¿Nos enteramos? ¿Qué está pasando en el curro? ¿Qué está pasando en la calle? ¿Pueden los sindicatos tradicionales dar soluciones estructurales a nuestros problemas? ¿Son tiempos de aplicar la autodefensa colectiva? Parece que ya hay gente que se ha hecho estas preguntas y, no solo eso, ha decidido empezar a generar respuestas. Desde hace años, tenemos ejemplos en diferentes partes del globo, pero nos parecía interesante charlar con dos grupos más recientes y que están cercanos territorialmente y socialmente, como Bilboko Langile Autodefentsa Sarea (Bilbao) e Iruñerriko Langileon Autodefentsa Sarea (Pamplona) para intentar conseguir un contexto más amplio sobre estas redes de solidaridad y autodefensa.
¿Qué diferencia hay entre vuestro grupo y los sindicatos tradicionales?
Iruñerria: Una de las razones por las que se creó la Red fue precisamente para tratar de llegar ahí donde estos sindicatos tradicionales no lo hacían. Sin embargo, decir que llegamos donde ellos no están no es del todo cierto, ya que algunos de estos sindicatos tienen, o están desarrollando estructuras territoriales paralelas a las federaciones sectoriales, así que aparte de su afiliación, poco a poco van encuadrando a esos sectores más precarizados, móviles y desarraigados.
Por un lado, ante una pérdida tendencial de representatividad, estos sindicatos están tratando de encuadrar a los perfiles a los que antes no llegaban. Su base social, aunque aún es muy grande numéricamente, se está descomponiendo, y es normal que traten de ampliarla, ya que de ello depende su posición de mediadores entre Capital y Trabajo. Siguen arrastrando cuestiones como la delegación, el legalismo, y la sustitución de los propios trabajadores en sus luchas, lo cual, a su vez, contribuye a negar la potencialidad organizativa y política de estos sectores. Sin embargo, la diferencia principal no es solo una cuestión de formas y de si llegamos a los mismos sectores o no, sino que la intención política también es clave
Bilbo: Creemos en la autonomía y emancipación de la clase trabajadora. Uno de nuestros principales objetivos es crear sinergias, organización y redes de apoyo entre sus diferentes sectores, evitando así tendencias asistencialistas. Buscamos una autodefensa liderada por la persona en conflicto y que genere procesos de empoderamiento. Así mismo, creemos que los sindicatos se han quedado anclados en estructuras desactualizadas y no consiguen llegar a muchas realidades de la clase trabajadora. Queremos intentar ofrecer también herramientas a las personas que se quedan fuera de estas estructuras.
Iruñerria: Insistimos en el protagonismo de los afectados, y subordinamos la vía legal a la vía social, ya que precisamente nos interesan los vínculos que se crean en la lucha, más allá de las propias reivindicaciones concretas. En la Red de Autodefensa Laboral, desde su modesta aportación, pretendemos servir como herramienta para la autoorganización de esos sectores proletarizados.
¿Existe todavía la conciencia de clase?
Bilbo: El capitalismo ha desvinculado a la gente de la conciencia de clase, pero, creemos que a través de la organización y la lucha se puede lograr recuperarla, generando victorias contra el sistema. En otras palabras, la conciencia de clase es histórica y cultural y sobre todo se desarrolla en el transcurso de la lucha. No es por arte de magia, que si no hay conciencia es que no hay lucha. Es la propia lucha de clases la que crea la conciencia de clase y no cuando hay conciencia de clase hay lucha.
Iruñerria: La burguesía lleva décadas de ofensiva, tanto cultural, como a las condiciones de vida del proletariado. A esto hay que sumarle la reestructuración de la economía, y del propio sujeto de clase. Si bien antes la industria tenía un peso considerable, ahora está más claro que la composición de clase es mucho más compleja. Por eso es más importante que nunca dejar de lado viejos esquemas para analizar la situación correctamente, a fin de poder plantearse qué y cómo hacer.
