los regímenes actuales (y no deben olvidar que los países como Irán y Siria tienen sus propios calabozos llenos de prisioneros políticos), los intereses nacionales de estos países desentonan inevitablemente con las formas del poderío que los EE.UU. intentan imponer sobre la región.

En el caso de Palestina, esta fractura de la unión nacional de la resistencia es crucial para el éxito del proyecto neoliberal en la región. Debido a la íntima relación entre la normalización con Israel, y la visión estadounidense para una zona económica neoliberal única, extendida a lo largo del Medio Oriente, la lucha palestina tiene un lugar central dentro de la lucha anti- imperialista regional más amplia. El hecho de que después de sesenta años los palestinos se hayan negado a aceptar su expulsión entre 1947-1948 y continúan exigiendo el derecho al retorno y a vivir en su región es una amenaza potente al carácter injusto y racista del estado israelí, pero también para la naturaleza del poder de los EE.UU. en la región. Este es el por qué es imposible desarrollar cualquier movimiento progresivo en la región que no este relacionado con la lucha palestina. Todos los conflictos populares en la región están entrelazados con el asunto de Palestina.

Esto también quiere decir que los conflictos populares en contra de la imposición del neoliberalismo actúan para reforzar la lucha palestina. Las huelgas recientes y las manifestaciones de trabajadores en el pueblo de Mahalla egipcio son un ejemplo de esto. Mahalla acoge a la fábrica de tejido más grande en el Medio Oriente (con una fuerza laboral de 27.000 trabajadores) y es también la ubicación de uno de los QIZ de Egipto. Durante dos años estos trabajadores han estado en el centro de una de las olas de huelgas más grandes en el Medio Oriente, culminando recientemente en un intento de huelga en 6 abril 2008 que se enfrentó a la represión más sangrienta por parte del gobierno egipcio. Durante estas acciones, los trabajadores se manifestaron alzando carteles denunciando los cercanos enlaces entre el presidente egipcio Hosni Mubarak y el FMI, del gobierno norteamericano, y contra el proceso de la normalización con Israel. Estas huelgas tienen que ser comprendidas no sólo en su sentido económico de mejorar sueldos y condiciones de trabajo en las fábricas egipcias sino también a través de la manera en que, inevitablemente, enfrentan la naturaleza del régimen egipcio y su papel en la configuración del poder de los EE.UU en el Medio Oriente.

Este es el mismo contexto en el que el PRDP y los movimientos de la Autoridad Palestina deben estar ubicados. Desde el inicio de la ocupación israelí a Cisjordania y la Franja de Gaza en 1967, Israel ha tenido por objetivo romper a la población palestina de esas áreas, mantenerlas en núcleos poblados aislados y separados entre sí por colonias israelíes, caminos, e instalaciones militares. A estos pedacitos de territorios - descritos acertadamente como Bantustanes por muchos analistas refiriéndose a las "Patrias" negras desarrolladas bajo el apartheid de Sudáfrica - podrían dárseles los accesorios de la autonomía. Pero en realidad no serían nada más que prisiones al aire libre. En lugar del reinado militar israelí directo sobre la población palestina en estas áreas, unas directivas palestinas inactivas mediarían el control israelí. Como con todas las prisiones, el control legítimo quedaría con ésos que sujetan las teclas: por ejemplo los ejércitos de ocupación israelíes que continúan regulando la entrada de todos artículos, las personas, y servicios.

El proceso de Oslo fue diseñado para formalizar el establecimiento de estos Bantustanes palestinos y otorgarles la bendición de la "Comunidad internacional" a una AP sumisa. Aunque esta intención fue afectada por el origen del alzamiento palestino popular en septiembre 2000, es dolorosamente obvio para cualquiera a quien le interese mirar el mapa final de Cisjordania y la Franja de Gaza que estos Bantustanes han asumido una existencia real con los contornos finales del muro del apartheid rodeando las aldeas y pueblos en Cisjordania. Un esquema complicado de puntos de control, documentos de identidad, y permisos regulan totalmente la entrada dentro y fuera de estas áreas tanto de las personas como de mercancías.

Podemos ver la realidad de este sistema de control en el caso de Gaza, que quizás puede ser mejor comprendido como una prueba para el caso de Cisjordania. Porque el gobierno de Hamas en la Franja de Gaza no ha aceptado la visión de Bantustanización o la normalización, Israel simplemente ha decidido bloquear a un millón y medio de personas dentro de una prisión al aire libre e intentar su sumisión o rendición haciéndoles pasar hambre. La Autoridad Palestina, a pesar de la unión irónica de Cisjordania y la Franja de Gaza, ha aceptado este calvario en general. Efectivamente, es un ejemplo sorprendente de cómo el liderazgo de la AP ha llegado a asumir el idioma de Israel sin esfuerzo, un documento de RPPD dice que la culpa para el sitio sobre Gaza debe ser colocada a los pies de Hamas, ignorando el hecho de que el cierre israelí sobre la Franja y su separación de Cisjordania no son un nuevo fenómeno, pero han estado evolucionando desde 1989 como parte de una estrategia clara para fracturar el territorio.

Los capitales regionales palestinos están completamente integrados a este proyecto a través de los esquemas económicos conjuntos como las zonas industriales señaladas anteriormente. Estas fuerzas se benefician directamente de los arreglos del Bantustán y les serán consentidos algunos espacios económicos controlados en los cuales puedan acumular beneficios. Cuando la conferencia de inversión de Palestina se desarrolló, ellos no estaban sujetos a las mismas restricciones de movimiento como el resto de los palestinos. Bendecido por la denominación de "Paz" de la "Comunidad internacional", esta solución fue anunciada como el "Estado palestino."

