EL PAPEL DE LA CLASE TRABAJADORA EN LA LUCHA CONTRA LAS SOCIEDADES TRANSNACIONALES (y III)
Lunes 30 de octubre de 2017 por CEPRID
Alejandro Teitelbaum
CEPRID
Dicho de otra manera, el sistema capitalista en su estado actual trata de superar sus contradicciones insolubles inherentes a la apropiación por los dueños de los instrumentos y medios de producción y de cambio de buena parte del trabajo humano social (plusvalía) apoderándose de la mayor parte del creciente tiempo libre social (distribución desigual del tiempo libre social ganado con el aumento de la productividad) para “poner plustrabajo”, como escribe Marx en los Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) y apoderándose también del escaso tiempo libre particular que les queda a quienes trabajan, mercantilizándolo como objeto de consumo.
De modo que puede decirse que la esclavitud asalariada propia del capitalismo, que pudo entenderse limitada sólo a la jornada laboral, ahora se extiende a TODO EL TIEMPO de la vida de los asalariados. De alguna manera, ha desaparecido la diferencia entre la esclavitud como sistema prevaleciente en la antigüedad (el esclavo al servicio del amo de manera permanente) y la esclavitud asalariada moderna.
La acción del capitalismo para debilitar la conciencia de clase de los trabajadores no fue contrarrestada por la izquierda tradicional (partidos socialdemócratas y comunistas) que se fueron pasando con armas y bagajes a un tibio reformismo, cuando no a una franca política pro-sistema, abandonando toda propuesta revolucionaria (20).
El espectáculo frustrante de la incapacidad de la izquierda –o de la autodenominada izquierda– en todo el mundo para promover entre las masas populares una alternativa de transformación radical al sistema actualmente vigente a fin de lograr que éstas asuman dicha alternativa y sean las protagonistas del cambio, plantea la cuestión de en qué medida algunas variantes de las culturas e ideas de las clases dominantes contaminan a la izquierda, lo que explicaría, por lo menos en parte, su impotencia crónica.
Cuando decimos izquierda nos estamos refiriendo a la izquierda tradicional generalmente representada por los partidos comunistas, los que aún sobreviven en proceso de lenta agonía después de decenios y que, salvo excepciones, han virado a un franco reformismo y también a las distintas variantes de la llamada “izquierda crítica” (“neos” alguna cosa). Esta izquierda pretende disimular su impotencia apoyando y elogiando acríticamente a algunos gobiernos “progresistas” de América Latina, tratando de obtener rédito de un acontecimiento que pudo ser trascendente pero que lamentablemente no lo fue como el Gobierno Tsipras-Siryza en Grecia o atribuyendo virtudes casi mágicas a un hecho menor, como el surgimiento de un nuevo líder en un partido político.
Esas corrientes se muestran ahora más discretas frente a Podemos, con su ideología populista (21), las inclinaciones caudillistas de su dirección y sus estrategias políticas ambiguas y oportunistas.
La puesta entre paréntesis de la idea de lucha de clases, la falta de objetivos anticapitalistas y las tendencias caudillistas que caracterizan al populismo de izquierda no son una exclusividad de Podemos y de los gobiernos llamados progresistas que quedan en América latina. Mélenchon, en las recientes elecciones francesas, pese a su atractiva retórica, ha mostrado claramente que padece de esos tres defectos estructurales generados por las ideas populistas de “izquierda”.
El populismo de “izquierda” inspira el accionar de las autodenominadas izquierdas en muchas partes del mundo. Es una ideología que hunde sus raíces en distintas expresiones ideológicas y culturales, entre ellas en Foucault quien habla de un poder disciplinante y represor que se ejerce en las cárceles, en los hospitales, psiquiátricos o no, en las escuelas, en las fábricas, sobre los presos, sobre los estudiantes, sobre los esquizofrénicos, paranoicos, maníacos depresivos, etc. o catalogados como tales y sobre los trabajadores.