Precisamente, hay un imaginario de «clase» muy extendido, que sigue bastante estancado en el obrero fabril, y no tiene en cuenta esa reestructuración de la que hablamos. Por eso mismo se suele asociar a determinados sectores con mejores condiciones y más tradición de lucha. Esto es una simplificación peligrosa, ya que además suele caer en identificar intereses de clase con lo puramente laboral. Por eso cabría preguntarse qué tipo de conciencia de clase es, ya que también puede estar distorsionada. También estarían todas esas figuras legales nuevas que surgen, como el falso autónomo. No son asalariados en términos legales, pero la categoría jurídica no es buena vara de medir, ya que sigue habiendo una situación de desposesión.
Si bien esto no es un escenario muy favorable para toma de conciencia de clase, ya que ha habido una pérdida de tradición de lucha, también puede ser una oportunidad para romper con esas concepciones más obreristas. Algunos incluso comparan la situación con los principios de la formación de la clase obrera, por ese desarrollo de la conciencia, que está en un estadio bastante embrionario.
Desde la base, desde la calle, ¿Qué análisis hacéis de la situación actual en Bilbo, en Iruñerria?
Iruñerria: Como veníamos diciendo la realidad laboral en la que vivimos está siendo reestructurada, haciendo crecer la inestabilidad y la temporalidad; estamos un tiempo en una empresa, pero nos toca ir a otra a los pocos meses, o nos recolocan. Tenemos problemas para encontrar trabajos indefinidos, y eso tampoco garantiza mucho, ya que los derechos son papel mojado si no estamos encima para hacerlos cumplir. Este panorama fragmentado contribuye a enfrentarnos entre nosotros, a la división y la competencia. Organizarse en una empresa no es nada fácil si todo está en tu contra a la hora de establecer lazos y tejer alianzas entre compañeros, que es lo primero.
Pero, a la vez, en Iruñerria partimos de cierto tejido asociativo en los barrios que nos puede facilitar incidir desde el territorio. Seamos claros: no poder organizarse en la propia empresa es una debilidad estructural que deberíamos tratar de resolver, y por eso echamos mano de nuestros espacios de socialización. A la larga no hay atajos para la organización, la lucha no es una cuestión cómoda ni fácil. Tampoco deberíamos caer en mitificar «el barrio», ya que bajo esa categoría lo mismo están los jefes con los que tenemos conflictos y los trabajadores a los que explotan. En todo caso, hablamos de los lazos con amigos, vecinos o colectivos que pueden apoyar el conflicto y aumentar su potencia. A la vez, partir de la base del territorio contribuye a pensar más allá de las cuatro paredes del trabajo, socializar los conflictos, y hacer que se entiendan como lo que son; una cuestión colectiva, y no individual, y una cuestión de intereses comunes, más allá de una sola empresa.
Bilbo: Bilbo, como toda ciudad moderna, también ha vivido la reestructuración de ciudad industrial para convertirse principalmente en un área de consumo, turismo y entretenimiento que ha generado una precarización total de las condiciones de vida de la clase trabajadora: dificultad de acceso a la vivienda, empeoramiento de las condiciones laborales, destrucción de las redes de apoyo y solidaridad, y un mayor control social e individualismo. Esta transformación ha subrayado el mecanismo de nuestra desposesión como medio para garantizar el incremento de la explotación burguesa y acentúa la dificultad para organizar nuestra defensa, sintiendo a menudo la imposibilidad para luchar contra este sistema.
¿Desarrolláis algún tipo de formación entre vosotres o hacia fuera para poder dar una mejor respuesta a las diferentes problemáticas que os llegan?