En realidad, estos trozos de territorios y zonas industriales no tienen nada que ver con la autodeterminación. Dentro de este mapa en evolución, Cisjordania se convierte en la vía de acceso más grande para Israel hacia el interior del Medio Oriente. Las enormes autopistas que corren de este a oeste a lo largo de Cisjordania, y que conectan las ciudades israelíes en el Mediterráneo con los asentamientos en el Valle de Jordán están claramente diseñadas para mucho más que el tráfico local: esta planificado su funcionamiento como conductos para el comercio entre Israel y el golfo (por Jordania y Cisjordania). El éxito de MEFTA, y la normalización paralela con Israel en un Medio Oriente neoliberal, están directamente imbricados con la buena terminación de este proceso.

Conclusión

Activistas y partidarios de la lucha palestina dedican mucho tiempo a documentar y transmitir, para una audiencia más amplia, las horrendas condiciones de la población palestina en Cisjordania y la Franja de Gaza. La letanía de los abusos a que hacen frente los habitantes de Gaza bajo el sitio, la construcción en curso de arreglos y el muro del apartheid en Cisjordania, las maneras en las que el movimiento y vida cotidiana son regulados por órdenes militares israelíes, y los niveles siempre - en crecimiento - de la pobreza son todos meticulosamente catalogados.

Estos hechos son esenciales para explicar la profundidad y alcance del control israelí sobre Palestina. Para aquellos que no han tenido la oportunidad de vivir o presenciar estas condiciones de primera mano, la ‘rutinizacion’ de la miseria que es la realidad de la vida diaria en Palestina necesita ser transmitida.

Todavía es necesario entender que una apelación a la solidaridad basada en las nunca vistas violaciones de los derechos humanos no va lo suficientemente lejos. Los palestinos no son víctimas sino un pueblo en lucha. Esta lucha va más allá de los límites de Cisjordania y la Franja de Gaza: es un componente central de una lucha regional más amplia. Es imposible comprender hoy los eventos en cualquier país del Medio Oriente sin situar el contexto nacional dentro de la única, coherente, y unificada ofensiva que los EE.UU. y otros estados imperialistas están llevando a cabo contra los pueblos de la región. No es simplemente la profundidad del sufrimiento o longitud del exilio lo que hace a la lucha palestina un imperativo de la solidaridad internacional en la actualidad. Es también la ubicación central de la lucha dentro del contexto más amplio de la resistencia global contra el imperialismo y neoliberalismo.

En el corazón de este marco regional están la relación intrínseca entre el desarrollo del capitalismo neoliberal en el Medio Oriente y la normalización de las relaciones con Israel. Todos de los esfuerzos de los EE.UU. y sus regímenes servidores en la región son destinados a promover estos temas interrelacionados. No es fortuito que los debates mas importantes en las reuniones regionales -sea entre Rice, representantes del Cuarteto y las otras figuras internacionales- giren en torno a vías de alentadores proyectos conjuntos entre el capital israelí y el regional, incluyendo capitalistas palestinos. Este es el por qué de que los contratos bilaterales FTA de los EE.UU. exijan la normalización con Israel, y el por qué se ha hecho un esfuerzo enorme en esquemas como el de las Zonas Industriales Cualificadas.

Los activistas de la Solidaridad pueden jugar un papel fundamental en rechazar y prevenir este proceso de normalización. Mientras esto ha sido, desde hace mucho tiempo, una demanda de la izquierda palestina y árabe, la llamada ha ganado una urgencia renovada siguiendo el anuncio del plan de MEFTA de Bush en 2003. En 2005, organizaciones palestinas de origen popular llamaron a un movimiento global de boicot y sanciones contra el estado israelí en forma de una campaña similar a la que se realizó contra el apartheid sudafricano. Desde aquel entonces, grupos estudiantiles, municipalidades, artistas, y sindicatos obreros alrededor del mundo han aprobado resoluciones de a favor de esta Llamada del 2005.

Este movimiento es crítico para la lucha en la región. La solidaridad internacional no es una cuestión de caridad o ayudar al "desafortunado." Es básicamente una cuestión de respaldar a las personas en su lucha. La llamada de boicot y sanciones refuerza y estrecha a estas fuerzas regionales que se niegan a una normalización con la ocupación y el apartheid en Palestina. Esto apunta contra el soporte internacional - ideológico, económico, y militar - que permite al apartheid israelí continuar.

El esfuerzo de deslegitimar e impedir la normalización con el estado israelí es no solo una acción de solidaridad con la lucha palestina. Es también un elemento indispensable de respaldo a otros pueblos en la región o muchos otros movimientos populares a lo largo del Medio Oriente, envueltos en la lucha contra la ocupación los EE.UU. en Irak y que intentan prevenir la acción militar contra Irán. Pero más básicamente - debido al papel central regional a favor de la hegemonía global con los EE.UU. - lo que ocurre en el Medio Oriente tiene implicaciones para todos. Enfrentar las políticas neoliberales que han sido tal catástrofe para la vasta mayoría de las personas en el mundo depende críticamente en nuestro futuro éxito.

Adam Hanieh está haciendo el doctorado en Ciencia Política en la Universidad de York (Toronto, Canadá).


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