Compas quisiera aportar mi contribución al debate que nos ocupa y para contextualizar mi perspectiva comenzare explicando sobre mi primer contacto con la Okupación.
Fue en el 92 en Asturies, proveníamos de familias de clase trabajadora, recuerdo que, por aquel entonces, la tasa de desempleo en Asturies era del 50%. Y casi ninguna de nosotras llegaría a la universidad. No es ya que no tuviéramos futuro, si no que para tener algún presente teníamos que crearnos uno, con los recursos de los que disponíamos.
La autoorganización, la toma de espacios y el apoyo mutuo que nos dimos unxs a a otrxs, fue la realidad que construimos con nuestras manos y que nos dio un presente.
La forma en que hacíamos las cosas era desde lo político y social; en interacción con nuestrxs vecinxs y el resto de luchas, como la insumisión, las luchas obreras, feministas y barriales, generando una tupida red de alianzas, a veces, bastante profundas e interdependientes.
De este caldo de cultivo proviene mi mirada sobre el acto de okupar.
Y es que para mi la okupación no es una finalidad, sino una herramienta mas de lucha para sostener, reforzar y crear ese tejido, y abarca, desde la okupación efímera y temporal de, por ejemplo, lxs obrerxs de sus fábricas o la toma espacios para realizar huelgas y protestas hasta la okupación de nuestras viviendas, espacios de socialización, locales de ensayo, huertas, bibliotecas…
La okupación para mi es tomar lo que ya nos pertenece, okupar nuestro lugar. espacios básicos que nadie nos tiene que conceder, ni vender, básicamente por que ponemos en cuestión la propiedad privada y priorizamos el derecho a la existencia.
Llevamos ya algunos meses debatiendo sobre los pactos con la administración y los pros y contras que estos acuerdos pueden conllevar.
En estos debates hemos tenido la oportunidad de escuchar la experiencia de algunxs compañerxs que han vivido diferentes momentos, quisiera destacar el testimonio de algunxs que asistieron al aplacamiento y el final de ciertos movimientos durante la transición, según la opinión de estas personas activistas, aquel momento poseía una gran fuerza y potencial especial en el que la gente tenía mas bien poco que perder y todas las ganas y el entusiasmo que les daba el final de la dictadura, pura sed de libertad.
Parece que hubo dos factores que determinaron la desmovilización; uno fue la heroína y la otra fue la recuperación de las luchas, por medio de pactos y concesiones, condicionándolas, descafeinándolas, vaciándolas de fuerza y de contenido.
Hay varios paralelismos entre aquel momento histórico y este; La crisis, la urgente necesidad de cambios estructurales y la esperanza naciente en nuevas fuerzas políticas de izquierdas, con sus promesas de cambio.
Por aquel entonces fue el PSOE, que se robó el corazón de muchas personas ilusionadas.
Volviendo a la actualidad me gustaría mencionar un caso concreto que por sus características ejemplifica algunos de mis temores, el de la nave okupada por migrantes subsaharianos (debían de ser alrededor de una centena de okupas en aquella nave) en el Poblenou, en esta ocasión, por pura necesidad, se entro a pactar con la administración, entonces se les prometió un lugar seguro. La cuestión es que se les saco de la nave con esa promesa.
La condición: que tenían que regularizar su situación como migrantes que eran, antes de poder acceder a las viviendas (a pesar de que contaron también con la ayuda y la implicación de varias personas solidarias, y la simpatía de mucha gente tras enérgicas movilizaciones), años después ninguna de todas aquellas personas, consiguió acceder a ese lugar seguro prometido, por la dificultad que implicaban tantos pasos burocráticos que complicaban el proceso hasta convertirlo en inviable.
Saco este ejemplo a colación para que nunca olvidemos que:
La Okupación es una herramienta muy poderosa, no solo usada por jóvenes de clase media ensayando la revolución; la okupación es un recurso que ha sido, es y sera, una vía y un camino para muchas personas en diferentes situaciones.
Y como tal herramienta poderosa ha de ser manejada con la responsabilidad de saber que es un patrimonio colectivo que otras personas nos legaron, nos dejaron un contexto, nos enseñaron sus practicas, sus modos e igualmente nosotrxs trasmitiremos.
Negociar soluciones para unos pocos colectivos, que queden apaciguados en sus pequeños mundos utópicos, podría representar una brecha difícil de subsanar.
Porque siempre estarán lxs otrxs, las que aunque quisieran, no darían buena imagen, las que nunca serán lo bastante buenas para ser aceptadas por este sistema, por su aspecto, por su forma , por su procedencia, por lo que hacen o por lo que dicen…
Siempre estarán aquellxs que resultan imposibles de recuperar. Que molestan la visión y serán quitadas del medio.