Foucault no hace mayor distinción entre esos distintos tipos de “poderes disciplinantes” y el que se ejerce sobre los asalariados en una empresa. Lo que lo lleva a ignorar la explotación capitalista y la lucha de clases. Sus seguidores sostienen que frente a esos poderes la respuesta es la “transgresión”. Que puede consistir en practicar sexo en público en una Facultad de Sociología (ocurrió en Buenos Aires) u orinar en la calle (Águeda Bañón, directora de comunicación del Ayuntamiento de Barcelona. https://www.dolcacatalunya.com/2015/06/vean-a-agueda-banon-nueva-directora-de-comunicacion-del-ayuntamiento-de-barcelona/). Foucault considera que ajustarse a un método para analizar los hechos también forma parte del “poder disciplinante”. Fiel a esta idea , Foucault incurrió en un “caos expositivo”coherente con su idea de la libertad, que debe consistir en liberar al pensamiento de todas las ataduras, entre ellas lasque impone un pensamiento metódico y racional basado en el análisis riguroso de los hechos.
Pero al llevarla a la práctica Foucault cayó en una contradicción: al exponer no explica, no demuestra ni prueba sus afirmaciones. De modo que toda su argumentación, además de ser arbitraria, se basa en el principio de autoridad: es así porque lo digo yo. Es lo que él hizo, divagando libremente y afirmando sucesivamente una cosa y lo contrario. Es el método que emplean no pocos “politólogos” y “opinólogos” progresistas. Con relación a esto último puede verse la Introducción de mi libro citado a continuación.
Nos hemos ocupado de Foucault en nuestro libro El papel desempeñado por las ideas y culturas dominantes en la preservación del orden vigente, Editorial Dunken, Buenos Aires, págs. 56 a 91, donde concluyo que “las ideas de Foucault, cambiantes, confusas y crípticas, nos llevan a un callejón sin salida frente al sistema dominante”.
Otra fuente de inspiración de los populistas de izquierda, a los que se remiten regularmente, son los economistas neokeynesianos, como Stiglitz y Krugman, entre otros, de quienes nos hemos ocupado en el Capítulo II titulado Las teorías económicas justificantes del orden capitalista vigente, del libro precitado.
También nos referimos a Foucault y a los economistas en El capitalismo por dentro, Capítulo II. (http://jussemper.org/Inicio/Recursos/Info.%20econ/Resources/ATeitelbaum_Capitalismo_por_dentro.pdf).
De modo que cabe concluir que la lucha por desmantelar el poder de las sociedades transnacionales es difícil y compleja, exige excluir un optimismo ingenuo que puede desorientar a la opinión pública y requiere encuadrarla claramente en el objetivo de abolir el sistema capitalista. Y cuyo protagonista principal, por las razones que se han dado, debe ser la clase trabajadora de cada país y constituida en un frente único internacional.
Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador. Nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor
Notas:
(20) Una de las consecuencias de la derechización de la izquierda tradicional y de la recuperación de parte de su electorado por el populismo de “izquierda” ha sido la virtual desaparición de los trabajadores en las representaciones parlamentarias. Y en los últimos decenios la curva de dicha representación es descendente hasta ser actualmente, en lo que se refiere a los trabajadores, casi nula. Las tasas más altas correspondieron, en algunos países, a los períodos en que los Partidos Comunistas tenían una bancada parlamentaria numerosa que incluía a muchos trabajadores y en que los partidos socialdemócratas tenían en sus filas una proporción relativamente alta de trabajadores, lo que se reflejaba parcialmente en su representación parlamentaria. Ahora los Partidos Comunistas están reducidos a la mínima expresión y ha culminado el divorcio entre los partidos socialdemócratas y las clases trabajadoras. Por ejemplo en Francia, en la primera Asamblea Nacional de la posguerra, donde el partido Comunista tenía 150 diputados sobre 522, los obreros y empleados representaban el 18,8% de los diputados, la tasa más alta desde la creación de la Asamblea Nacional en 1871. Ya en 1958 esa tasa había disminuido al 4%, en 1967 subió al 9% y en 2012 era del 2%. Mientras que en la sociedad francesa los obreros y empleados constituyen casi el 50% de la población activa. Alrededor del 80% de los diputados franceses que entraron al Parlamento en 2007 y 2012 procedían de las categorías superiores de la población (industriales, jefes de empresas, profesiones liberales, cuadros superiores, etc.) categorías que constituyen entre el 13 y el 14% de la población. En el Parlamento Europeo sobre 766 diputados el 0.4% son obreros y el 1.4% empleados (http://geopolis.francetvinfo.fr/qui-sont-les-766-deputes-europeens-26227). En Argentina, el pico más alto de presencia obrera en la Cámara de Diputados se alcanzó en 1973 con el 6.7% y en 2010 era del 1 por ciento (http://www.icso.cl/images/paperss/decimo.pdf).Un cuadro estadístico, tomado de encuestas realizadas por el Instituto de Investigación de las elites parlamentarias de la Universidad de Salamanca, proporciona los siguientes datos del porcentaje de diputados de origen obrero o artesano en algunos países de América Latina:Argentina 2.2%; Bolivia 11.2; Chile 4.6; Uruguay 8.3 y Brasil 0.8%.