Iruñerria: Hemos hecho varias formaciones legales entre las personas de la organización, con el fin de poder mejorar nuestra capacidad de acción a la hora de preparar y llevar a cabo los conflictos. Antes hemos mencionado que no queremos caer en el legalismo, pero eso no significa que debamos descuidar los conocimientos legales, ya que nos hacen falta como herramienta para poder saber qué se puede y qué no. En definitiva, son muy útiles para afrontar las cosas con más cabeza. Incluso, en alguna ocasión, hemos hecho estas formaciones de cara afuera, a un nivel más general, para socializar estas herramientas. Ya sea leer un contrato, cuestiones de indemnizaciones, despidos, nóminas o buenas prácticas para nosotros mismos a la hora de defendernos en el puesto de trabajo.
Bilbo: Podríamos decir que estamos en formación continua, al menos para adentro. Vamos analizando y valorando las decisiones temporalmente de la misma manera que nos autoformamos en diferentes materias para dar mejor respuesta a los conflictos. De momento ha sido todo interno, aunque hemos necesitado apoyo de otros colectivos para formaciones concretas. Durante los primeros pasos tuvimos el apoyo y ejemplo de otras redes de solidaridad, como Langileon Autodefentsa Sarea de Iruña o algunos sindicatos de barrio de Barcelona, Bristol y Madrid, así como con grupos geográficamente más cercanos, como M1Egin, o la Oficina de Derechos Sociales de Bilbao La Vieja, con quién hicimos una formación más específica relacionado con la situación laboral de las personas migradas, pero sin permiso de residencia.
¿A qué sujeto político pretende dirigirse este proyecto?
Bilbo: Podríamos decir que el proyecto está dirigido a toda la gente que oscila en los márgenes de la precarización. Márgenes generados no solo por las condiciones laborales sino, por las problemáticas de la clase trabajadora en general, el racismo hacía personas migradas, acceso a la vivienda, pobreza energética… a personas con difícil acceso a sindicatos convencionales, así como a esas personas que fortalecen los diferentes colectivos y redes de solidaridad existentes o a cualquiera que crea en una organización autónoma de la autodefensa para hacer frente al sistema.
Iruñerria: Cabe mencionar que son sectores heterogéneos y no hay un perfil único; jóvenes, gente de mediana edad, pero también personas migrantes, posiblemente con dificultades legales, mujeres trabajadoras… Ante todas las diferencias y divisiones tenemos intereses comunes y nos queremos organizar para defenderlos colectivamente.
¿Cuánto tiempo lleváis actives? ¿Podríais contarnos algunas de las historias que os han llegado, o las diferentes resistencias en las que habéis tomado parte?
Bilbo: Llevamos trabajando sobre un año y medio, pero a mitad de ese tiempo fue el proceso de organización y creación. Nos presentamos públicamente en Agosto/Septiembre del 2019. Desde entonces hemos trabajado con un par de casos; uno relacionado con la hostelería y otro de una cooperativa ‘social’ de coeducación. Prevemos que la crisis del COVID-19 aumentará la entrada de casos sustancialmente.
Iruñerria: Comenzamos nuestra actividad hacia noviembre de 2016, pero tardamos un poco hasta tener un primero conflicto (Koi Sushi). El conflicto de los bares Baztan y Sotiko Aitona (el último) ha sido el que más trabajadores organizados agrupaba. Cabe destacar que primero se organizaron entre ellos, y posteriormente acudieron a la Red. Esta es, por así decirlo, la situación perfecta para nosotros, ya que hay un grupo de trabajadores autoorganizados y pueden utilizar la herramienta de la Red para aumentar su potencia en el conflicto. Por eso mismo, creemos que tenemos que apoyar estos esfuerzos de autoorganización. Hemos tenido conflictos con empresas más bien pequeñas, donde los jefes están bastante presentes. Hemos visto cómo creaban un ambiente muy hostil hacia los trabajadores cuando planteaban sus reivindicaciones: chantajes emocionales, culpabilización, etc. Todo con el objetivo de mantener a los trabajadores en la posición de debilidad en la que estaban antes de organizarse, y de cortar los lazos entre la Red y los trabajadores. Por esto mismo es especialmente importante arropar a los trabajadores, ya que es un proceso psicológicamente duro, pero en el que también se empoderan.