A riesgo de extenderme quisiera nombrar ahora un caso que me viene a la mente.
Porque para mi ilustra a la perfección de lo que hablo…
Recuerdo cuando se okupó plaza Cataluña, cuando ya la acampada se estaba alargando y diferentes grupos de izquierdas proponían una retirada, seguir con el trabajo en los barrios y desmontar de allí todo aquel tinglado.
Lo que sucedía es que a los diferentes grupos politizados, se habían sumado un montón de personas sin techo, migrantes, adictas, locas y se habían instalado allí; ahora ya no estaban separadas durmiendo en coches, cajeros, o instituciones de caridad, ahora estaban todxs juntxs en plaza Cataluña. Yo conocía a algunas de esas personas y se de primera mano la relevancia que esa experiencia estaba teniendo en sus vidas.
La situación era caótica y los debates interminables. Muchxs oradorxs iban subiendo al estrado a dar su opinión…
Una de aquellas intervenciones se me quedo muy grabada, fue un muchacho africano que para mi dio en el clavo total: el dijo que quienes abogaban por dejar la plaza tenían camas y duchas calientes esperándolos en sus barrios, el hablo de lo que significaba renegar de aquellas personas que querían y necesitaban permanecer en la plaza. El le llamo a eso: «ceguera de clase».
Migrantes, pobres, alcoholicxs, locxs y algunas idealistas de verdad, como la comisión de salud natural (que sentian que estaban haciendo una labor tan grande en ese lugar que no podían abandonar la plaza). Todxs ellxs decidieron quedarse.
Recuerdo a uno de los oradores de quien sabe que colectivo… diciendo que toda aquella gente no pertenecía al movimiento 15M… (sin comentarios)… por supuesto que toda aquella gente no hacia juego con la bonita cara que algunxs querían poner para la foto.
A mi esas personas provenientes de muy diversas realidades, aprendiendo juntxs a hacer asambleas, toda esa gente que no encaja, viviendo en pleno escaparate de la ciudad mas escaparate, me resultaba algo profundamente subversivo, real y humano.
Al final los politiquillos no se conformaron con abandonar la plaza, si no que negociaron con el jefe de la guardia urbana la salida de todxs, pero a traición, sin avisar, ni contar con las necesidades del grupo.
Lo comunicaron en una asamblea a última hora, cuando ya había salido el último metro y la mayoría de las personas que no dormían allí ya se habían marchado: la policía llegaría por la mañana temprano…
Toda aquella gente se sintió traicionada, rabiaban, lloraban. Recuerdo como aullaban lxs locas canalizando la herida de todo ese grupo humano. Me impacto mucho.
Ellxs decidieron quedarse y resistir juntxs, pasaron la noche en círculo contándose cosas, hermanando y esperaron así bien pegaditas que llegara la mañana y con ella la policía.
Cuento toda esta chapilla porque de verdad creo que los privilegios nos impiden ver la importancia de las cosas. y que a veces nos creemos tan diferentes y mejor que lxs demas que no nos damos cuenta de que lxs otrxs somos nosotrxs mismas.
Sería una lastima que; mirando la zanahoria de una posible estabilidad, nos vallamos a olvidar que el mismo ayuntamiento que nos ofrece espacios comunes y legales, por otro lado esta tramitando desalojos, rudos, violentos e injustos a nuestros espacios hermanos y que solo haciendo el camino juntas sera un verdadero camino de liberación.
Pensemos en preservar este recurso que es la okupación, pensemos en compartirlo, pensemos en nuestra cara mas sucia, la que nunca podrá adaptarse, ni quedar bien.
Creo que entrar al juego de que las instituciones legitimen algunas casas implica directamente que otras queden deslegitimadas y me cuesta de creer que sea posible ese proceso sin generar una excision interna y hacia el exterior.
La okupación en el estado español se caracteriza por no haber entrado en pactos, salvo en contadas excepciones. Quizás por que en los noventas nos llegaron los testimonios, escritos y orales, de compañerxs de Holanda, Italia y Alemania principalmente en los que nos explicaban el efecto desmovilizador y condicionante que habían tenido aquellas regularizaciones en sus centros sociales.
También hay que decir que por aqui se estila mas, arreglar las cosas a oxtias.
La diferencia económica con nuestrxs compañerxs holandesxs o alemanxs hace que para muchxs aqui sea incluso difícil el pago de un alquiler social, o asumir el coste de las reformas que se requieren para adaptar los espacios a la normativa.
Creo que estos factores y puede que alguno mas, han favorecido que nuestra forma de okupar haya permanecido mas libre, autónoma, autentica y no complaciente. Creo que eso le da mas vitalidad y hace que su práctica se haya extendido mas, se halla multiplicado y haya llegado asi a nuestros dias.