En España, el 95% de los diputados electos en los comicios del 20 de diciembre de 2015 tienen nivel universitario (Partido Popular 99% , PSOE 96%, Podemos 88%, Ciudadanos 93% y otros llegan al 100%). Información publicada en El País (España), pág. 19, el 27/12/2015. Se puede decir entonces que la tasa de representación de las capas socio-económicas en los parlamentos está invertida con relación a la realidad social. En otras palabras, las capas sociales más ricas y menos numerosas están sobrerrepresentadas y las más modestas y numerosas están subrrepresentadas. Hay pues, para el ejercicio de la función parlamentaria, un proceso de reclutamiento selectivo y de clase que pasa por las instancias políticas (tanto de derecha como de izquierda) y por los grupos corporativos económicamente más fuertes. Cuando a mediados de enero de 2016 se inauguraron las sesiones del Parlamento español, los diputados de Podemos que, como los de los otros partidos, son muy mayoritariamente de extracción burguesa, se presentaron con vestimentas marcadamente “negligés”, lo que suscitó muchos comentarios en los medios de comunicación. Este episodio dio lugar a que Iñigo Errejón, alto dirigente de Podemos, declarara que "el parlamento que vimos ayer se parece más a España y esto es una buena noticia para la democracia española". Típica interpretación populista de la democracia.
(21) Podemos aparece identificado o inspirado (como buena parte de los Gobiernos “progresistas” latinoamericanos) por teóricos del populismo “progresista” o “de izquierda”, como el argentino Ernesto Laclau, recientemente fallecido, y su esposa Chantal Mouffe. Corroborando esta afinidad ideológica, Iñigo Errejón de Podemos y Ch. Mouffe publicaron, a principios de 2016, un libro en colaboración con el título Construir pueblo. Errejón ha dicho en octubre de 2015 (en diálogo con Mouffe por una TV pública argentina) que la lectura de La razón populista de Laclau cambió profundamente su manera de pensar y lo alejó del marxismo tradicional (minutos cinco y seis del video https://www.youtube.com/watch?v=h7DxE3wVrAU). Para un análisis del populismo de“izquierda” y de sus puntos de contacto con el populismo de derecha, recomendamos la lectura de un breve trabajo de Marcos Cynowiec: A propósito del populismo de Laclau, publicado en Argenpress en 2012 (http://www.argenpress.info/2012/09/aproposito-del-populismo-de-laclau.html). Extraemos del artículo de Cynowiec: …”El libro de Ernesto Laclau “La razón populista” es una clara muestra de cómo se edifica una mitología política. Si lo que encontramos frecuentemente en el campo del pensamiento político, son descripciones de las distintas formas en las que se configura el ejercicio del poder social y político, así como la lucha por conquistarlo y mantenerlo, incluyendo el fenómeno populista, para Laclau no sólo se trata de una descripción, ciertamente abstrusa, sino de una vindicación de esa forma de construcción política.stas…Es evidente que Laclau no distingue, o no quiere distinguir, entre rebeldía y revolución, entre lo que fue un vendaval que sacudió a la humanidad con el sueño de construir una sociedad libre de la explotación del hombre por el hombre, donde fluyera la riqueza como un manantial, dando a cada uno de acuerdo a su capacidad y recibiendo cada uno de acuerdo a su necesidad, y un populismo listo y servido pour epater le bourgeois. …En ese marco el populismo de Laclau no sería, en los hechos, más que un pobre intento de imaginar una épica liberadora, un desarrollo del movimiento nacional y popular en el seno del sistema capitalista, sin intentar trascenderlo”.
Ponencia presentada en un seminario organizado por el sindicato vasco Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB) (Comisiones de Obreros Abertzales) en Gasteiz, España, el 24 de mayo de 2017.