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Palestina.- La próxima Intifada: una lucha contra los bantustanes

Martes 27 de octubre de 2015 por CEPRID

Jamal Juma

Middle East Eye

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

Los recientes acontecimientos en Palestina recuerdan las imágenes de la primera Intifada. Neumáticos quemados en las calles, los jóvenes palestinos, con el rostro cubierto por un keffiyeh, lanzando piedras a los soldados israelíes que les asaltan con gases lacrimógenos, granadas de sonido y munición real. Aldeas palestinas enteras están sitiadas. Los enfrentamientos se extendieron como un reguero de pólvora a través de Jerusalén y otras zonas palestinas en cada lado de la línea verde.

Las causas profundas de la rebelión son siempre las mismas: el régimen israelí de ocupación, el apartheid y la colonización que hace la vida insoportable a los palestinos. Sin embargo, existen diferencias fundamentales entre las rebeliones actuales y anteriores y las acciones de las nuevas milicias de colonos israelíes determinarán cuándo explotará una nueva intimada total.

La diferencia más visible entre la realidad sobre el terreno durante la primera y segunda Intifada es el papel prominente de los ataques de colonos israelíes contra los palestinos. La población de colonos se ha convertido en una milicia bien armada, bien organizada e inspirada ideológicamente. Los colonos saquearon pueblos palestinos y atacaron a los palestinos en las calles, e incluso en el hogar. Entre la muerte el año pasado de Mohammad Abu Khdeir, un joven palestino de Jerusalén quemado vivo, y el reciente incendio de la casa de la familia Dawabsheh en Duma, que causó la muerte de un bebé palestino y sus padres, los colonos han cometido numerosos ataques terroristas contra los palestinos. Israel mantiene y apoya estas milicias fanáticas para llevar a cabo las tareas más viles de su agresión continua y la represión en Cisjordania.

Encerrar a los palestinos en bantustanes

La retórica inicial del primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, de una "guerra total", incluyendo la reocupación de las principales zonas residenciales palestinas en Cisjordania (designados por los Acuerdos de Oslo con el nombre de la zona A), sin duda agradó a estas milicias colonos y sus partidos políticos en el gobierno. Sin embargo, como las agencias de inteligencia y el ejército israelí han señalado rápidamente, un despliegue militar masivo en la zona A no está en los intereses de los colonos, ni en el resto de la clase política israelí. Todos tienen un objetivo común: expulsar la mayor cantidad posible de palestinos de Jerusalén y el resto de la Ribera Occidental y encerrarlos en los bantustanes amurallados que crearon. Este objetivo se sirve mejor al concentrar la presión en estos bantustanes.

De las cuatro brigadas militares adicionales desplegadas en Cisjordania, ninguna se encuentra en las principales ciudades palestinas. A diferencia de la primera Intifada, cuando el ejército hizo uso de una violencia extrema y constantemente patrullando las ciudades palestinas para mantener el control, o durante la re-invasión de Cisjordania por Israel durante la segunda intifada, cuyo objetivo era destruir la la infraestructura de la Autoridad Palestina (AP), en esta ocasión, no es así.

Siguiendo una lógica similar a la que originó las masacres de palestinos en Gaza, los ataques israelíes son desde la “frontera”. Los guetos permanecen bajo control palestino, mientras Israel hace la vida insoportable en el 60% restante de la Ribera Occidental, con la construcción del muro del apartheid, la demolición de viviendas, la destrucción inmediata de 89 comunidades amenazas, negación de acceso al agua, los puestos de control, la confiscación de tierras y los ataques de los colonos.

Los jóvenes ya no tienen miedo

Estas políticas tienen un impacto en la resistencia palestina. Los palestinos que viven bajo la amenaza inmediata de la limpieza étnica están a la vanguardia de las protestas actuales. Jóvenes palestinos de Jerusalén continúan su misión de "sacudir" (intifada en árabe) la influencia opresiva de Israel sobre su economía, sus escuelas y sus hogares. Nada intimida; ni las balas asesinas disparadas a corta distancia, ni la nueva ley que castiga a los que lanzan piedras con una pena de hasta veinte años de prisión.

Por el contrario, el aumento de la represión israelí es la razón por jóvenes palestinos en Jerusalén se han convertido, en la mayoría de los casos, en los actores de ataques con cuchillos que estamos actualmente presenciando. Desde la muerte de Mohammed Abu Khdeir, la Intifada de Jerusalén no ha parado. En el resto de la Ribera Occidental protestan en ondas periódicas que van y vienen en un una onda ascendente. Desde el comienzo del mes, al menos 29 palestinos han muerto y casi 800 han resultado heridos. Los palestinos que viven dentro de la Línea Verde, que son víctimas de un racismo virulento, el apartheid institucional y las políticas de limpieza étnica de Israel, también han organizado manifestaciones en sus ciudades y pueblos.

