CEPRID

Las actividades subversivas geoestratégicas del Pentágono en América Latina

Martes 12 de junio de 2012 por CEPRID

Nil Nikandrov

Fondo de la Cultura Estratégica

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

Mientras UNASUR paulatinamente se desplaza hacia la creación de un sistema autónomo de seguridad, la perspectiva de Washington en torno a iniciativas de integración en tal escala es bien conocida: típicamente Estados Unidos ve con malos ojos esos proyectos a menos que los controle. A la luz de lo anterior, puede parecer sorprendente que los recientes movimientos de la UNASUR en la esfera de la seguridad no recibieran un ataque de parte de Washington. Dado que uno no puede esperar que el Pentágono, con sus permanentes guerras abiertas y encubiertas en Asia y África, perdiera interés en su “propio patio trasero”, debe haber una profunda explicación detrás de esta extraordinaria tolerancia de parte del Imperio que, en la mayoría de los casos, es rápido para castigar cualquier desafío. Aparte de la consabida retórica anti-iraní, el jefe del Pentágono, León Panetta, descargó generosamente expresiones amistosas y pacifistas durante su reciente gira por América Latina, en la que visitó Colombia, Brasil y Chile. Como era de esperar, Panetta habló de la lucha contra los cárteles de la droga y en reuniones con la prensa fustigó a Venezuela, refiriéndose en particular a la preocupación de Estados Unidos por su rearme con la asistencia de Rusia y China. El señalamiento de Panetta –bastante ridículo—fue que esta política se veía sospechosa habida cuenta que se trata de un país que no enfrenta amenazas externas. Sin embargo, es completamente natural que las guerras de Estados Unidos por el petróleo justifican el rearme de Venezuela porque su gobierno se da cuenta que más temprano que tarde vendrá el ataque de EEUU.

La gama de temas referidos por Panetta en el curso de su primera aparición en condición de Secretario de Defensa de Estados Unidos, da una idea bastante razonable sobre la agenda de EEUU en la región. Por ejemplo, Panetta elogió la campaña antinarcóticos lanzada por Estados Unidos en conjunto con el gobierno colombiano donde también se incluyen las interacciones de la lucha contra los grupos guerrilleros de izquierda. Estos últimos solían contar con unos 20.000 miembros en el mejor momento de su actividad, aunque actualmente su número apenas llega a 8.000. Panetta está convencido que el Plan Colombia que le cuesta a Washington por lo menos 8.000 millones de dólares, ha demostrado ser eficiente y prometió que la colaboración de Estados Unidos con Colombia continuará en el futuro a pesar que los recursos financieros del Pentágono se están reduciendo. Confirmó la compra por parte de Colombia de 10 helicópteros norteamericanos, cinco de ellos Black Hawk. Estados Unidos continuará suministrando armamento a su principal socio en la región ya que Washington aprecia el papel jugado por Colombia en la contención de los regímenes populistas. De hecho Panetta promocionó los lazos militares de Estados Unidos y Colombia como ejemplarizantes y dejó caer la sugerencia de construir la misma relación con otros países latinoamericanos, lo cual es prioritario para el Pentágono a corto y largo plazo.

En Brasil, Panetta empleó a fondo su elocuencia italiana para atraer al gobierno y a los altos mandos militares del país a una alianza muy estrecha. Hablando con sus colegas en la Escuela Superior de Guerra del Brasil en Rio de Janeiro, el Secretario de Defensa pintó un cuadro ideal del futuro poniendo énfasis en la importancia global del país, diciendo cosas tales como “apoyamos a Brasil como un líder mundial y buscamos una cooperación más estrecha en la defensa, porque creemos que un Brasil más poderoso y más comprometido globalmente, contribuirá a mejorar la seguridad internacional” y expresó la opinión que un Brasil más poderoso significa un Estados Unidos más poderoso. En el pasado, el gobierno norteamericano, se abstuvo de colmar al país con elogios ya que una autoestima muy elevada de su gobierno podría significar un problema para Washington, pero el reconocimiento del status global de Brasil marcó el fin de la esa política. Esta parte del discurso de Panetta debe haber sido minuciosamente examinada y aprobada por el Departamento de Estado y las recomendaciones emitidas por el embajador norteamericano en Brasil, Thomas Shannon, han sido evidentemente tomadas en cuenta. En su país, Shannon goza de una reputación de experto en cualquier cosa referente a Brasil, donde su misión consiste en impedir que el país derive hacia el grupo ALBA y sobre todo hacia Venezuela. El aumento en las relaciones entre Brasil y Venezuela en la esfera militar es un permanente dolor de cabeza para Washington. La política venezolana anterior al advenimiento de Chávez, en gran medida dictada por Washington, solía caracterizar a Brasil como el principal enemigo. Chávez realizó una inmensa obra al hacerse amigo de Brasil y convertirlo en aliado en la custodia de la Amazonía a plena consciencia que, como dice la leyenda acerca de su control internacionalizado como disfraz, es un sueño soterrado de Washington.