Por lo general, se ha visto claramente que no hay empresarios «buenos» y «malos», sino que siempre miran por sus propios intereses. Cuando éstos chocan, por ejemplo, porque tienen que abaratar costes por la competencia que les ahoga, da igual que sea una pequeña empresa, ya que los que van a pagar el pato son los trabajadores. Estas etiquetas de «barrio» y la supuesta cercanía política son caretas que hemos visto caerse una y otra vez. Es muy habitual ver cómo se incumplen los convenios sistemáticamente y los derechos formales son papel mojado si no hay una capacidad de defenderlos. Al fin y al cabo, se trata de una correlación de fuerzas, que por lo general está a favor de los empresarios, y les hace actuar con impunidad. Hasta que se enfrentan a la fuerza de los trabajadores organizados colectivamente.
Aparte de conflictos también hemos hecho campañas, tanto propias («San Fermín te explota», «cenas de empresa: el jefe invita, pero pagas tú»), como conjuntas (en torno al 1M con la PAH, o participando en el bloque proletario en la huelga general del pasado 30E). Sobre la campaña de San Fermín, empezó como una iniciativa de denuncia de las condiciones especialmente penosas para los trabajadores durante estas fiestas, hasta que lo dimos por agotado y pasamos a hacer propaganda para captar posibles conflictos laborales.
Cuando habláis de autodefensa, se entiende que hay una violencia a la cual responder. ¿Cómo contextualizaríais esta violencia estructural? ¿Existen, también, otras violencias más específicas a las que hacer frente, visibles e invisibles?
Iruñerria: Partir de una visión de la clase no reduccionista, de identificarlo solo aquellos que trabajan, nos permite comprender que existe una violencia estructural, que ejerce la burguesía, y que a menudo nuestra propia gente reproduce. Esta violencia estructural es funcional a la hora de mantener las divisiones que nos impidan organizarnos para defendernos de ella. Pero, además, debemos entender que no solo se ataca nuestras condiciones de vida en el ámbito laboral, sino en todas las esferas de la vida. Por poner ejemplo: arrancar una subida salarial sirve de poco si luego nos suben el alquiler. Si dejamos de cobrar, no podremos pagar la casa donde vivimos, el agua, luz o calefacción. Si no tenemos papeles tendremos graves problemas para hacer frente a los abusos de la patronal, o si tenemos hijos a nuestro cargo o un marido autoritario, será difícil poner tiempo para organizarse para afrontar los demás problemas. De ahí la necesidad de desarrollar la autodefensa en todos los ámbitos de la vida.
Bilbo: La violencia incorporada en las estructuras tiene también su expresión directa, que en el mundo laboral se manifiesta, por ejemplo, en los acosos sexistas en el lugar de trabajo o los accidentes laborales. Hablamos en general de la violencia que sufre la masa trabajadora, pero reconocemos que dentro de ella existen diferentes niveles de opresión y personas que por su género o racialización, por ejemplo, sufren esa carga de violencia a mayor medida, y cuyo sufrimiento se tiende a invisibilizar aún más que el de los sujetos considerados más hegemónicos dentro de la clase trabajadora, tanto en ‘el campo enemigo’ como en nuestro propio entorno, siendo elementos que atraviesan toda la sociedad.
¿Qué diferencias veis entre la asistencia social y el asistencialismo?
Bilbo: Cualquier proyecto que no pretende atacar las causas estructurales del sistema capitalista se convierte en asistencia caritativa o asistencialismo. Pretendemos que el Langile Autodefentsa Sarea funcione fuera de la lógica del asistencialismo y por ello, más allá de tratar casos individuales, vemos importante incorporar en cada momento un análisis y crítica de las estructuras del sistema capitalista más amplio. En la práctica, para romper con la lógica asistencialista, vemos importante, por ejemplo, planificar todo lo relacionado con el conflicto laboral en asambleas donde participa la persona en conflicto. Ni somos una asesoría ni ofrecemos ninguna solución mágica; nuestras asambleas son espacios donde, como currelas, compartimos nuestros conocimientos y herramientas para planificar la mejor estrategia de lucha.