Hasta ahora, los que viven en la zona A de Cisjordania, con la excepción de los campamentos de refugiados se han mantenido mayormente alejados de la movilización. Para muchos de ellos, el vacío total de liderazgo político dificulta su participación. Ni la Autoridad Palestina ni los partidos políticos palestinos son capaces de proporcionar una dirección clara al rechazo estratégica por parte de Israel de un Estado palestino. Pueden cumplir los requisitos de la libre determinación de sus pueblos, incluido el derecho de retorno y el fin del apartheid para los palestinos que viven en Israel. Pero no pudieron crear las estructuras necesarias para defender a la población.

Una revuelta en contra de Israel y la Autoridad Palestina

Las protestas actuales no sólo están dirigidas contra Israel. También son una manifestación de la frustración de las personas que se enfrentan a la violencia constante de los ataques israelíes en Cisjordania. Estas protestas expresan un deseo general de poner fin a una representación política ineficaz e incompetente.

La AP es consciente de esta ira. El reciente discurso de Mahmoud Abbas en la ONU advirtió contra el hecho de que las políticas israelíes "amenazan con socavar la estructura de la Autoridad Nacional Palestina e incluso su existencia", pero no era más que una llamada realizada Israel y sus partidarios para que no se degradase por completo la capacidad de la AP para controlar los bantustanes de la Zona A. La actual ola de protestas podría utilizarse para apoyar el argumento de que la AP tiene un papel central en plan de limpieza étnica de Israel y la "bantustanización" de Cisjordania.

Por último, el poder actual de intercambio entre la ocupación israelí y la Autoridad Palestina en su función como garante de la estabilidad en los bantustanes de la zona A no va a durar. Para que la AP retenga un mínimo de credibilidad ante su gente, debe al menos tratar de verse como un movimiento de liberación nacional. Para ello, debe poner fin a la coordinación de seguridad y los acuerdos económicos con Israel y llamar a un boicot, desinversión y sanciones (BDS) para aislar todo el régimen del apartheid colonial israelí y proteger al pueblo palestino. Si la AP lo hace, Israel se va a colapsar. Si no ejecuta el programa mínimo, los palestinos se sublevarán.

El contexto político, social y económico en su conjunto prepara a la población palestina en el levantamiento. Los partidarios de la solución de dos Estados pierden la esperanza de un estado palestino. La situación económica sigue deteriorándose rápidamente, incluso en la Zona A. El desempleo está aumentando y la desesperación está al máximo. Los palestinos quieren dignidad y un futuro digno, quieren la libertad y la independencia de su nación, y están dispuestos a pagar el precio. Los jóvenes son los protagonistas de esta rebelión. Cada ola de protestas construye nuevas estructuras de resistencia popular.

Queda por verse si Israel y la Autoridad Palestina serán capazces de controlar este nuevo impulso rebelde. La semana pasada [19-25 de octubre], las agencias de seguridad israelíes y palestinas habían acordado calmar la situación, Netanyahu y Abbas habían llamado a poner fin a los enfrentamientos. Sin embargo, aún hubo más protestas en Cisjordania y en el interior de la Línea Verde, mientras que los colonos han cometido más ataques contra los palestinos.

La verdadera cuestión no es si se producirá una tercera Intifada, sino cuándo va a ser lo suficientemente fuerte como para durar. El factor decisivo es el proyecto de la expansión colonial de Israel. Incluso en la ausencia de un liderazgo palestino efectivo, si los colonos y su gobierno siguen atacando al pueblo palestino, pronto seremos testigos de la aparición de una intifada popular total.

Jamal Juma nació en Jerusalén y estudió en la Universidad de Birzeit, donde se convirtió en un activista político. Se interesa por el activismo popular desde la primera Intifada. Es desde 2002 coordinador de la Campaña Popular Palestina contra el Muro del Apartheid y, desde 2012, de la Coalición para la Defensa de la Tierra, una red de movimientos populares palestinos. Ha participado en conferencias organizadas por la sociedad civil y las Naciones Unidas, donde se habló de la cuestión palestina y el muro del apartheid. Sus artículos y entrevistas han sido ampliamente distribuidos y traducidos a varios idiomas.


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