Panetta instó a personeros del gobierno brasileño a demostrar su apertura al diálogo firmando el contrato para la compra de 36 aviones de combate Super Hornet de fabricación estadounidense, un acuerdo por un total entre 4 y 5.000 millones de dólares. Aclaró que las aeronaves estaban dotadas con tecnologías ultra secretas que pueden suministrarse exclusivamente a socios de absoluta confianza y que el parque de Hornets le abriría a Brasil la puerta de entrada al club de los más estrechos aliados de EEUU, pero también esbozó la recomendación que la oportunidad debe ser rápidamente tomada mientras Washington está dispuesto a ir tan lejos. En otras palabras, Panetta sostuvo como parte de su estrategia de marketing que por el momento la negociación era considerada favorablemente por la Casa Blanca y el Congreso pero que la situación podría cambiar con el tiempo. Sin embargo, Brasil sigue estando indeciso ya que existen opciones alternativas sobre la mesa. Otros oferentes son Francia con sus cazas Rafale de la casa Dassault Aviation y Suecia con sus aeronaves Grippen de la casa Saab. En Brasil existe descontento debido a que su contrato para la venta de aviones livianos Embraer a Afganistán por un valor de 380 millones de dólares fue cancelado por presión de EEUU y la lista de agravios similares es bastante larga. Por ejemplo, un contrato grande de Embraer con Venezuela se perdió debido a que algunos componentes de las aeronaves Super Tornado se fabrican en EEUU, lo cual fue el pretexto para bloquear la venta.

De acuerdo con el plan de la gira, Panetta pronunció un elogio a la experiencia de Chile en brindar asistencia en condiciones de desastres naturales, haciendo hincapié en “que las importantes lecciones aprendidas en Chile deben ser compartidas por el resto del hemisferio.” El Secretario de Defensa además agregó que en América Latin, EEUU no resistirá los esfuerzos de los países de la región por desarrollar sus potenciales militares y que Washington tiene planes de largo alcance para desarrollar “alianzas innovadoras” con sus socios. “Ambas somos naciones pacíficas” dijo Panetta en Chile, agregando que la seguridad y la prosperidad de ambas naciones dependen de la región Asia-Pacífico. La señal era fácil de leer: para Estados Unidos, este país se está convirtiendo en un instrumento para el mantenimiento del control sobre Asia-Pacífico donde la presencia china es cada vez más visible.

Actualmente China está por encima de Estados Unidos en el intercambio comercial con Brasil, Chile y Perú y la tendencia está a punto de hacer lo mismo con Colombia y Argentina.

EEUU está fortaleciendo su red de bases militares en la región Asia-Pacífico adelantándose a avances más profundos de parte de China en la región. La nueva base en la que el Comando del Sur invirtió alrededor de 500 millones de dólares, fue recientemente inaugurada en Concón, Chile. El verdadero propósito de la instalación —hasta ahora no declarado—es el cuento oficioso que será utilizada para el entrenamiento de fuerzas de paz latinoamericanas bajo los auspicios de la ONU, argumento que no puede tomarse en serio. Hasta ahora, una comisión chilena parlamentaria que inspeccionó el complejo lo encontró ocupado principalmente por militares de EEUU.

En cada país latinoamericano que Panetta visitó pidió “mecanismos más fuertes para la cooperación en la seguridad regional”. Teniendo en cuenta que UNASUR y su Consejo de Seguridad está tratando de construir tales mecanismos de manera independiente, uno queda con la impresión que toda la gira constituyó una operación subversiva que apuntó a promover divisiones dentro de la alianza. Chávez, de manera rotunda, señaló que el salto unitario de UNASUR por una doctrina común de defensa fue inspirado por el caso de Libia y otros dramas provocados por las intervenciones de EEUU. De hecho, no hay absolutamente ninguna razón para creer que el escenario libio no podría un día materializarse en América Latina. En una rueda de prensa conjunta el ministro de defensa de Chile, Andrés Allamand, manifestó la esperanza que la época de las intervenciones en el Hemisferio Occidental haya concluido, pero omitió mencionar aquellas intervenciones que tenía en mente, lo cual es un secreto a voces. El Sr. Panetta sonreía enigmáticamente mientras escuchaba a su colega chileno.

Panetta tiene pensado plantear proposiciones específicas sobre seguridad regional durante la conferencia de ministros de defensa a celebrarse en Montevideo, capital de Uruguay el próximo mes de octubre. El vice ministro de la defensa de Uruguay, Jorge Menéndez, declaró en una entrevista que los países miembros de UNASUR se apegarán a una posición coordinada durante el foro. Las desavenencias entre ellos y los países de Centro y Norte América sobre la viabilidad del Consejo Interamericano de Defensa y la suficiencia del pacto de ayuda mutua de 1947 ya están a la vista. Menéndez considera a ambos como remanentes de la Guerra Fría que no contribuyeron a nada ni siguiera cuando se debió hacerlo durante la Guerra de las Malvinas.

Obviamente, el grupo UNASUR será altamente crítico de cualquier cosa que Panetta ofrezca en Montevideo. Las filas de aquellos que son lo suficientemente ingenuos como para creer en la “solidaridad continental” con el Imperio, se están despoblando rápidamente.


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