Iruñerria: Más allá de la cuestión terminológica, el asistencialismo supone que acudimos a alguien para que nos dé todo hecho, con lo que nos estarían sustituyendo a la hora de solucionar nuestros problemas. No es tanto una cuestión de ética (no hacer algo por principio, independientemente del contexto y las condiciones alrededor), sino que se trata de avivar y no mitigar el impulso de lucha que surge en situaciones en las que nos tenemos que defender. Por ello es necesario poner herramientas al servicio de la clase trabajadora, para que así pueda defender sus intereses. Y es que la forma en la que se hace es importante, en tanto que deberíamos acumular fuerza, y no desposeernos de ella, ya que a medio y largo plazo nos deja indefensos. Ejemplo de ello sería el legalismo, la tendencia a poner todo el énfasis de la lucha en los medios legales, en detrimento de la organización. Es por ello que tenemos una condición que se tiene que cumplir para que una persona o grupo de personas pueda apoyarse en la Red para llevar a cabo un conflicto: su participación activa en el proceso. Sin esto no tiene sentido para nosotras, ya que no se estarían creando los lazos de solidaridad y apoyo mutuo. Además, la implicación activa contribuye a aumentar nuestra eficacia en un conflicto. Por ejemplo, los trabajadores suelen conocer la empresa, los horarios, clientes, a los jefes. Así es mucho más fácil plantear estrategias que nos permitan ganar.
Bilbo: Tejiendo redes combativas basadas en la solidaridad de clase es como pretendemos aportar nuestro granito a la lucha anticapitalista.
¿Cómo se consigue pasar de un problema individual a una respuesta en colectivo?
Iruñerria: Pongamos por ejemplo a una persona que tiene unas reivindicaciones concretas en su trabajo. Individualmente lo tiene más difícil a la hora de imponerlas, mientras que haciéndolo con la Red tal vez pueda coger la sartén por el mango. Por supuesto, es absolutamente esencial que esa personas, o personas, participen activamente en su conflicto, aportando según sus posibilidades, ya que de lo contrario les estaríamos sustituyendo. Recordemos que además tenemos amistades, familia y un entorno que también nos puede apoyar. De hecho, ha sido especialmente interesante ver cómo esa gente también participaba en los conflictos, no solo dando apoyo numérico en las movilizaciones, sino también siendo una pieza clave para mantener la moral y aguantar la dureza de una confrontación de este tipo. Si no es posible que el conflicto sea colectivo entre los trabajadores, la Red está para dar apoyo desde fuera del centro de trabajo y ayudar a movilizar al entorno.
Bilbo: Un síntoma del capitalismo moderno es la fragmentación y atomización de la clase trabajadora. Tanto la vigilancia y control como los cambios estructurales del mundo laboral que favorecen contratos cortos (o no contratos), trabajos de temporada, lugares de trabajo dispersados, etc., nos animan a la competición en vez de al apoyo mutuo.
Una estrategia que usamos en LAS para asegurar que la lucha vaya más allá de los casos individuales es animar a la gente cuyos casos tratamos a que sigan trabajando en la red a través de su participación en otros conflictos laborales que vayan surgiendo, etc. La violencia del mundo laboral nos afecta como clase trabajadora colectivamente, por tanto, la respuesta también se tiene que construir desde esos parámetros.
¿Qué otros grupos a lo largo del pasado reciente os han inspirado para formar esta plataforma?
Bilbo: A lo largo del proceso de la construcción de LAS hemos tenido la suerte de poder contar con el apoyo tanto de grupos que trabajan de manera parecida al nuestro, como Langileon Autodefentsa Sarea de Iruña o algunos sindicatos de barrio de Barcelona, así como con grupos geográficamente más cercanos, como M1Egin, o la Oficina de Derechos Sociales de Bilbo. Además, hemos encontrado mucha información útil e inspiradora en textos publicados por redes de autodefensa en París, Bristol, Seattle, etc.