Sabemos por compañerxs de allá, que en lugares como Berlin ahora es prácticamente imposible okupar. Me resulta triste imaginar cómo se quedarán lxs habitantes de las pocas casas que lleguen a pactar cuando miren a su alrededor y vean que ya no quedan más casas okupadas ni las habrá.
Soy de la opinión de que si políticamente hubiera algo negociable, si existiera esa oportunidad, las conversaciones deberían de girar sobre mejoras para todxs, la descriminalización y la posibilidad de seguir abriendo espacios.
La experiencia de construir juntxs, en libertad y autonomía es una vivencia profunda y transformadora, que se reproduce a si misma, pues quien lo ha vivido, ya conoce ese placer y el potencial que tiene, por ello lo busca y lo comparte.
Quienes no han tenido la oportunidad de experimentarlo a menudo no confían en sus propias capacidades para lograrlo, de ahí que en muchos lugares prácticamente nadie lo intente. Aqui tenemos la suerte de saber todo lo que podemos llegar a construir juntxs y sin pedirle nada a nadie. Otrxs nos enseñaron a hacerlo con sus prácticas de resistencia y del mismo modo trasmitiremos las nuestras…
¿Que buscamos realmente al pactar con la institución?
La precariedad y la inestabilidad nos afecta a todxs y también a nuestra labor colectiva. Necesitamos de paz y estabilidad para poder desarrollarnos en salud y equilibrio. Me pregunto por un lado si realmente la administración tiene la capacidad de darnos la seguridad que necesitamos. Y os invito a que os hagáis también esa pregunta. Yo me respondo que quizás podríamos tomar responsabilidad y autonomía sobre este asunto. ¿Podríamos nosotras mismas generar redes suficientemente firmes para darnos esa confianza? Y si fuéramos capaces de generar nuestras propias infraestructuras seguras, ¿Recurriríamos entonces a la administración?
¿Necesitamos que los poderes legitimen y consoliden espacios ya suficientemente legítimos y consolidados? Tenemos en esta ciudad el ejemplo vivo y presente de que un espacio se puede defender a si mismo y permanecer por sus propios medios, sin condiciones, ni concesiones… Can Vies.
Creo también que las casas pactadas estarán tranquilas solo mientras no representen una amenaza política, en cuanto molesten ya se encargaran de encontrar la excusa para hacerlas desaparecer, esto ya ha sucedido en otros lugares.
Para mi la dirección y la búsqueda debería ser encontrar la manera de sostenernos de tal forma, que ninguna se sienta aislada temerosa de un futuro incierto.
Siendo creadoras de nuestro presente cierto.
Vivimos rodeadas de un individualismo extremo, lacerante, que va cada vez a mas.
Cada día mas aisladas en nuestros cubículos. Y aunque todo eso se cuela también en nuestros espacios, a pesar de esto, todavía somos oasis en medio de estos desiertos.
La práctica de la okupación es solidaria, es colectiva, es rica en aprendizajes de cómo ser comunidad. Uno de los pocos rincones donde todavía es posible relacionarse de verdad con lxs demás. Es de los pocos lugares que consiguen escapar de la lógica productivista y capitalista, de la prisa que domina actualmente todo.
Por favor, creámonoslo y démonos el valor que tenemos, afirmemos nuestras alianzas y profundicemos en la comunicación.
El «sálvese quien pueda» simboliza para mi el peligro de reproducir el aislamiento que lo tiñe todo. La muerte de nuestros valores de apoyo mutuo y la desaparición del sentimiento de ser una fuerza colectiva. Desde el «sálvese quien pueda» la Okupacion no sobrevivirá…
Me siento orgullosa, contenta y agradecida de cómo estamos encarando el tema, de estos diferentes encuentros para mirarnos a los ojos, escucharnos, contrastar opiniones desde la apertura y la sinceridad. Es un tema bien complejo el que estamos procesando juntas, que atraviesa lo político, lo vital, lo filosófico, lo práctico y lo emocional. Tiene realmente muchas caras y es bien difícil de abordar por todo lo que remueve. Siento muy bueno y honesto que lo estemos haciendo así, para mi es un síntoma de madurez colectiva que necesito apreciar. Es un caminito en que el que confió y espero que salgamos reforzadas como comunidad y dejemos un buen legado a todas aquellas que vendrán… Por que como me dijo una vez un hombre en los altos de Chiapas: «Aliviánate güerita, nuestro tiempo personal no es importante, la lucha lleva ya 500 años y puede todavía durar 500 mas». Las líneas que tracemos ahora se proyectaran hacia el futuro, apuntemos bien que es lo que de verdad queremos. Cuidemos como se expresan también a nivel simbólico nuestros actos, porque esa simbología será guía para lxs que vendrán.
Salud compañerxs.
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