Además de grupos actuales, encontramos inspiración en la larga tradición de resistencia y autoorganización que ha existido en Euskal Herria, algo que vemos necesario recuperar y seguir alimentando.
Iruñerria: No somos para nada la primera iniciativa de este tipo en el Estado. Ya existían otras como el Sindicat de Barri de Gracia, Poble Sec (ahora se dedican a vivienda), ADELA de Carabanchel o el Sindicato de Barrio de Hortaleza. Probablemente todos le debamos mucho al modelo de las Redes de Solidaridad de Seattle. Todos estos grupos nos motivaron a crear la Red. Sin embargo, todas estas Redes no son algo que salga de la nada, sino que reeditan algunas prácticas de los inicios del movimiento obrero, basadas en el apoyo mutuo y la solidaridad de clase.
A nivel de colaborar y tejer redes, tenemos relación con la PAH- Acción Social, aquí en Iruñerria. Aparte de campañas conjuntas, son parte de la Red y nosotros mismos también les damos apoyo en lo que podemos. Solemos coincidir en los Martes al Sol, una plataforma con distintos colectivos, como SOS Racismo, la propia PAH y otros agentes sociales. Asimismo, por lo general no tenemos mucho contacto con sindicatos, pero nos llevamos mejor con los que son más pequeños, como CNT, CGT o ESK, con quienes tenemos buena relación. Recientemente hemos hecho vínculos con el Sindicato de Vivienda de Gasteiz, y fuimos a conocer su proyecto. También estamos en contacto con las distintas Redes, tanto del Estado, como de Euskal Herria. Durante el Estado de Alarma lanzamos una campaña de atención a problemas en el ámbito laboral, y posteriormente la unimos a una campaña conjunta con Gazte Koordinadora Sozialista a nivel de Iruñerria, quienes se ocuparon de llevar la atención a problemas de vivienda y represión.
¿Pretendéis crecer más allá del ámbito del empleo?
Iruñerria: Cuando empezamos nos planteamos la posibilidad de trabajar el ámbito de la vivienda, aparte del laboral. Por cuestiones prácticas escogimos centrarnos en lo laboral, pero siempre tenemos en mente la idea de eso que llamamos el «frente común»; trabajar vivienda, trabajo, alimentación o energía, entre otros. Como veníamos diciendo, la clase obrera necesita poder desarrollar capacidades de autodefensa en todos los ámbitos de su vida, ya que están bajo ofensiva constante por parte del capitalismo. En todo caso, tenemos claro que debemos apuntar a construir herramientas integrales, bajo los presupuestos de la unidad e independencia de clase. Esto no es un objetivo en sí mismo, sino que es un punto de partida, una premisa desde la que afrontar la lucha.
Bilbo: Nos encontramos en un momento especialmente arduo a nivel económico y de control social y es cada vez más evidente la necesidad de crear espacios de lucha autónomos y antagónicos con el sistema y sus instituciones burguesas. El sistema capitalista tiene carácter cíclico, y el final del último ciclo que vino acompañando de una crisis económica nos dejó una sociedad aún más proletarizada, además de limitar nuestras herramientas de lucha con nuevas leyes como la Mordaza. La crisis actual provocada por el COVID-19 y la prevista recesión económica posterior nos dejará en una situación aún peor y tenemos que seguir construyendo más herramientas de autodefensa.
Aunque hemos decidido empezar nuestra actividad centrando en el mundo laboral, reconocemos que la violencia que experimentamos a diario no se limita únicamente al ámbito laboral, sino que todo forma parte del mismo sistema de opresión. Por lo tanto, es importante generar resistencia desde todos los frentes. Otro ámbito en que hemos visto claramente la necesidad de desarrollar herramientas de autodefensa, es el de la vivienda, al que tenemos intención ampliar nuestras actividades en un futuro no muy lejano.
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